sábado, 19 de diciembre de 2009
Ser o resistencia
Por Fabricio Estrada
Hace un par de meses leía algo sobre el no poder sentir el paisaje de un país extranjero por el simple hecho que el paisaje mismo estaba explicado con palabras extranjeras; es decir, que la lengua misma construía en nuestro cerebro lo que veíamos, dándole una esencialidad sólo aprehensible en el misterio del ser.
Reflexionando sobre ello, siento que esta apreciación puede servirme de llave maestra para entender este entorno hondureño que nos ha dado por heredad el Golpe de Estado y sus horrores. Sabemos quiénes son los orquestadores y los momificadores. Sabemos que de ellos ha partido gran parte del sentido arquitectónico y del paisaje ultra-capitalista que ha terminado por aplastar los requicios de cierta noción de nacionalidad que teníamos.
La interpretación de las fiestas, el acomodo de la conciencia en los moldes maestros del mercado empresarial... todo se ha diluido y por lo tanto, nos queda un rechazo a estas manifestaciones de una clase económica y política que no habla nuestra lengua, en el sentido descrito inicialmente.
El pueblo hondureño en Resistencia se niega a adornarse con las lucecitas de "sus" navidades, se niega a la aglomeración de sus Malls con sus navidades empaquetadas. Se siente en el ambiente, se vio en los botellones vacíos que gritaban nuestro rechazo a Ferrari y el golpismo...¡Es de verse! ¡Es de sentirse esta negación que supera a la simple explicación de la gravedad económica en que estamos!
Esto es algo más profundo y por lo tanto liga con lo espiritual, con la conformación de algo inédito en nuestras concepciones. La Resistencia ha ido, indudablemente, más allá de lo que suponíamos.
Hace un par de meses leía algo sobre el no poder sentir el paisaje de un país extranjero por el simple hecho que el paisaje mismo estaba explicado con palabras extranjeras; es decir, que la lengua misma construía en nuestro cerebro lo que veíamos, dándole una esencialidad sólo aprehensible en el misterio del ser.
Reflexionando sobre ello, siento que esta apreciación puede servirme de llave maestra para entender este entorno hondureño que nos ha dado por heredad el Golpe de Estado y sus horrores. Sabemos quiénes son los orquestadores y los momificadores. Sabemos que de ellos ha partido gran parte del sentido arquitectónico y del paisaje ultra-capitalista que ha terminado por aplastar los requicios de cierta noción de nacionalidad que teníamos.
La interpretación de las fiestas, el acomodo de la conciencia en los moldes maestros del mercado empresarial... todo se ha diluido y por lo tanto, nos queda un rechazo a estas manifestaciones de una clase económica y política que no habla nuestra lengua, en el sentido descrito inicialmente.
El pueblo hondureño en Resistencia se niega a adornarse con las lucecitas de "sus" navidades, se niega a la aglomeración de sus Malls con sus navidades empaquetadas. Se siente en el ambiente, se vio en los botellones vacíos que gritaban nuestro rechazo a Ferrari y el golpismo...¡Es de verse! ¡Es de sentirse esta negación que supera a la simple explicación de la gravedad económica en que estamos!
Esto es algo más profundo y por lo tanto liga con lo espiritual, con la conformación de algo inédito en nuestras concepciones. La Resistencia ha ido, indudablemente, más allá de lo que suponíamos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario