jueves, 4 de mayo de 2017

Comienza Mayo

Por Melissa Cardoza

Esos animales mansos hasta no poder, con sus ojos bobos que miran quien sabe hacia donde. Mascando siempre para llenar sus múltiples estómagos, para poder producir  litros de leche para su prole, para la gente que nos comemos el queso y todo lo demás. Las vacas, animales enormes, tristes, simples productoras para otros hasta que un día son asesinadas para que también las comamos. Una vida de sacrificio, pues, la vida de las vacas, la infortunada vida de las vacas.

En un programa de televisión, la diputada Audelia Rodríguez, en sus propias palabras explicó con gran despliegue de erudición cómo las mujeres, igualmente que las vacas tal como ella manifestó,  necesitamos que personas cultas, humanistas, preparadas como ella y sus compañeros diputados nos controlen, por nuestro propio bien y el de la armoniosa sociedad hondureña en la que vivimos. 

Solo que en vez de una tranca nos ponen leyes, abogados, maridos, cárceles y sobre todo muchos embarazos no deseados. No voy a referirme al pastor porque  de su misma boca salió que no tiene pensamiento propio, por lo tanto no hay ahí dentro de su ser con quien discutir, aunque lo inviten a muchos programas de televisión. Y no voy a referirme más al discurso de esa diputada,  pues sus palabras muestran con claridad sobre lo que piensa de la ciudadanía femenina.

Voy a referirme a la valentía de las mujeres feministas de Honduras que se han dado la tarea de echar adelante un debate urgente, necesario e ineludible, el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su vida. 

Valientes son las que van a la televisión para sentarse frente a personas que van a usar razones mágicas, religiosas, unas violentas y otras casi de chiste, si no fuera tan serio el tema, pero que tienen el respaldo de una parte de la sociedad que se sostiene en el poder por esas mismas razones. 

Valientes las que se paran en la calle y se enfrentan a los grupos de jóvenes que son enviados por sus partidos y sus iglesias a decir consignas con las que se les enseñó a vivir, pero que seguro,  al menos a las mujeres jóvenes,  pronto se les acabará con su propia experiencia corporal. 

Valientes quienes en medio de tan espantosa cultura autoritaria, militar, patriarcal siembran sus argumentos bien construidos, poderosos para decir que no queremos que más mujeres mueran por abortar en la clandestinidad, que no queremos que mas médicos se hagan ricos con el miedo, que no queremos que hombres que no tienen ni el deseo ni la voluntad de cuidar seres humanos decidan lo que nosotras tenemos que hacer.

El debate del aborto en Honduras da mucha esperanza, porque expresa que aun en medio de la barbarie patriarcal neoliberal, las ideas no mueren, si hay feministas que no callan. 

No es poca cosa lo que hacen teniendo en cuenta que en ese país se vive en un ambiente represivo para los discursos que desafíen el orden de los hombres y las iglesias, que en ambos casos, mucho dicen, pero nada tienen que hacer, y entiendan bien de una vez,  en cuanto a los cuerpos de las mujeres autónomas se refiere. 

Salud a las compañeras en este mayo que comienza.

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