jueves, 23 de agosto de 2018

Carta para la Libertad de los Presos Políticos en Honduras



Estimado Edwin, Raúl, Gustavo, José y Edy:

A comienzos de agosto viaje a Buenos Aires, Argentina, a participar en el “Foro por la Libertad de los Presos Políticos de los Pueblos”. Un día antes de comenzar este Foro, el 02 de agosto, los compañeros de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, los anfitriones, nos invitaron, a los delegados de otros países, a acompañarlos a “El Campito”, uno de los cuatro ex centros clandestinos de detención, tortura y exterminio que operó en  Campo de Mayo, un cuartel militar, que está a las afueras de Buenos Aires.

En ese lugar, abandonado, en proceso de investigación, de recuperación por parte de las organizaciones de Derechos Humanos, las que luchan para que sea declarado un sitio de memoria, un espacio de conciencia, se rindió homenaje a Roberto Santucho, Cacho Scarpatti y Floreal Avellaneda cuyas vidas fueron segadas por el terrorismo de estado en Argentina. Por ese lugar recuerdan, pasaron unos 5.000 detenidos. Sólo 43 sobrevivieron.

Con mi pequeña grabadora guarde registro de los discursos que se dijeron en este lugar.

José Schulman, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, dijo en su discurso que “no queremos llevar nuestros muertos con nosotros sino, una vez por todas, pararnos sobre su altura, sobre su gran altura para alcanzar la unidad y el proyecto para ser dignos”. Acto seguido levantó su voz para rendir honor a los compañeros Santucho, Scarpatti, Avellaneda y a los 30 mil detenidos desaparecidos que hubo en Argentina.

“Yo creo -continuo Agustín Cetrangolo de HIJOS Argentina- que nuestros compañeros y compañeras le hicieron honor al himno nacional. Con gloria a morir; murieron con gloria. Pero también, quiero remarcar, no buscaban la  muerte; ellos peleaban por la vida. Que nos trajeron al mundo quizás en el momento más difícil de sus vidas, en la clandestinidad, perseguidos. Sin embargo, decidieron seguir sembrando vida”.

Tomó la palabra Miguel Santucho, nieto de Abuelas de Plaza de Mayo, a quien la dictadura le arrebató a cinco de sus familiares, incluyendo a su madre y a su hermano en el vientre de ella, dijo, pensando en los suyos, que “Hay muchas enseñanzas que nos dejaron, que nos acompañan y sobre todo que nos dejan tranquilos y nos siembra en el ejemplo. Que existió en ellos coherencia entre el decir y el hacer. Esa capacidad que tenían de llevar a cabo lo que pensaban y hacían todo lo posible para realizarlo y es ese el ejemplo que yo mas quiero asimilar”.

Entre los asistentes, estaba Iris, la madre del “negrito Avellaneda”, quien preguntó a quienes estábamos ahí:“qué maldad podía tener un chico de 14 años”, su hijo, y nos dijo, con valor, con amor, “No bajaré los brazos, seguiré luchando…”.

Recuerdo todo esto porque tiene sentido, todas y todos somos parte de una misma lucha. En Argentina, en Honduras y por toda la patria grande hay gente que lucha por la libertad y la justicia social.

Como escriben Hijos de Guatemala “La memoria es la morada de nuestra esperanza, el lugar que nos abriga y nos susurra al oído para donde caminar”.

Al día siguiente, el 03 de agosto, se realizó el Foro por el cual viaje. Cuando fue mi turno de hablar, luego de escuchar las testimonios sobre la realidad de los presos políticos en Chile, del Pueblo Mapuche, Colombia, Brasil y Paraguay, lo primero que recordé fue que justamente un día 03 de agosto pero de 2008, hace 10 años atrás, viaje a un encuentro y llegué a un pueblito llamado La Esperanza. Fue la primera vez que visitaba Honduras. Fue la primera vez que conocí a Berta Cáceres, quien nos recibió a cada uno de los delegados internacionales y coordinó las actividades. Entonces, se realizaba el Segundo Encuentro Hemisférico contra la Militarización.

En esos mismos días, el 06 de agosto del 2008, todas y todos los que participabamos de esa jornada de resistencia contra la militarización fuimos hasta la Base Militar Soto Cano, ubicada en Palmerola, en Comayagua, y protestamos contra las tropas de EEUU ubicadas ahí en esa base militar de Honduras.

Un año después, el 28 de junio de 2008, fue justamente desde ese lugar, desde la Base Soto Cano, con la complicidad de EEUU, que se expulsó a Costa Rica al presidente Manuel Zelaya derrocado por un golpe de Estado el que fue ejecutado por militares hondureños graduados en la Escuela de las Américas del ejército de los EEUU.

¿Por qué recordé todo eso? Porque la detención de cada uno de ustedes y de los compañeros que están en libertad condicional son parte de una historia de mucha injusticia que no comenzó con el fraude electoral de noviembre del 2017 sino mucho antes.

En el foro, dije sus nombres y apellidos y pedí por su libertad porque quien lucha, sea esta una mujer o un hombre, defiende, en su acto de resistencia, la dignidad de todo el mundo frente a la opresión de la injusticia.

Luchar no es un delito y quienes luchamos no somos culpables de resistir con nuestros cuerpos y con nuestros corazones la injusticia de las leyes que aplican quienes nos gobiernan a la mala para favorecer a una minoría privilegiada que se enriquece de la explotación de nuestras tierra, de nuestros recursos comunes, o del trabajo de nuestra gente.

Sé por carne propia, ya que estuve dos años preso, 20 días en completa incomunicación en las cárceles del dictador Pinochet, que la solidaridad es una de las armas más hermosas que nos permitieron resistir el encierro, la prisión política, la injusticia.

Sé que llegará el día de la libertad de cada uno de ustedes y que, por sobre todo, debemos seguir luchando por la libertad más completa posible a la que aspiramos como seres humanos porque mientras exista un ser humano oprimido los demás no podemos sentirnos libres.

Desde el sur de América Latina, desde Chile, les escribo pensando en ustedes y de tantas y tantos hermanos prisioneros políticos y alzo mi voz por su libertad.

En solidaridad,

Pablo Ruiz

SOAWatch

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