miércoles, 2 de junio de 2010

Henri Cartier-Bresson, cineasta de la Guerra Civil española

Por Sara Brito


El 28 de octubre de 1937, Henri Cartier-Bresson llegaba a Quinto de Ebro. El fotógrafo francés, junto al cineasta Herbert Kline y el camarógrafo Jacques Lemare, se había escapado durante dos días, de otro rodaje: el de hospitales en Benicàssim y Saelices para el documental Victoria de la vida, que hasta ahora constituía el único testigo del paso, cámara de 35 milímetros en mano, del fundador de Magnum por la Guerra Civil española.

La Filmoteca Española mostró ayer por primera vez en España el documental Con la Brigada Lincoln en España, al que se le había perdido la pista poco después de su estreno en el cine Cameo de Nueva York, en mayo de 1938. El metraje había permanecido en el archivo de la Brigada Abraham Lincoln de la misma ciudad, almacenado entre los rollos de 16 milímetros que los propios brigadistas habían filmado.

La Filmoteca Española mostró ayer por primera vez en España el documental Con la Brigada Lincoln en España, al que se le había perdido la pista poco después de su estreno en el cine Cameo de Nueva York, en mayo de 1938. El metraje había permanecido en el archivo de la Brigada Abraham Lincoln de la misma ciudad, almacenado entre los rollos de 16 milímetros que los propios brigadistas habían filmado.

El documental arranca con los ciudadanos de Madrid leyendo un poema dedicado a la caída de Asturias, que cuelga de la fachada del Círculo de Bellas Artes. Unas señoras con cestas colgando del brazo, trabajadores, ciudadanos de a pie leen. "Se quería mostrar los logros en educación de la República" , explica Juan Salas, investigador madrileño en la Universidad de Nueva York, que ha sido el artífice del hallazgo.

Durante 18 minutos vemos a los brigadistas internacionales entrenando, comiendo poco más que pan, cantando y riendo alrededor de una guitarra. Trabajadores, escritores e intelectuales estadounidenses y canadienses conviven en el frente, "sin jerarquías entre soldados y oficiales", informa el filme. "La intención era mostrar la variedad de procedencias de los soldados, su compromiso, y recaudar fondos para traer de vuelta a Estados Unidos a los heridos", precisa Salas. El documental prosigue con tomas de los brigadistas convaleciendo en hospitales. Y vuelve finalmente al frente .

El descubrimiento ha sido posible gracias a la curiosidad de Salas, que planea editar, junto a la Filmoteca Española, un DVD con el material iné-dito del archivo de la Brigada Lincoln. Investigando allí, encontró fotos en las que reconoció a Cartier-Bresson portando una cámara de cine.

Fotos de brigadistas

Cartier-Bresson, con los brigadistas

El frente en el que aparecía no coincidía con ninguna imagen de Victoria de la vida, así que decidió ir más allá. Revisó los rollos de 16 milímetros y ahí estaba Con la Brigada Lincoln en España. Las imágenes del documental coincidían con las fotografías que habían tomado los brigadistas de Cartier-Bresson y Klein filmándolos.

Aquello no era un encargo, la película había nacido del compromiso del fotógrafo, así que se permitió experimentar, hacer curiosos travellings, forzar los primeros planos en busca de los hombres. "Es curioso cómo su estilo sufre una transición en esta película, del surrealismo del inicio al humanismo posterior por el que sería más conocido", apunta Salas. El cine soviético de la época y el eco de Las Hurdes de Luis Buñuel están ahí.

Robert Capa y Gerda Taro

Cartier-Bresson con Herbert Kline y Jacques Lemare.-

Pero la historia tiene una vuelta de tuerca más que une a Cartier-Bresson con Robert Capa y Gerda Taro. Al final de la película, usó imágenes como fondo del mensaje de solidaridad que quería trasladar al público. En una de esas secuencias, un campesino alza el puño. Salas reconoció al mismo hombre en uno de los negativos de la maleta mexicana de Capa, hallada con miles de negativos hace algo más de un año en México.

"Me di cuenta de que Capa le había cedido parte del metraje que él y Taro habían filmado en junio de 1937 en Brunete", afirma Salas. Ese campesino con el puño alzado fue el señuelo para unir las historias de tres fotógrafos que contaron, con cámaras de foto y de cine, la lucha del frente republicano.

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