viernes, 4 de junio de 2010

Kimberly Soto es hija de un militante socialista asesinada por la dictadura en 1981

El Gobierno debe exigir la libertad de chilena presa en Israel por participar en la "flotilla de la libertad"


Por Lucía Sepúlveda Ruiz

Kimberly Soto Aguayo (34 años), prisionera del ejército israelí, es hija de un ejecutado político. La cientista política y audiovisualista permanece detenida en Israel luego del cruento ataque del ejército israelí a una flota con ayuda humanitaria que se dirigía a la Franja de Gaza. Su padre, Juan Ramón Soto Cerda, militante del partido socialista fue asesinado por la CNI, la policía secreta de Augusto Pinochet, el 10 de noviembre de 1981.

Kimberly tenía 2 años a esa fecha y se exilió a Suecia con su hermana Ximena. Al tiempo falleció también su madre. Viajó recientemente a Chile, permaneciendo aquí hasta abril de este año, y pudo así conocer el fallo judicial por el crimen de su padre, que se conoció en marzo.

Su abogado chileno, Nelson Miranda declaró al respecto:

“Estoy haciendo contactos con dirigentes del Partido Socialista para que ellos se dirijan al Ministerio de Relaciones Exteriores y se realicen acciones tendientes a lograr la inmediata libertad de Kimberly Soto. Ella ha tenido una vida muy dura por el asesinato de su padre y es urgente una intervención oficial que ponga fin a su arresto.”

Miranda describió a Kimberly como una persona extremadamente solidaria y sensible a todas las injusticias, por lo que no se sorprendió de su participación en la iniciativa humanitaria. Agregó que la joven, en su oportunidad, hablando de su padre expresó:

" Creemos que personas capaces de luchar por la justicia y libertad de un pueblo con la vida en riesgo son únicas y muy valiosas. Por eso el hecho de no haber conocido y aprendido un poco de esa valentía y ejemplo humano que era nuestro padre nos duele amargamente.

Siempre, todos los días sentimos falta de su amor incondicional, de su cariño, cuidado, seguridad, buen ejemplo, protección, apoyo y sabiduría.”

Junto a Kimberly Soto Aguayo, otras 50 personas fueron trasladadas a la prisión de Ela en Beersheba, según el diario sueco The Swedish Wire.

El ataque israelí se llevó a cabo en aguas internacionales, cuando dos helicópteros militares abordaron el barco de bandera turca Marmara, que participaba en la llamada "Flotilla de la Libertad" en solidaridad con Gaza. La acción ha desatado una ola de protestas políticas y sociales contra la barbarie sionista en todo el mundo.

Según el diario La Tercera, un miembro de la ONG "Palestina-grupperna" señaló que Kimberly " se encuentra en buenas condiciones".

Por el crimen del padre de Kimberley, el juez Joaquín Billard condenó a doce años de prisión a los CNI Alvaro Corbalán y Alejandro Astudillo. Junto al padre de Kimberly también fueron asesinados Jaime Alfonso Cuevas Cuevas, también militante del Partido Socialista, y Luis Pincheira Llanos y Nelson Luis Araneda Loaiza, miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Sus cuerpos fueron hallados en un automóvil incendiado frente a la casa del entonces ministro de Relaciones Exteriores, René Rojas, en Las Vizcachas. Otros agentes, Fernando Rojas Tapia y Enrique Sandoval Arancibia recibieron una sentencia de 6 años de cárcel. Los cuatro militantes fueron asesinados tras ser detenidos por la CNI, que después incendió el automóvil y simuló un falso enfrentamiento.

Testimonio de Kimberly
A continuación, el testimonio de las hermanas Soto Aguayo en relación al asesinato de su padre y el impacto de ello en sus vidas, incorporado a la presentación de la querella.

Nosotras, Kimberly Ximena Loreto Soto Aguayo y Lorena Patricia Soto Aguayo, somos las hijas de Juan Ramón Soto Cerda. Este es nuestro testimonio sobre como el asesinato de nuestro padre ha afectado nuestras vidas.

Poder describir las diferentes dimensiones del dolor, de la falta y necesidad que siempre sentimos y siempre sentiremos por no haber conocido a nuestro padre es muy difícil.

Nos faltan palabras pero creemos que todo ser humano que ama a otro puede imaginarse el dolor de tener que perder bestialmente a esa persona. Ahora, solo una persona que ha vivido ese dolor puede llegar a experimentarlo. No existe un dolor mayor.

Creemos que personas capaces de luchar por la justicia y libertad de un pueblo con la vida en riesgo son únicas y muy valiosas. Por eso el hecho de no haber conocido y aprendido un poco de esa valentía y ejemplo humano que era nuestro padre nos duele amargamente.

Siempre, todos los días sentimos falta de su amor incondicional, de su cariño, cuidado, seguridad, buen ejemplo, protección, apoyo y sabiduría.

Las consecuencias del asesinato de nuestro padre también han sido enormes por otros lados. Después de su muerte tuvimos que vivir nuestras vidas en el exilio, lejos de nuestro país y familia. Nuestra madre nos tuvo que criar sola en un país lejano con todas las dificultades que eso significa y con toda la carga económica.

Todo el daño, dolor y sufrimiento que nuestra madre sufrió (vivió), durante los años de la dictadura en Chile cuando tuvo que buscar a su esposo desaparecido, cuando tuvo que luchar para encontrarlo y luchar para reivindicar su nombre.
Todo este terror terminó manifestándose en un cáncer fatal y en su fallecimiento en el año 2001.

Es casi irreal crecer con el conocimiento de que tu padre fue asesinado por el propio estado y de tener que vivir en la realidad de que la justicia no es querida por muchos. Que la muerte de unos no se respeta por otros, hasta el día de hoy.

No se puede esperar que se haga justicia durante una dictadura pero a la misma vez no se puede aceptar que se practique la impunidad en una democracia. Los culpables tienen que ser condenados. Hemos esperado 19 años de democracia para poder sanar un poco nuestras heridas.

Nosotras las hijas de Juan Soto Cerda expresamos nuestro mayor sentimiento para que se haga justicia en el caso de nuestro padre. Es lo digno de una democracia y es lo único que puede dar nueva luz nuestras almas.

Ximena Soto Aguayo
Lorena Soto Aguayo

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