domingo, 13 de diciembre de 2009

La muerte moral de los golpistas: humor contra el golpe

Vos el Soberano

La Pelona, la Catrina o la Huesuda, en el mes de los muertos se ha llevado a muchos y muchas golpistas confesos y taimados. El soberano, el pueblo, los declara moralmente muertos. Los actos que precipitaron el deceso de estos individuos están directamente ligados al golpe de Estado del 28 de junio de 2009 y a sus viciados procederes.

Al llegar al inframundo los y las golpistas fueron efusivamente recibidos por una comisión de golpistas de antaño encabezada por Oscar Flores, Ortez Sandoval, Alvarado Puerto y Zuñiga Agustinus, entre otras seres juzgados por el tribunal de la historia.


Hoy damos a conocer la necrología de las mujeres golpistas, algunas de las subjetividades que sobre ellas han aflorado y las circunstancias que rodearon su fallecimiento. En otra entrega presentaremos el obituario de los hombres golpistas. Los apelativos de los y las golpistas están escritos en letras color morado porque ése es matiz de la necrosis del bipartidismo rojiazul.


Mirnilla Castro falleció en su 45 cumpleaños a consecuencia de las quemaduras de tercer grado sufridas, cuando frente a la Catedral de la capital, prendía fuego a los libros “progresistas y revolucionarios” de Froylán Turcios, Alfonso Guillén Zelaya, Heliodoro Valle, entre otros autores nacionales publicados por la Editorial Cultura de la Secretaría de Cultura Artes y Deportes (SCAD). Dicen que también pretendió quemar los libros publicados por el Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), sobre todo aquel libro sobre los documentos de la policía secreta del dictador Tiburcio Carias. Los hechos han mostrado que los colorados cada día se parecen más a los cachurecos. Y es así que la redomada fascista Mirnilla, como integrante del régimen dictatorial de Goriletti, percibía que la historia podía ser peligrosa, por eso despidió a los críticos y valientes profesionales de la historia que no se alinearon con sus políticas, y prácticamente desarticuló el Centro Documental de Investigaciones Históricas de Honduras (CDIHH). Muera la inteligencia fue su consigna, el quemar libros su misión y colocar chafas e ineptos en las dependencias bajo su cargo su afán.

Mirnilla con pirómana emoción, equivocadamente lanzó al fuego el último número de la revista Estilazo, donde ella aparecía en la portada ataviada como princesa maya sentada sobre el Altar Q, con un diseño de alta costura elaborado por Melliza Callejas, quien fue asesorada por Argucia Pastel sobre qué motivos utilizar en la tela y qué insignias grabar en la joyería para simbolizar la opulencia maya. Esa revista que cuidaba con celo, se agotó pronto, ya que obligó a todos los empleados de la SCAD y el IHAH a comprarla, y la SCAD adquirió varios ejemplares que donó a todos los lujosos salones de belleza de la capital.

Mirnilla, por tratar de rescatar esa revista de las llamas, resbaló y cayó en la hoguera. Inmediatamente sus medias de lycra y chaqueta de polyester de color verde olivo agarraron fuego. No pudieron rescatarla de las sofocantes llamas porque estaba rodeada de varios galones de kerosene traídos por los soldados para la masiva quema de libros. Malvada Bardales y Marrullera Castillo, afiliadas al sindicato de esa secretaria, a quienes Mirnilla compró incrementándoles los salarios, temiendo quemarse, permanecieron estáticas y distantes al siniestro, mientras leían Kromos y Estilazo y se tapaban la nariz por el fuerte olor a cuero de borrica que emanaba de la hoguera.

Mientras vivió, la frívola Mirnilla patentizó con lamentables hechos que su gracia física era inversamente proporcional a su inteligencia, y que el ministerio de incultura que forjó, sólo le interesó como espectáculo para convocar a la prensa y que las cámaras la fotografiaran. En el inframundo, ya finada, esta analfabeta consumada, que desconocía la figura histórica de Morazán, no se inquietará más por hacer el ridículo y buscar cual salomé que la gerontocracia de medrosos y rastreros letrados la acompañen y le escriban sus discursos sobre historia y cultura. La Huesuda se la llevó. Sólo cenizas quedaron de esta protagonista del golpe a la cultura nacional; su actuar para Honduras fue tragedia y farsa. Fue una caricatura, una impostura de intelectual.


