martes, 6 de abril de 2010
Haití, ¿una cifra o una realidad histórica?
Rebelión
Por José Luis Patrola
Quien ya recorrió el territorio haitiano sabe que el vudú (woudou) es una práctica religiosa presente en grande parte de la población. Sobre todo entre los campesinos la cultura es muy fuerte. Como se trata de una cultura religiosa existen grandes misterios sobre lo que realmente pasa en las ceremonias y celebraciones. Sin embargo, después de año y medio por aquellas tierras logré verificar que como religión el vudú tiene sus ventajas y desventajas en lo que se refiere a la liberación y la formación de la conciencia de los haitianos. El vudú, o cualquier otra religión, no necesariamente usa la mentira como su práctica. Es la gente que cree voluntariamente en lo que se dice o en lo que se hace.
Los números presentados en la reunión de Nueva York como base del Plan de Reconstrucción de Haití no son mentirosos. Se ha anunciado una cifra de 5.300 millones de dólares. Los Estados Unidos y la Unión Europea se presentan como los más importantes donantes. El presidente haitiano René García Preval participaba desconfiado de los números. Sabe que los números no mienten, pero engañan.
Los números presentados por Ban Ki-Moon son verdaderos y reales. La mayoría de los presentes en la reunión se calló frente a las bonitas cifras y las perspectivas de reconstrucción de un país ya en ruina muchos años antes del terremoto del 12 de enero. Se presentan el Banco Mundial y el FMI como grandes coordinadores del gran presupuesto que se llevará a cabo con la importante ayuda de Bill Clinton y de George Bush.
La cifra de 5.300 millones de dólares no miente pero oculta una cifra tan importante como ella. La mayoría de los participantes en la reunión de Nueva York se olvidó de que la ocupación militar que se estableció en Haití después de 2004 ha necesitado más de 3.600 millones de dólares para sostenerse. Al mismo tiempo, los bonitos números presentados no revelan el cálculo completo. Los 13.000 soldados estadounidenses enviados a Haití después del terremoto consumen un presupuesto superior a 468 millones de dólares por año solamente en sueldo personal, al mismo tiempo que el incremento de 3.500 personas en el cuerpo de la MINUSTAH tras el terremoto sube su presupuesto en 126 millones de dólares anuales solamente en sueldos. Por otro lado, los que presentaron el plan de reconstrucción no comentaron que Haití tiene una deuda externa superior a 1.300 millones de dólares contraída hace decenios y cobrada mensualmente por los mismos entes que van a coordinar el plan de ayuda.
El costo de un soldado del rango más inferior desplegado para servicios militares en Haití, según los propios soldados, llega a 3.000 dólares mensuales de sueldo. Mientras que el salario mínimo haitiano es de 60 dólares mensuales. Un soldado que sale de cualquier parte del mundo recibe por mes lo equivalente a 4 años de trabajo de un haitiano que vive con un sueldo mínimo. Significa que el sueldo pagado a un soldado durante un año, 36.000 dólares, es igual a 50 años de trabajo de un haitiano.
El pequeño cálculo realizado en el párrafo anterior demuestra que los números pueden engañar. La mayoría de los participantes en la reunión de Nueva York no comentó sobre la forma de pago de este nuevo préstamo que Haití va a recibir. Ni siquiera el proprio Rene Preval. ¿Quién va a pagar las muchas empresas estadounidenses articuladas por George Bush que ya están contractadas y divididas para actuar en distintas zonas del país destruido? No hay una empresa que trabaje sin ser bien remunerada. Préstamo es préstamo y Haití tendrá que pagar, a pesar de estar pagando desde hace tiempo una deuda que no es suya.
Los entes encargados de la reconstrucción de Haití son los mismos que impusieron los más grandes ajustes a la economía haitiana en los últimos años golpeando duramente todos los servicios públicos como salud, construcción de rutas y escuelas. Los mismos que aplastaron a la economía agrícola, donde vive el 70% de la población, con los acuerdos de libre comercio están ahí. Los mismos entes que mensualmente cobran una deuda vergonzosa, ahora vuelven al escenario mundial como héroes de una batalla contra la pobreza. Pero fueron ellos quienes llevaron la pobreza a Haití.
La reunión de Nueva York presentó los números al mundo como un cálculo matemático exacto sin riesgo de errores, 5.300 millones de dólares. Cuba y Venezuela fueron las voces contrarias a la arbitrariedad de la matemática de los números reales pero engañosos. 5.300 millones de dólares es una mentira disfrazada de la obviedad de la ciencia exacta. Están golpeando a Haití con la cruel espada financiera. Están golpeando al mundo al decir que las cifras son exactas.
Que los espíritus de Capóis La Mort, Toussaint Louverture, Alexander Petion, Henri Kristophe y Jean Jacques Dessalines despierten la conciencia internacional y sobre todo la del pueblo haitiano para que nos levantemos bajo tanta crueldad y mentira.
Los números no mienten, pero a veces engañan.
José Luis Patrola. Profesor de historia, miembro del MST y coordinador de la brigada de cooperación entre La Via Campesina de Brasil y organizaciones campesinas de Haití.
