miércoles, 21 de octubre de 2009
El plazo interminable y las elecciones golpistas…
Por Galel Cárdenas - ALAI
Repasaba un trabajo de Héctor Hernández titulado "Génesis y desarrollo de la historia política de Honduras, a partir de los golpes de Estado", y pude colegir algunos criterios que resalto ahora.
A través del devenir de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, se ha podido aprender que cualquiera de los golpes sufridos hasta la época por la democracia hondureña, ninguno ha sido revertido, y más bien han tendido a instalar grupos oligárquicos que bajo la coyuntura de la fuerza militar han realizado los más pingües negocios de toda índole: la obtención de trabajos remunerados opíparamente, en el aparato burocrático, la instalación de negocios ilícitos inmediatos, aprobación de leyes que implican privilegios hacia determinados sectores de explotación de recursos naturales y demás concomitantes.
Ningún golpe de estado en Honduras ha sido ejecutado desde la perspectiva de la defensa de la patria y del pueblo, y éste que sufrimos ahora no escapa a esa característica.
El grupo militar golpista de cualquier época se convierte en un empresario que adquiere dividendos por su acción violatoria a la constitución y de inmediato su gesta opresora está signada por el pago monetario correspondiente. Con ello, las cúpulas se convierten de la noche a la mañana en ricos de nuevo cuño, utilizando la tropa ignara y analfabeta para oprimir los sectores populares.
El principal auspiciador de los golpes ha sido el gobierno norteamericano quien dirige a través de terceras personas todo el tinglado político-militar, con el fin de evitar que la historia de la soberanía de los pueblos se convierta en un hecho concreto.
Los grupos golpistas de antaño y hogaño, se imponen un período de gracia que está señalado por el llamamiento a las elecciones, con lo cual al entregar a los mismos dirigentes cómplices del estado de cosas provenientes del golpe, asumen un papel que conlleva el objetivo de dejar pasar y olvidar toda masacre sangrienta provocada por los protagonistas del atentado a la democracia. Las elecciones dramatizan el lavado de manos de los Pilatos de la democracia, con ello purifican el crimen, desmemorizan el delito y prosigue nuevamente el recorrido histórico siempre determinado por la fuerza político-militar que se retira a sus haciendas, fábricas y bancos a gozar de una vida plena de satisfacciones mercantiles, de holgazanería que se asienta sobre la base de la más descarada de todas las deshonestidades: la venta de la patria por libras, yardas o brazadas.
Por eso, no es de extrañar que el diálogo de sordos fracase por que el plan está determinado de la forma en que ha sido expresado por el dictador: toma del poder por la fuerza, nombramiento de Presidente por el Congreso, conservación de los cuadros golpistas incrustados en el Poder Judicial, la Fiscalía y demás entes que dependen de la elección del Congreso Nacional, adjunto al proceso de represión de todo grupo o movimiento popular que reclame la vuelta a democracia, y sostener esta posición de negar todo proceso de negociación, y repetir hasta la saciedad que las elecciones serán la salida a la crisis y la entrega de la banda constitucional en enero del año 2010.
Esta es una determinación del Departamento de Estado, la CIA y demás otros organismos que injieren en la política de América latina y el mundo.
De este modo, no habrá espacio para la restitución del Presidente de Honduras, José Manuel Zelaya Rosales, y la Resistencia, vista patógenamente, más bien constituye una morbosidad pública que se debe extirpar de la manera que sea.
La Resistencia debe entender que la etapa de la negociación está finalizada, salvo que Estados Unidos se conduela de la situación política inestable que sufrimos y de la pobreza extrema en que hemos caído en menos de tres meses de dictadura.
Hemos entrado a otra fase, y aquí es donde la inteligencia y los consejos de Sun Tzu podrían alumbrarnos el camino hacia la restauración del poder popular en la casa presidencial.
Repasaba un trabajo de Héctor Hernández titulado "Génesis y desarrollo de la historia política de Honduras, a partir de los golpes de Estado", y pude colegir algunos criterios que resalto ahora.
A través del devenir de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, se ha podido aprender que cualquiera de los golpes sufridos hasta la época por la democracia hondureña, ninguno ha sido revertido, y más bien han tendido a instalar grupos oligárquicos que bajo la coyuntura de la fuerza militar han realizado los más pingües negocios de toda índole: la obtención de trabajos remunerados opíparamente, en el aparato burocrático, la instalación de negocios ilícitos inmediatos, aprobación de leyes que implican privilegios hacia determinados sectores de explotación de recursos naturales y demás concomitantes.
Ningún golpe de estado en Honduras ha sido ejecutado desde la perspectiva de la defensa de la patria y del pueblo, y éste que sufrimos ahora no escapa a esa característica.
El grupo militar golpista de cualquier época se convierte en un empresario que adquiere dividendos por su acción violatoria a la constitución y de inmediato su gesta opresora está signada por el pago monetario correspondiente. Con ello, las cúpulas se convierten de la noche a la mañana en ricos de nuevo cuño, utilizando la tropa ignara y analfabeta para oprimir los sectores populares.
El principal auspiciador de los golpes ha sido el gobierno norteamericano quien dirige a través de terceras personas todo el tinglado político-militar, con el fin de evitar que la historia de la soberanía de los pueblos se convierta en un hecho concreto.
Los grupos golpistas de antaño y hogaño, se imponen un período de gracia que está señalado por el llamamiento a las elecciones, con lo cual al entregar a los mismos dirigentes cómplices del estado de cosas provenientes del golpe, asumen un papel que conlleva el objetivo de dejar pasar y olvidar toda masacre sangrienta provocada por los protagonistas del atentado a la democracia. Las elecciones dramatizan el lavado de manos de los Pilatos de la democracia, con ello purifican el crimen, desmemorizan el delito y prosigue nuevamente el recorrido histórico siempre determinado por la fuerza político-militar que se retira a sus haciendas, fábricas y bancos a gozar de una vida plena de satisfacciones mercantiles, de holgazanería que se asienta sobre la base de la más descarada de todas las deshonestidades: la venta de la patria por libras, yardas o brazadas.
Por eso, no es de extrañar que el diálogo de sordos fracase por que el plan está determinado de la forma en que ha sido expresado por el dictador: toma del poder por la fuerza, nombramiento de Presidente por el Congreso, conservación de los cuadros golpistas incrustados en el Poder Judicial, la Fiscalía y demás entes que dependen de la elección del Congreso Nacional, adjunto al proceso de represión de todo grupo o movimiento popular que reclame la vuelta a democracia, y sostener esta posición de negar todo proceso de negociación, y repetir hasta la saciedad que las elecciones serán la salida a la crisis y la entrega de la banda constitucional en enero del año 2010.
Esta es una determinación del Departamento de Estado, la CIA y demás otros organismos que injieren en la política de América latina y el mundo.
De este modo, no habrá espacio para la restitución del Presidente de Honduras, José Manuel Zelaya Rosales, y la Resistencia, vista patógenamente, más bien constituye una morbosidad pública que se debe extirpar de la manera que sea.
La Resistencia debe entender que la etapa de la negociación está finalizada, salvo que Estados Unidos se conduela de la situación política inestable que sufrimos y de la pobreza extrema en que hemos caído en menos de tres meses de dictadura.
Hemos entrado a otra fase, y aquí es donde la inteligencia y los consejos de Sun Tzu podrían alumbrarnos el camino hacia la restauración del poder popular en la casa presidencial.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario