martes, 16 de mayo de 2017

No es un juego, cuidémonos de la Ballena Azul



Por Héctor Flores *

Tómeselo muy en serio, piénselo, medítelo profundamente y hágase propuestas para revertir este fenómeno que nos invade hasta por las redes sociales. La seguridad de sus hijos, la patria de sus hijos, el futuro de la sociedad hondureña está en juego. La Ballena Azul no es invento, es una cruda realidad, un monstruo voraz, una amenaza para la humanidad. Y está entre nosotros y nosotras tatuando desgracias, enraizando desigualdad.

La Ballena Azul  -la del hombre-  saqueó todo el erario público y el no tan público. En el basto océano hondureño donde ayer florecían cardúmenes de esperanza hoy hay escombros. Los servicios básicos públicos se privatizan, las medicinas las hacen de harina y El Pozo solo es para quienes van descalzos. En Tegucigalpa hizo autopistas que después arrancó, arrasó los arboles del bulevar y para jorobarnos la memoria instaló internet en el Parque Central. No hay más ENEE, IHSS, HONDUTEL, EDUCACIÓN, SALUD… todo eso lo arrasó la Ballena Azul.

Se acabaron las carreteras para todos y todas, el bosque y el agua nos son negados, el subsuelo  y los bienes naturales ahora son transnacionales y quien se oponga a ello será estadística en los libros finales. Lo que la Ballena Azul no se puede tragar lo concesiona, lo entrega y nos destierra. No hay más humanos y si queda alguno no tiene derecho. Prioriza las grandes corporaciones ante los ciudadanos y exporta desempleados para malgastar la remesa. 

La Ballena Azul ahora nada con libertad en las aguas jurídico-nacionales. Controla la Corte Suprema de Justicia, tribunales, jueces e investigadores. Tiene potestad sobre las iglesias, la sociedad civil y los órganos de vigilancia social. Compra voluntades o las calla. Y es tan fuerte el poder de esta Ballena que hasta se va a reelegir sin importar algún asunto de inconstitucionalidad. Tiene control sobre policías, militares y empresas de seguridad privada. Controla los fondos de las incautaciones y en el amparo de una ley de secretos y seguridad nacional, se come lo que se le antoja y no rinde cuentas a nadie. Y de paso, si solo de paso, si usted se le ocurre llevarle la contraria cargue con su cruz de terrorista y criminal.

Acabó con todo lo que pudiera ser su competencia. Atacó por el lado de las ambiciones a los débiles ante el poder y a los que no les dio por ese lado les destapó pendientes que se traducen en silencios. Se sabe la lección del principio de incertidumbre y mientras todos los cardúmenes se idiotizan con su canto subliminal se va apoderando en silencio de todo el banco de coral.  Pero lo peor de la ballena azul es la indiferencia que ante ella tenemos. La información siempre fue pública pero no le quisimos hacer caso. Nos piden la dirección de casa, los números de cédula, las cuentas financieras y nuestra cercana amistad y con eso llenan los listados para el día de votar.

De manera que la Ballena Azul no es cuento, es merita verdad. Cuidemos lo que tenemos o nos quedamos sin más. Si le queda alguna duda pásese por el ejecutivo, el poder judicial, hable con pastores y uno que otro cardenal… pregunte.  Y verá que este asunto de la Ballena Azul no es cuento de redes sociales, en Honduras es la puritita verdad.

* Chaco de la Pitoreta

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