martes, 20 de octubre de 2009

LA CONSTITUYENTE ES LA ÚNICA SALIDA

Oscar Amaya Armijo

Nadie que sea sensato quiere una guerra civil. Nadie desea repetir la estúpida montonera del pasado.

Los daños serían incalculables para las nuevas generaciones de hondureños, pues ahora estamos de cara a un proceso revolucionario cualitativamente distinto a aquellas guerras intestinas que buscaban apuntalar el capital del enclave bananero del imperio.

Hoy, aunque lo quiera ocultar el cerco mediático, el conflicto se establece entre diez voraces familias que tomaron por asalto los recursos nacionales contra el resto de los hondureños, divididos en distintas clases sociales, asediadas por la pobreza y la exclusión.



Esta lucha de clases no es un invento de mentes calenturientas, es consustancial al modo de producción, apropiación y distribución privada de los bienes materiales, producidos colectivamente por millones de hondureños. Esta es la causa del conflicto y no depende de Zelaya, Fidel o Chávez, como suelen afirmarlo los ideólogos del régimen fascista.

Nadie ha inventado la lucha de clases, ni siquiera el viejo Marx.

Así que este es el trasfondo que existe en el actual conflicto político: diez familias extranjeras que, en primera instancia, desplazaron a los grupos locales de poder de importantes rublos productivos y de la gestión y administració n estatal. Ahora estos 10 extranjeros oligarcas mantienen oprimidos a 7 millones de hondureños.

Es una lucha en la que está en juego la salvaguarda de los recursos materiales y humanos de la nación, secuestrados por esa pacotilla de mercenarios, enquistados en el aparato productivo y estatal.

Esos recursos secuestrados deben volver a sus legítimos dueños: los hondureños.

Si esto no ocurre en el mediano plazo, entonces nos enfrentamos a una guerra civil estúpida, promovida por esos mercenarios y sus militares golpistas.

Naturalmente que el único recurso para evitar la sangría es resolver pacíficamente el conflicto por la vía de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, para que construya un país más solidario y equitativo.

El dilema es: ¿Qué quiere la oligarquía? ¿Baño de sangre o constituyente?

Fuente: hondurasurgente.blogspot.com


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