martes, 7 de septiembre de 2010

Nuevo pacto social o estallido

Radio Progreso

El fenómeno de la migración es una auténtica válvula de escape para evitar un estallido social. Resuelve por una parte la expulsión de una juventud desempleada, resentida, inquieta y cuyas energías tienden a buscar salidas a su rebeldía y a su situación de inseguridad, normalmente por la vía de la violencia y de la agresividad hacia una sociedad que los discrimina y criminaliza.

La migración resuelve a su vez una economía resquebrajada a través de unas remesas que llegando directamente a manos de los familiares de los inmigrantes, casi de inmediato pasan a potenciar los proyectos agroindustriales, comerciales y de turismo de la altísima elite empresarial hondureña. Los inmigrantes pobres son así el factor decisivo que sostiene el modelo económico excluyente, consumista y productor perpetuo de desempleo y de violencia hacia los sectores marginalizados, los cuales se ven obligados a tener puesta su mirada en las oportunidades del Norte Carnicero.

Con el freno que estaría suponiendo matanzas como la de Tamaulipas, la presión de la rebeldía y resentimiento de la juventud desempleada y maltratada, aumentará irremediablemente. E inevitablemente disminuirá el flujo de remesas, lo que incide directamente en un modelo sostenido por un sector empresarial y comercial oportunista y parasitario, acostumbrado a vivir tanto de chupar del Estado hondureño como de los “pobredólares” que envían a costa de sacrificios y desprecios desde el poderoso país del Norte.

En Honduras estamos en la obligación de convertir los destrozos como el de Tamaulipas en oportunidad para repensar y reorientar el país por otros caminos que no sean los que se sostienen en este infernal fenómeno de la migración. Estamos obligados a tomar caminos muy distintos a los que hemos seguido a lo largo de estas décadas. Si se frena el fenómeno migratorio, aumenta el estallido social en Honduras con el aumento de la presión por parte de una juventud a la que se le van cerrando las oportunidades. Y si continúa el fenómeno con los mismos dinamismos, el modelo podría seguir funcionando, pero a un costo humano tan enorme que tampoco se podrá sostener sin que se acabe quebrando más temprano que tarde.

Cambiar el rumbo del país sigue siendo la tarea política inevitable, y en la que estamos llamados a comprometernos todos los sectores de la sociedad a partir de un nuevo pacto social, el cual más que terquedad insensata, ha de ser una propuesta que no provenga ni sea liderada sólo por las elites empresariales y políticas, sino desde la participación plena de los diversos sectores de la sociedad. Sólo este cambio de rumbo nos podrá salvar de un estallido social y político, el cual será mucho más costoso en la medida que prolonguemos esa nueva ruta de salida.

Es un llamado para todos los sectores, pero de manera muy especial para los sectores políticos y empresariales que actualmente siguen afanados en buscar soluciones desde su propia lógica, como si no cayeran en la cuenta que el barco se va hundiendo, y que se necesita un viraje de timón enérgico y audaz, y eso significa que se debe romper con esa lógica de los grupos de poder de entender que el país se gobierna sólo desde ellos.

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