Luz Ernestilla falleció víctima de un infarto masivo provocado por una iracunda furia, cuando en una reunión de la Unión Cínica para la Desgracia de Honduras (UCD) pronunciaba un emotivo e incendiario discurso archi, recontra, anti Melista, y un “distraído” varón, que controlaba el sonido se equivocó, se salió del guión, y puso la canción Urge Mel a todo volumen. El hombre nervioso, al escuchar un largo NO desgarrador seguido de un profundo suspiro proveniente del estrado, buscaba la pista correcta, el himno de La Alegría, o las canciones de Moisés Canelón, o las de Vil Lite Anderson, pero sólo encontró la del Poder Ciudadano y esa tonadita lleno el espacio (parece que ese “distraído” tenía corazón de vaquero olanchano).

La otrora reina de belleza finalmente no pudo dominarse, su faz se tornó de color verde olivo, babeaba espuma de matiz biliar y se desplomó de la tarima. Moribunda decía mirar a una esquelética figura asomarse, que al principio confundió con su ascendiente, el “flaco” cacique Mejía Arellano, comprendió entonces que La Huesuda venía por ella. Aceptó su destino porque sabía que había hecho buen trabajo enseñando a sus descendientes, al igual que su marido Moses Oleostarkman, cómo se ordeña diariamente la teta de la hacienda pública y se justifica el aprovechamiento de los fondos internacionales (para beneficio personal) por medio de la Fundación Luz-bel, creada por ella, y cuyo fin único ha sido mantener su decadente figura. Sin duda, Luz Ernestilla mientras existió supo que vivir fuera del presupuesto del Estado era vivir en el error.


Armada de López Tonteras murió por un paro respiratorio producido por un mal manejo de la anestesia general en el quirófano, cuando se sometía a la enésima cirugía plástica facial, esta vez para aplanar las arrugas de los labios y la naríz. Al mismo tiempo se practicaría una liposucción de abdomen y papada. Quería lucir renovada, como una lozana veinteañera, para la siguiente marcha contra la Restitución de MEL que organizaba con Luz Ernestilla, Marta Loreta y Marciana Acussé con fondos del pueblos entregados por el jurásico Pin Pon Malversador. Además, a la otoñal estirada y remendada señora, le llegaron rumores que su marido, el canciller de facto López Tonteras alias Contraeras, suspiraba por la vice-canciller legítima, la guapa y joven Beatriz Valle. Se decía que él apenas toleraba en cancillería (más parecido a un ministerio de Interior) a Marta Loreta porque además de que lo eclipsaba, la frialdad que transmitía esa señora, le inhibía su virilidad, que no recobraba ni aún con llevar puesta su curtida gorra de la estrella solitaria.

En el quirófano, mientras iba quedándose dormida, Armada sonreía feliz al recordar que Mirnilla Castro rubricó su visto bueno a la carta enviada por la UCD solicitando a la SCAD que Editorial Cultura publicara el libro, que desde marzo de 2009 preparaba y se titulaba, “Armada de López Tonteras revela sus secretos: cómo mantener la juventud y la figura en las marchas golpistas, un manual de belleza para mujeres fascistas.” El libro fue prologado por Luz Ernestilla, los pretendidos escritores, vergüenza de Olanchito, Juanfer y Juanra. Armada soñaba que lo presentaría en una gala nocturna en la madriguera de golpistas, el Museo del Hombre; la velada la amenizarían los golpistas cantores ceibeños Vil Lite Anderson, Moisés Canelón y Aureliano, el diputado. Imaginaba que la aduladora Nora Chambres del telegolpista programa Gente Perfumada cubriría ese evento. La Catrina, sin embargo, tenía otros planes y se le adelantó. Armada, “la frankestein,” ya no espantará más a los niños.


Marta Loreta Alvarado, “la Frígida”, murió por una depresión aguda causada por el descubrimiento que las solapadas jóvenes militantes de Provida, asiduas marchistas de blanco, entre ellas algunas estudiantes de las universidades privadas, utilizaban las pastillas de emergencia, conseguidas en el mercado negro, después que se publicó el Acuerdo Presidencial que prohibía su venta (un derecho conculcado a las mujeres por las influencias de esta oscurantista mujer), y disfrutaban plenamente de sus cuerpos y sexualidad. Al Cardemal que llegó a darle los santos óleos le repetía: “padre cada vez que me entregué a mi marido, juro que no fue por vicio ni fornicio, sino por el puro sacrificio para procrear hijos fascistas.” Murió con las fotos de los curas Escrivá y Ratzinger en sus manos.