Por José Luis Patrola
Quien ya recorrió el territorio haitiano sabe que el vudú (woudou) es una práctica religiosa presente en grande parte de la población. Sobre todo entre los campesinos la cultura es muy fuerte. Como se trata de una cultura religiosa existen grandes misterios sobre lo que realmente pasa en las ceremonias y celebraciones. Sin embargo, después de año y medio por aquellas tierras logré verificar que como religión el vudú tiene sus ventajas y desventajas en lo que se refiere a la liberación y la formación de la conciencia de los haitianos. El vudú, o cualquier otra religión, no necesariamente usa la mentira como su práctica. Es la gente que cree voluntariamente en lo que se dice o en lo que se hace.
Los números presentados en la reunión de Nueva York como base del Plan de Reconstrucción de Haití no son mentirosos. Se ha anunciado una cifra de 5.300 millones de dólares. Los Estados Unidos y la Unión Europea se presentan como los más importantes donantes. El presidente haitiano René García Preval participaba desconfiado de los números. Sabe que los números no mienten, pero engañan.
Los números presentados por Ban Ki-Moon son verdaderos y reales. La mayoría de los presentes en la reunión se calló frente a las bonitas cifras y las perspectivas de reconstrucción de un país ya en ruina muchos años antes del terremoto del 12 de enero. Se presentan el Banco Mundial y el FMI como grandes coordinadores del gran presupuesto que se llevará a cabo con la importante ayuda de Bill Clinton y de George Bush.
La cifra de 5.300 millones de dólares no miente pero oculta una cifra tan importante como ella. La mayoría de los participantes en la reunión de Nueva York se olvidó de que la ocupación militar que se estableció en Haití después de 2004 ha necesitado más de 3.600 millones de dólares para sostenerse. Al mismo tiempo, los bonitos números presentados no revelan el cálculo completo. Los 13.000 soldados estadounidenses enviados a Haití después del terremoto consumen un presupuesto superior a 468 millones de dólares por año solamente en sueldo personal, al mismo tiempo que el incremento de 3.500 personas en el cuerpo de la MINUSTAH tras el terremoto sube su presupuesto en 126 millones de dólares anuales solamente en sueldos. Por otro lado, los que presentaron el plan de reconstrucción no comentaron que Haití tiene una deuda externa superior a 1.300 millones de dólares contraída hace decenios y cobrada mensualmente por los mismos entes que van a coordinar el plan de ayuda.
El costo de un soldado del rango más inferior desplegado para servicios militares en Haití, según los propios soldados, llega a 3.000 dólares mensuales de sueldo. Mientras que el salario mínimo haitiano es de 60 dólares mensuales. Un soldado que sale de cualquier parte del mundo recibe por mes lo equivalente a 4 años de trabajo de un haitiano que vive con un sueldo mínimo. Significa que el sueldo pagado a un soldado durante un año, 36.000 dólares, es igual a 50 años de trabajo de un haitiano.
El pequeño cálculo realizado en el párrafo anterior demuestra que los números pueden engañar. La mayoría de los participantes en la reunión de Nueva York no comentó sobre la forma de pago de este nuevo préstamo que Haití va a recibir. Ni siquiera el proprio Rene Preval. ¿Quién va a pagar las muchas empresas estadounidenses articuladas por George Bush que ya están contractadas y divididas para actuar en distintas zonas del país destruido? No hay una empresa que trabaje sin ser bien remunerada. Préstamo es préstamo y Haití tendrá que pagar, a pesar de estar pagando desde hace tiempo una deuda que no es suya.
Los entes encargados de la reconstrucción de Haití son los mismos que impusieron los más grandes ajustes a la economía haitiana en los últimos años golpeando duramente todos los servicios públicos como salud, construcción de rutas y escuelas. Los mismos que aplastaron a la economía agrícola, donde vive el 70% de la población, con los acuerdos de libre comercio están ahí. Los mismos entes que mensualmente cobran una deuda vergonzosa, ahora vuelven al escenario mundial como héroes de una batalla contra la pobreza. Pero fueron ellos quienes llevaron la pobreza a Haití.
La reunión de Nueva York presentó los números al mundo como un cálculo matemático exacto sin riesgo de errores, 5.300 millones de dólares. Cuba y Venezuela fueron las voces contrarias a la arbitrariedad de la matemática de los números reales pero engañosos. 5.300 millones de dólares es una mentira disfrazada de la obviedad de la ciencia exacta. Están golpeando a Haití con la cruel espada financiera. Están golpeando al mundo al decir que las cifras son exactas.
Que los espíritus de Capóis La Mort, Toussaint Louverture, Alexander Petion, Henri Kristophe y Jean Jacques Dessalines despierten la conciencia internacional y sobre todo la del pueblo haitiano para que nos levantemos bajo tanta crueldad y mentira.
Los números no mienten, pero a veces engañan.
José Luis Patrola. Profesor de historia, miembro del MST y coordinador de la brigada de cooperación entre La Via Campesina de Brasil y organizaciones campesinas de Haití.
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