martes, 7 de abril de 2020
Jugar con fuego
Por Jugar con fuego
Una rápida mirada a las redes sociales, que no a los medios tradicionales, permite hacer una comparación lógica: el dengue ha producido a nivel nacional muchos más contagios y muertes que el virus Covid19.
La diferencia es que el virus del dengue es trasmitido por zancudos y el coronavirus tiene en nosotros los humanos y humanas el vector por excelencia.
Por esa razón también podemos verificar en las redes sociales que gracias al encierro voluntario de un alto porcentaje de la población, en obediencia al riesgo de contagio que no a la dictadura, el nivel letal de la violencia ha disminuido en las últimas dos semanas.
Sin embargo, hay que decirlo. El confinamiento social de la población está permitiendo a la dictadura una serie de jugarretas peligrosísimas, que debemos denunciar con toda la fuerza posible de esta sociedad rebelde, que ha cumplido casi 11 años de desobediencia civil a los delincuentes narcos que asaltaron el poder político en 2009.
El primer juego delante de la pandemia fue la exclusión del Colegio Médico de Honduras para imponer en su lugar a políticos religiosos sin experiencia hospitalaria y a militares bravucones, que lo único que saben hacer es utilizar la fuerza bruta para reprimir los derechos y garantías constitucionales. Es un juego contra la vida de toda la población.
Enseguida, empezaron como se temía, ese otro juego perverso del racismo político, el apartheid de los colores que convierte el hambre y la desesperación colectiva en lealtades al partido dominante de la dictadura.
Los cachurecos, en todas las comunidades de Honduras, en los pequeños caseríos, aldeas y en los grandes barrios y colonias del país, están denunciados por distribuir costales solidarios a sus bases según la lista del censo azul, con el agravante que utilizan vehículos y personal del Estado y meten entre las hojas del repollo municipal la foto y firma del dictador nacional. Y, además, valoran todo el saco en más de 2000 lempiras por familia.
Esta distribución sectaria de alimentos eleva la incertidumbre general que provocan las camionadas de muertos en Italia, el desborde de hospitales en España y el desastre sanitario y económico que sufre Estados Unidos, por culpa de su precaria dirigencia racista supremacista.
Las redes de defensores y defensoras de derechos humanos, organizadas casi a nivel nacional por el Cofadeh, han reportado vivamente esta terrible realidad de racismo político en medio de la calamidad, que ya empezó a sumar los muertos. Y esto es pólvora viva para el conflicto social, como vemos en el centro y norte de Honduras: barrios alzados con llantas encendidas reclamando justicia distributiva de la comida. Con toda razón.
Según la versión del régimen, los activistas uniformados entregan raciones a 3 millones de personas empobrecidas con problemas de alimentos durante la pandemia. Pero en Honduras el 62% de los 9.2 millones de hondureños vive permanentemente en la pobreza y el 39 por ciento en la miseria.
Sin embargo, antes de arribar a la peor de las jugarretas de esta dictadura durante la emergencia, ponemos en la lista la decisión de reabrir las fronteras aéreas, marítimas y terrestres para el retorno de los ausentes. Es verdad que quienes estaban en ruta de regresar al país tienen todo su derecho de hacerlo, pero es verdad igualmente que el régimen no tiene capacidad de hacer su registro y seguimiento sanitario para evitar una nueva ola de contagios masivos.
Esta decisión es tomada justo cuando empieza el segundo ciclo de incuvación del virus para los próximos 14 días. Es bajo la presión del sector privado más depredador que hayamos conocido que la dictadura se mueve en dirección hacia el mercado, expresando ambos su voluntad de poner la economía sobre la vida de las personas en tiempos de cuaresma cristiana precisamente. No hay tales de permitir el retorno de nuestros compatriotas varados en el exterior.
Ni el propio gobierno católico del Vaticano realizará oficios y ceremonias públicas en la Plaza San Pedro y ha pedido al mundo cristiano orar en sus casas por la salud de la humanidad, para protegerse con sus prójimos del contagio viral. Pero aquí a la secta religiosa que asaltó el Estado le vale charra el poderoso Dios de la Vida.
Sin duda lo que se pretende es mover comercialmente la semana santa, que empieza la próxima semana, en plena expansión geográfica y demográfica del virus; una pretensión que incluiría por supuesto sólo los productos y servicios de hoteles, centros comerciales y zonas turísticas, pero no la comida de la pobrería en los mercados populares.
Y ahora pasemos a la más grave de todas estas jugarretas hondureñas en línea con Washington, donde casi toda la prensa estadounidense señala a Donal Trump como el más irresponsable dirigente político del planeta frente a esta situación. Primero negó el riesgo del virus, después se burló de sus impactos en tierra de sus enemigos comerciales y ahora con la recesión encima pasa a la negación total, sabiendo que su reelección está en juego. Este domingo de pascua ha llamado a los cristianos a llenar las iglesias al tiempo que presiona duro a los demócratas para aprobar 2.2 billones de dólares encaminados a salvar las grandes corporaciones afectadas por la catástrofe y a reactivar el comercio.
Esta terrible situación de Estados Unidos, donde trabajan y viven más de un millón y medio de hondureños, ha reflejado a los grandes estados super poblados sin equipos básicos como respiradores, camas e insumos médicos para afrontar la emergencia. Nueva York donde Trump opera sus principales negocios es un ejemplo terrible. Pero en medio de esa injusticia, el Pentágono y la Casa Blanca lanzan un ataque jurídico y militar contra Venezuela usando a Colombia y a otros estados.
Dentro de esa estrategia malévola de aprovechar el confinamiento social de América Latina para deshacerse militarmente de sus enemigos políticos, Washington ha puesto en línea a Brasil, Colombia y Honduras entre otros.
Al puro estilo narco pendenciero, la mafia narcotraficante estadounidense usó el viernes los sellos de la Presidencia de Honduras para atacar en un comunicado a Nicolás Maduro, a DiosDado Cabello y a otros dirigentes bolivarianos.
Por eso, en forma valiente, el ex presidente Manuel Zelaya ha denunciado en las últimas horas que está en curso la preparación de la base militar de Palmerola para agredir a Venezuela, con la complicidad y participación directa de la miserable dictadura local.
El propio canciller de Venezuela, Jorge Arreaza, ha respondido a esa manipulación de Honduras en este juego de criminales. “!Abrase visto Honduras, un país públicamente dirigido por un capo y una confesa mafia narcotraficante familiar. Socios sumisos de la DEA. Un dizque presidente no electo, sino designado por Trump y el narcotráfico. Un gobierno represor. Una narco-colonia en todos los sentidos”. Así contestó Caracas a la osadía de Juan Orlando Hernández de buscar pleito arriba en El Caribe.
No podemos tolerar esta estupidez de las fuerzas armadas hondureñas y la dirigencia política criminal de involucrarse con Pompeo, Carmona, JJ Rendón y otros siniestros desestabilizadores que aprovechan la inocencia y la bondad de la gente para consumar sus planes diabólicos. No lo admitimos, lo rechazamos y lo denunciamos.
Y es bueno repetirlo: Si continúan adelante con este plan, deben saber que hay consecuencias. El que juega con fuego las manos se quema.
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