Marciana Morticia Acussé cometió suicidio cuando vio que su deformante artritis avanzaba y ya no le permitiría falsificar con su puño y letra las firmas de las cartas de renuncia presidenciales y de altos funcionarios públicos, que tanto gustaba hacer. En su escritorio encontraron una carta de despedida (autofalsificada) y varios planas de papel con ensayos mal logrados de la firmas de Micheletti, Romeo Vásquez, Saavedra, Rubí y Rivera que preparaba por si se ofreciera presentarlas en futuros golpecitos. La encontraron vestida como Morticia Adams con un lirio negro en sus manos. El parte forense, que se ocultó a la prensa, dictaminó que murió de una sobredosis de somníferos con los que la abastecían sus amigos farmacéuticos golpistas, quienes también “bajo bajo” continúan vendiendo la prohibida pastilla del día siguiente.


María Tuerta Díaz fue una de las tantas víctimas lamentable de femicidio, a quienes el Estado ha olvidado. Se sospecha que el victimario fue un enamorado de su juventud, militante opusdeista en las filas Elvincistas, quien jamás pudo aceptar que Tuerta Díaz participara en las planillas del evangélico Maldonado como designada a la vice presidencia. Tampoco estuvo de acuerdo con el falso y oportunista discurso pro feminista de Díaz para escalar posiciones políticas y conseguir puestos públicos para succionar la teta del tesoro público, ya que él es un recalcitrante reaccionario que mantiene una visión patriarcal de las relaciones de género, por cierto muy amigo de Marta Loreta.


Gabi-lana Golosa Núñez conocida también como la “Baty Chica” (encumbrada por Time y CNN como parte de la generación milenio neoliberal latinoamericana) o la “Chica del Fondo” (pero no de una ajustada saya, si no del Fondo Monetario Internacional por lo solicita a cumplir siempre la directrices de ese organismo multilateral contra los pobres de Honduras), fue una de las tantas víctimas de la influenza porcina, pero en su caso agravada con dengue hemorrágico; un mosquito la picó en un vigilia ecuménica a favor del golpe presidida por el Cardemal y los pastores René Peñanegra y Fariseo Reyes (el apóstol que profetizó contra Goriletti en la huelga de hambre de los fiscales) frente a la Casa de Gobierno.

En un inició confundió los síntomas con una gripe común, porque nunca perdió su buen apetito y seguía comiendo las papas fritas y las hamburguesas gratis de Burgolpe King que le enviaban sus amigos propietarios, los exentos de impuestos. Fue llevada a la emergencia del Hospital Escuela por sus empleados en un montacargas porque las ambulancias públicas no tenían gasolina. No pudieron salvar su vida, no habían medicamentos, reactivos y pintas de sangre en ningún hospital público, porque ella como Secretaría de Finanzas de facto redujo el presupuesto de la Secretaría de Salud y reorientó las partidas para destinar fondos a Frito Acussé para las marchas de blanquitos, a financiar el lobby de Lanny Davis en Washington, a pagar altos honorarios al grupo negociador golpista (La China Morales, Bobicio Vileza Bermúdez, Artón Cagadales Alvarez, etc) y a pagar caras pautas a las cadenas de TV y radio y a periodistas tarifados para sostener la farsa de la sucesión presidencial.

Laizzy Flores Acussé murió de deshidratación. Sufría de “nervios”, resultado de varias crisis introspectivas sobre su proceder cobarde y calculador en la crisis del golpe. Su padre, el llamado “príncipe del mal”, siempre le ha dirigido su accionar en la política. En su interior, siempre supo que las posiciones políticas que ha ocupado le habían sido dadas por su padre, no las había conseguido por mérito propio; sabía que también heredó la mediocre pluma de su padre. En su meditar oía voces que le gritaban golpista y madrasta de la patria. También escuchaba la voz y las carcajadas de su abuelo golpista O. Flores, quien traicionó al Presidente Ramón Villeda Morales cuando éste fue golpeado en 1963. Miraba por todos lados el dedo acusador de la virgen de Suyapa y el de Juan el Bautista señalándola. Soñaba con Obed, Magdiel, Roger y Wendy y otras víctimas de la dictadura gorila que su padre ayudó a llevar al poder; esos mártires, como dijo Débora Ramos, llevan en sus labios ramos de olivo. Su confusión emocional se agravó cuando el canoso Custodio de las élites en un desliz, producto de sus inclinaciones seniles, la acusó de terrorista mediática en un programa de Regato Alvarez, porque en el diario florista La Triquiñuela, “una voluntad al servicio de los oligarcas”, se publicaban notas de los “comunistas” Mundo Orellana y Moncada Silva y eso enojaba a su íntimo amigo Joya Vil.

