martes, 5 de noviembre de 2019
“Honduras, país de las maravillas”
Juan Orlando Hernández, presidente inconstitucional e ilegítimo de Honduras, ante las revelaciones en el juicio de su hermano Juan Antonio “Tony” Hernández, no se ha cansado de asegurar que, “Esto es menos serio que Alicia en el país de las maravillas”. Sus reacciones en todas estas semanas denotan nerviosismo y preocupación ante la ruptura de su techo de vidrio. Debido al canto de “narcocorrido”, que quedó más que evidenciado en la Corte Federal de Nueva York.
Honduras, al menos en la última década, ha sido el “país de las maravillas” para el narcotráfico y crimen organizado, ya que, ha sido la pista de aterrizaje de las narcoavionetas, el narcolaboratorio de los cárteles de la droga, el territorio de operaciones y muerte. En fin, ha sido el terreno fértil del narcotráfico por varias razones, entre ellas: las físicas naturales, como la ubicación geográfica estratégica en el centro de América, su amplio territorio y su conexión marítima. Sin embargo, están las condiciones sociopolíticas, donde sobresale: la debilidad institucional, y la corrupción pública, debido a la sed de poder e intereses de los funcionarios públicos.
Estructuralmente el paso de la droga por Centroamérica responde a la demanda del mercado internacional en una economía subterránea o ilícita. Siendo evidenciado por la Fiscalía de Estados Unidos, con la lista de 85 personas que tienen algún tipo de relación con el juicio, donde figuran relevantes personajes del crimen organizado a nivel latinoamericano, políticos hondureños y miembros del sistema político estadounidense.
En la historia hondureña, estamos a la vista de uno de los mayores actos de “corrupción política”, es decir, “el abuso de poder en beneficio privado” según Transparencia Internacional. Lo que implica, que autoridades públicas cometan actos delictivos abusando del poder y la investidura que ostentan. Por ello, se considera a Honduras como un “narco estado”, debido al involucramiento directo del gobierno con el narcotráfico y crimen organizado, desde la policía nacional, fuerzas armadas, diputados, ministros y las familias presidenciales de los últimos años, particularmente Lobo-Hernández. Los cuales, han sido amparados en el Partido Nacional, siendo una organización política con tendencias criminales. Ya que, también dicha estructura ha financiado campañas políticas con fondos del desfalco del Seguro Social (IHSS).
En el reciente Sondeo de Opinión Pública del ERIC, el 70.3% de la población manifestó que las instituciones son controladas por los capos de la droga. Además, el 67.3 por ciento de la población está de acuerdo en que se continúe con las extradiciones de narcos. Sabiduría popular que abona a lo expresado por la Fiscalía de Estados Unidos: “Honduras es uno de los lugares más violentos de la tierra, en gran parte por personas como el acusado (Tony Hernández) y sus co-conspiradores (entre los que se incluye a Juan Orlando Hernández – CC4)”. Revelando el impacto de la corrupción política en la cotidianidad de la población, que está permeada de violencia, criminalidad e impunidad.
“El país de las maravillas” que como hondureñas y hondureños merecemos está alejado de gobernantes vinculados a la criminalidad, narcotráfico y corrupción; pues luchamos porque las maravillas no sean saqueadas y los funcionarios públicos entiendan su papel de servidores, alejados de expertos engañosos y traficantes de los sueños de una sociedad sedienta de justicia y libertad.
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