martes, 30 de mayo de 2017
Estimado Edickson Roberto Lemus, donde putas te encontrés
Por Héctor Flores *
Compañero.
Un día como hoy y probablemente como esta hora yo me inclinaba sobre un bulto de tierra recién removida, hundía mis dedos, recogía un poco y la lanzaba al fondo de una fosa donde una caja de madera albergaba tu cuerpo. 12 años han pasado desde entonces amigo mío, 12 años y cuando lo recuerdo parece que fue justo hoy sin tiempo pasado y futuro. Solo vos y tu memoria, el recuerdo. Quise escribir esta carta para decir que sigo promulgando, mientras puedo, el mensaje de esperanza que llevabas a los compas y a las personas que lo necesitaban. Que intento ser coherente – como me lo pediste aquella vez en una orilla del puente de Quebrada Seca – con el discurso y la forma de vida y que, pese a los miedos y las farsas del mundo este que elegimos para tomar partido sigo creyendo en la esperanza por la que vivías.
Estos días son de nostalgias por lo vivido y lo irreversible. Por ejemplo recordaba aquel primero de mayo cuando enfundado en tus pantalones blancos - marcados con consignas contra el Área de Libre Comercio Centro América y el Plan Puebla Panamá – gritas recio contra la privatización del agua, contra los terratenientes y ante la eminente invasión militar gringa en el territorio nacional. Cuanta verdad tenían tus palabras fíjate Edickson. Las mieles del poder de las que hablabas han empalagado a más de alguno y alguna de los que vos conociste y los militares – con el asesoramiento gringo – invaden las calles de nuestros pueblos, si ese mismo pueblo por el que diste la vida.
A menudo me pregunto si ha valido la pena tu martirio Edickson, tu muerte. Si no sería mejor si estuvieras acá y anduviéramos ahí gritando – como majes – que el mundo puede ser mejor, que Honduras puede ser de todos y todas y que vivir la vida sin dejar un legado es mejor no haber vivido. Sabes me he dado algunas vueltas por las tierras aquellas que fueron la causa de tu muerte y créemelo, que para esas tierras vos eras más importante pero vivo, han perdido el brillo, la capacidad de parir esperanza.
Hay gente dentro del movimiento que te quiere a bien. Yo he hablado con algunos de ellos y te recuerdan con mucha nostalgia, aunque a veces, esa nostalgia es un tanto efímera. Hablan de tu lucha, de tu entrega, de tu andar coherente y de tu amor sin medida. Pero hablan de vos como muerto y eso me duele mucho por que vos, compañero, no deberías estar muerto, deberías, como dije hace un rato andar en las calles jodiendo al imperio, conmigo, como lo hacíamos aquellos días.
Se me hiso lo de la poesía fíjate y te escribí un verso. Una pendejada que no llega ni a la sombra de lo que vos fuiste pero que te sitúa en el valor que mereciste. Y lo leo y con él te nombro, reclamo justicia, condeno tu desaparición. Sigo exigiendo en los espacios que me es posible que tu memoria no se olvide y que, tampoco, se use solo como estandarte de lucha tu martirio. Tenemos con vos una obligación moral y ética que no puede permitirnos la opción del olvido ni el aprovechamiento mal sano de lo que fue tu proyecto de vida. tal vez no se me den mucho lo de los talentos pero, seguro que si, se me da lo de la amistad y me siento honrado de sentir que fui tu amigo.
Un mayo como hoy vos y yo gritamos que queríamos un mejor mundo, caminamos con la lengua de fuera para honrar a los mártires de El Jute, celebramos la vida de los compas de el Astillero y leímos versos de Benedetti y cuentos de Galeano después de una buena sacudida de los chepos por ñangarosos. Pero a vos te jodieron los asesinos y a mi me jode la memoria. A vos Edickson te quitaron la vida y te fuiste digno y yo me consumo en esta vida entre la coherencia necesaria y la politiquería partidaria. Y un mes de Mayo te fuiste hijo de puto y desde entonces te extraño un vergo y la lucha me asusta más.
Yo cierro los ojos y te encuentro. Vos seguís ahí inclaudicable, rebelde y contrapuesto. Yo abro los ojos y sigo acá esperando no defraudarte y que cuando el encuentro se vuelva a dar tengas orgullo por mi y la vida que he vivido. Te abrazo en la distancia compañero, amigo, hermano.
Hasta siempre compita
Chaco de la Pitoreta
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