Laizzy pasó sus últimos días, a solas, recluida, escuchando las canciones de la Resistencia y viendo en You Tube los videos de sus marchas y la represión de que eran objeto por parte de chafas y chepos y hasta chepas. Envidiaba la autonomía, espontaneidad, elocuencia y popularidad de la Pichu y que el padre de ésta, el llamado “Comandante Vaquero,” se hubiera convertido en un icono para las masas hondureñas. Lamentaba que los de su estirpe Flores, su padre y abuelo, nunca conquistaron verdaderamente el favor del pueblo.

Buscó la indulgencia divina y acudió a confesarse con el prelado beneficiado por Flores con una mesada de 100,000 lempiras (dónde quedó la separación Estado e Iglesia), el Cardemal, y le dijo: “su eminencia acúsome de ser golpista.” El Cardemal le contestó que no podía darle la absolución porque él no creía que era pecado ser golpista para defender los intereses de la élite y que en su caso lo golpista era hereditario. Que no malentendiera las cosas, le aclaró que su discurso cuando él era Obispo en la CELAM, el evangelio a favor de los pobres, sólo fue para ganar imagen y avanzar en la jerarquía eclesiástica. Para calmarla le recomendó: “Ve con Santos, Tamayo, Melo o Milla, talvez esos curas revoltosos, seguidores del ñangara Lupe Carney, te absuelvan”. Laizzy fue encontrada sin vida, deshidratada, camino a occidente, iba como peregrina, en busca de clemencia.


Lana Abarca murió a consecuencia de los traumatismos craneales causado por la caída desde lo alto de unos de los edificios de las ruinas de Copán. Acompañaba a un equipo de publicistas extranjeros que contrató para una campaña para atraer turistas a Honduras; estaba preocupada porque sus amigos de la CANATURH habían disminuido sus ingresos, a pesar de la promoción del turismo interno, a precios de gallo muerto, al 2X1 o al 3X1. La ministra de turismo de facto quería salvar su pellejo y reaccionó contra las declaraciones del ministro Melista, Ricardo Martínez, quien había dicho en una feria de turismo en El Salvador que en Honduras se vivía una situación no apropiada para hacer turismo, debido a que las garantías individuales fueron conculcadas por el régimen de facto. Al temerario Martínez, se rumora que los jerarcas del sector turismo golpista hasta buscan expatriarlo, tal como lo hicieron con el presidente Mel. También acosan a miembros de su familia.

Al equipo de publicistas procedentes de EU, Lana Abarca los hizo llegar de Roatán a Copán Ruinas en helicóptero para que no vieran las marchas y el graffiti de la Resistencia Noroccidental por la carretera desde La Lima, SPS, La Ceibita, La Entrada hasta Copán Ruinas. Para montar su “show”, que en Honduras todo era paz y alegría, realizó en la capital, SPS y Roatán un “casting” para seleccionar a personas con pinta de extranjeros del mundo anglo europeo, tez blanca, ojos claros y cabellos rubios alaciados (muchos marchistas blanquitos fueron elegidos). Los seleccionados fueron transportados en dos buses de lujo protegidos por un convoy del ejército; los vistió como turistas y los distribuyó en el parque arqueológico y en el pueblo de Copán Ruinas para que las cámaras captaran la atmósfera de tranquilidad en que los visitantes hacen turismo cultural. Solicitó ayuda a Mirnilla Castro y ésta le envió al arquegolpista Argucia Pastel para hablara sobre la gloriosa dinastía de Yax Kuk’ Mo’ y la esplendorosa arquitectura maya, porque había que mostrar que en la Honduras del pasado, tal como en la del presente, no habían diferencias de clase y se vivía en armoniosa paz, como en el Hotel Honduras maya en la década de 1980. Y de esa grandeza pasada es de la que debíamos sentir orgullosos, la pax maya.

En su agonía Lana Abarca recordaba las declaraciones del rosáceo gordito Martínez, juró vengarse de él y balbuceaba que iría como alma en pena a jalarle las rechonchas piernas mientras dormía. Desde entonces Martínez porta un escapulario.


