jueves, 17 de diciembre de 2009

Rebeldía


El jefe de Estado de facto, Micheletti, se ha declarado en rebeldía ante la comunidad internacional. Aunque el mundo se lo pida, dice, no renunciará del puesto público que capturó por la fuerza de las armas –a bayoneta calada—en complicidad con el congreso nacional y la corte suprema de justicia.

“No voy a renunciar hasta que termine el período que me corresponde constitucionalmente –declara machaconamente Micheletti--. Aun cuando el mundo me lo pida, aun y cuando los países que han estado intransigentemente viéndonos a nosotros con odio, sin justificación, aún así no lo haré”.

No existe ningún caso similar de rebeldía de un usurpador del poder público a nivel mundial, ni actualmente ni en el pasado. Y este caso viene a ser, por lo tanto, paradigmático de la mentalidad totalitaria, absolutista, de los sectores políticos –extranjeros y nacionales—que prohijaron y perpetraron el golpe de Estado del 28 de junio/09 en Honduras y que respaldan la dictadura resultante hasta en sus peores consecuencias.

Una actitud así, por parte de un renegado político, es extraña a la idiosincrasia del pueblo hondureño, lo cual indica que ha sido aconsejada y articulada desde afuera, en función de patrones dirigidos a la contención de la democracia participativa en América Central y a la implantación de regímenes autoritarios, ultraconservadores, sustentados en el poder militar y en el terrorismo estatal.

En lo inmediato, esta rebeldía fáctica anula toda posibilidad de que el gobierno entrante, a partir del 27 de enero, encuentre allanado el camino a la unidad y la reconciliación nacional en lo interno, y al reconocimiento y la cooperación internacionales. De allí que se vea ilógica, insensata, esa falaz conclusión de Micheletti de “qué importaría para la comunidad internacional que yo me pueda quedar un día o dos días más” usurpando la titularidad del Ejecutivo.

Visto desde otra perspectiva, la rebeldía de Micheletti es una reducción al absurdo. Normalmente, la rebeldía política es una reacción popular contra los abusos del poder. En este caso, el rebelde es precisamente la persona que abusa del poder, y a quien la mayoría de los hondureños y todo el mundo le reclama cordura y exige que le abra paso a la normalidad constitucional.

Una situación insólita, por cierto, puesto que un gobierno de facto, compuesto de poderes constituidos ficticios, se presenta ante propios y extraños como gobierno constitucional, y al mismo tiempo demanda de la comunidad internacional un tratamiento respetuoso, como si efectivamente representara a un Estado de Derecho.

Por la forma en que continúan desarrollándose los acontecimientos políticos en nuestro país, cada vez va desdibujándose más la supuesta virtud de las elecciones del 29 de noviembre de conseguir en el corto o mediano plazo la salida de la crisis política y social.

Las fuerzas autocráticas que respaldan el modelo totalitario de gobierno no cederán ni un milímetro, y ese es el mensaje claro y contundente que se expresa en las poses ramplonas y desafiantes de Micheletti.

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