Vil Mal “la China” Morales murió por asfixia. Se atragantó con el huesito de la buena suerte cuando engullía, con la boca llena mientras hablaba, una picante gallina rostizada en una cena con el no menos glotón Artón Cagadales Alvarez. En el abundante banquete, los corruptos compinches celebraban cómo burlarían una vez más al pueblo con los Acuerdos firmados en Tegucigalpa. La China Morales en su ahogo recordaba el “swampo” porteño donde creció y miraba a su paisano golpista el Chino King Kong Arévalo. También rememoró sus chuecas maniobras en HONDUTEL, el post (auto) sobreseimiento del juicio que tenía pendiente y que debió impedirle por ley ser presidenta de la Corte Suprema de Justicia y la forma cómo violentó repetidamente la ley de la carrera judicial y su reglamento mientras estuvo al frente del poder judicial. Se enorgullecía de haber sido leal lacaya del bipartidismo rojiazul de Callejas, Maduro, Micheletti, Flores Facussé y otros. En su últimos momentos pensó que estos personajes llenarían su tumba de flores y coronas por el buen servicio que les prestó y que el Cardemal, auxiliado por Pineda Pastel, oficiarían la misa de cuerpo presente en la Basílica de Suyapa para el perdón de sus pecados.

Danielle Nalgarette murió por repetidos sustos y anhelos truncados en los sucesos post golpe. Su histerismo habitual, que traicionaba las mejores luces de la Francia revolucionaria, se agudizó al ver cómo las que consideraba turbas de la Resistencia escribían en los muros de la catedral de Tegucigalpa mensajes tales como: “Nosotros escribimos nuestra historia” o “No más animales con armas” y le ofendían a su Cardemal con escritos que decían: “Cardemal prostituta de la oligarquía.”

Madame Danielle, si bien es una estudiosa del patrimonio histórico construido, en su arrogancia clasista, pareciera confundir que el conocimiento del pensamiento social adquirido en Francia, equivale a la aburguesada noción de las clases medias provinciales, aspirantes a integrar la selecta élite nacional, que Paris es sólo alta costura y fina perfumería. Pensó (con un ausencia crítica del significado sociohistórico de los hechos acontecidos) que estábamos en estado de guerra, sería por su cercana familiaridad con reservistas del ejército, y que esos vándalos y revoltosos plebeyos, autores de los graffiti, quienes manifestaban su repudio al golpe, le destruirían su casco histórico. Por ello, desde su oficina de Centros Históricos anunció que mandaría a elaborar señalizaciones como escudo contra las chusmas, especialmente en el edificio del Museo del Hombre Hondureño, guarida de sus amigos cachurecos golpistas.

Esta dama, a lo tibio, afrancesada solía escribir tous les jours dans son journal en francés y de ese diario presentamos un par de entradas que hemos libremente traducido. En ellas revela los íntimos deseos de su corazón y los atributos de su calaña.
“Yo que soy del servicio civil del Estado cómo me encantaría integrar una comisión de lucha contra la corrupción, así la gente creería que soy persona decente. La verdad es que yo practicaría el népotisme y aprovecharía el tesoro público para mis intereses personales. Por ejemplo, emplearía a miembros de mi familia. Yo sueño con burlar la buena fe de mis superiores y emplear a mi marido, un artista de poca suerte, en los proyectos en los que yo participo. Así me ayudaría a cubrir los gastos domésticos. Últimamente no vende sus pinturas. Elisita Acussé de Nasser, una de sus buenas clientes, no le ha comprado cuadros, porque tienen que financiar las marchas de blanco. Creo que iré a esas marchas para que me vean. Al fin y al cabo esos huelen a perfume francés, no a pacuso como la chusma de la Résistance, que se ha dejado arrastrar por el mesiánico Mel. También yo aprovecharía mi puesto público para el avance de mi carrera profesional. Todos esos reportes que he escrito como parte de mi trabajo y que fueron financiados por la cooperación internacional los publicaría. Bien dicen publica o muere. Así mi curriculum se engrosaría.”

En otra entrada de su diario anotaba: “tengo que moverme entre mis amistades y contactos golpistas para ver si puedo conseguir una cita con l'ignorant et prétentieux Mirnilla Castro. Le haré llegar mi curriculum. No estaría mal ser Gerente del IHAH. En río revuelto ganancia de pescadores. Lo pensaré bien. Ese sueldito no me caería mal. Bueno, al menos me gustaría que me nombraran la crónista de la ville de Tegucigalpa.

En la más reciente entrada decía: “bueno ahora que la Mirnilla por fin corrió a la jefa de la Unidad de Historia. No estaría mal que me dieran esa plaza, pues así tendría más control sobre ciertos proyectos que me interesan. Hablaré con mi jefa Evarista, al fin y cabo ella y yo sabemos acomodarnos a las circunstancias del golpe.”
Estas aspiraciones se quedaron en el aire por su repentino deceso causado por “repetidos soponsios agudos”. La mort a la permission.

Evarista Paraíso se rumora que murió por un desconcierto emocional. Dicen que no pudo con el remordimiento de conciencia sabiendo que ocultó que la Mirnistrilla de Incultura de facto destituiría al legítimo Gerente del IHAH. Dio la espalda a su jefe, quien que le brindó la oportunidad, a pesar de su inmadurez, de asumir una subgerencia en el IHAH. Ni siquiera su hada madrina le hubiera dado esa oportunidad. Esta posición la llevó a viajar a muchos países, capacitarse y relacionarse con personajes de alto nivel como embajadores, secretarios de cultura y profesionales de las artes, la antropología y la historia. Incluso libró la dura semana del golpe, que muchos hondureños sufrimos, porque se encontraba viviendo un tórrido receso en un país sudamericano. Ni la realidad histórica sufrida por el pueblo al que sometió la violencia del dictador Pinochet la hizo reflexionar. Jamás entendió la trascendencia histórica de la coyuntura que Honduras vivía. Tal parece que pasó las asignaturas de historia de Honduras, pero la historia no pasó por ella. Sufría de insomnios recordando que conocía de antemano el complot que preparaba el señor feudal de la hacienda copaneca Lilarosa para destituir a su jefe y calló. No aceptó el puesto de Gerente que le ofrecieron los golpistas por cálculos y conveniencia futura y para no contrariar a su hada madrina. Su virtud camaleónica le permitió con singular maestría servir a dos amos y a dos proyectos distintos (uno legítimo y otro ilegítimo). Pero al final escogió su sino. Decidió autoflagelarse. El cilicio y la inanición fueron sus formas de expiación. Pidió que cremaran sus restos y arrojaran sus cenizas en las ruinas copanecas, las que consideraba su Edén, el vergel de los orígenes.

Margara Montesinos murió repentinamente y por causas desconocidas. La encontraron inerte, sentada frente al TV, veía los videos grabados por ella sobre el golpe (maquillado como sucesión presidencial) del programa para miopes por excelencia Treinta/Treinta (número emblemático de los vendidos Iscariotes). Por ello, algunos viejas amistades atribuyen su inesperado deceso a la penosa memoria del añejo, casi platónico idilio, con uno de los Pastor Fasquelle en su Yo acuso calificó como “cómplices de crímenes contra la república,” el manipulador de noticias telegolpistas, Melgargután. Bien dicen que ver ese programa causa ceguera letal.

Otros consideran que murió de una especie de “bochorno intelectual,” porque Margara pensó que los artículos que escribió sobre los acontecimientos del 28 de junio eran análisis serios que romperían paradigmas. Sin embargo, esos escritos revelan la emotividad del momento, las influencias mediáticas melgargutanianas y de rena(to)cuajos; carecen de sustento histórico y teórico y acomoda datos factuales. Sus escritos ignoran realidades nacionales como la politización bipartidista en las instituciones y poderes del Estado, a las cuales atribuye una nórdica imparcialidad, que no existe en lares hondureños. Muy en el fondo de su conciencia, Margara sabía que esos artículos no podrían constituirse en fuentes serias y mucho menos para ser leídas en las catédras sobre ciencias políticas por sus sesgos y omisiones. Los ensayos posteriores escritos y divulgados por analistas nacionales como Salomón, Romero, Murillo Selva, Rodríguez, Dixon y Orellana y extranjeros como Grandin, Francisco Palacios y Cassel han fundamentado las violaciones al Estado de Derecho de las instituciones nacionales involucradas en el golpe, que Margara obvio en sus artículos panfletarios.

Margara, tal vez, le pidió a la Huesuda que se la llevara. Quizás se dio cuenta que para ser una objetiva exegeta de acontecimientos históricos, como el golpe, disfrazado de constitucionalidad, había que dejar a un lado las antipatías políticas y convertirse en una académica rigurosa.

A los y las golpistas al cantar de los Guaraguo les decimos:

Siverguenzas, malinches confesos
Jamás volverán a pisar al pueblo, jamás volverán
Colorín, colorao
ya los conoce el pueblo
Colorín colorao
El pueblo que oprimieron ya se ha liberado
colirín, colorín, colorao
el pueblo anda arrecho y revolucionado
Colorín, colorao
ustedes y sus medios ya estan pillados
Colorín, colorao
la historia y la jodienda se les ha acabao
Colorín colorao

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