lunes, 26 de octubre de 2009
¿Qué ganarían Pepe o Elvin…?
Roberto Quesada
El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital; es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y del otro--José Martí.
Desde el primer momento en que supe del Golpe de Estado Mi-li-tar, traté de conversar, lográndolo algunas veces, con personas que de una u otra forma estuviesen vinculadas a esta ruptura de la constitucionalidad en Honduras. Hablé con políticos, periodistas, familiares, candidatos presidenciales e incluso con algún empresario, haciéndoles saber que estaban a tiempo de revertir ese Golpe, que era algo que no prosperaría puesto que se vive en un mundo diferente.
Envalentonados y ebrios de “poder” muchos dijeron que Honduras puede vivir sin la comunidad internacional, y mandaron al carajo a los Estados Unidos, Europa y hasta los mismos países latinoamericanos. Otros más prudentes me dieron cuota de razón y prometieron que usarían sus buenos oficios para no llevar a Honduras al caos en que hoy se encuentra y que aun puede ser peor. Verdad o no, pero así lo expresaron.
Hace algunos días me entrevistaba el periodista Marco Salgado, de la Radio del Sur e insistía en preguntarme si le veía futuro al “diálogo”. Reiteré que de ninguna manera, pues existe la contraparte golpista, hasta el cuello en la necedad, que realmente habita en una plataforma ilusoria y piensan que con demorar el diálogo hasta llegar a la hora de unas elecciones que no lo son sin restitución, veinticuatro horas después podrán convencer al mundo de que los reconozca y de que en Honduras no ha pasado nada.
No sé en qué mundo viven los golpistas o piensan que la autoamnesia que se aplican se contagia con facilidad y que el mundo entero olvidará las casi cuatro mil violaciones a los Derechos Humanos que tiene registradas el CIDH; la casi veintena de muertos ejecutadas entre la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas; las violaciones a mujeres; las violaciones consecutivas a la Libertad de Expresión; el estado de sitio; el secuestro de las garantías ciudadanas; el despilfarro del erario público y de las reservas nacionales; y la lista de actos delincuenciales parece interminable.
El periodista insistió en que si detrás de los golpistas existía una ideología. Y no, no la hay, lo que hay es avaricia. Eso lo sé con conocimiento de causa, pues conozco gente muy cercana al dictador Micheletti que está viva gracias a la generosidad de Cuba. Gente que tiene tiempos de estar yendo a hacerse tratamientos médicos gratis a La Habana. Si tanto miedo a una ideología existiera, si tan patriotas fueran que no aceptan favores de países no alineados con su pensar y sentir, simple y sencillamente no solicitarían a Cuba esos tratamientos médicos. Ni más ni menos es el caso del derroche que han hecho con el dinero del ALBA, que su destino era para proyectos con nuestros compatriotas más necesitados.
Un poco de autocrítica les vendría bien a los golpistas, pero como no piensan ni actúan en función del país sino de sí mismos, y verían con claridad de que el Golpe de Estado-Militar está técnicamente derrotado: los poquitos llamados “intelectuales golpistas” con todos los medios y recursos a su disposición, no pudieron convencer a nadie de que el golpe de Estado no fue golpe de Estado. Lo peor que no convencieron dentro del país, mucho menos en el exterior. Con el agravamente de que hicieron el ridículo y han tenido que salir con el rabo entre las piernas.
Lo mismo les está sucediendo con los tres congresistas y otros que les respaldan desde los Estados Unidos, estos congresistas han sido incapaces de detener una nueva política de apertura entre Washington y Cuba, mucho menos podrán legalizar un golpe de Estado Militar ya requetecondenado por el mundo entero. A esto hay que agregarle que el bloque sudamericano (que está firmemente contra el golpe de Estado-Militar), encabezado por Brasil, no es poca cosa para Washington en cuestiones comerciales, por tanto los Estados Unidos no va a arriesgar lo suyo por un país pobre y pequeño que en vez de ganancias sólo problema les causa. Así de sencillo: la prioridad de los Estados Unidos es defender y abogar por sus intereses, como debe de ser todo país que se considere independiente.
De Europa ni hablar, por su nivel cultural y educacional (y por sus experiencias pasadas con el fascismo) ven a los golpistas como prehistóricos, como seres que deberían de estar detrás de una vitrina del Museo de Historia Natural. Y no sólo para asustar a los niños sino para enseñarle a las nuevas generaciones que ese tipo de cosas que hacían esos seres, golpes de Estado-Militar, no pueden ni deben volverse a permitir porque significa retroceso de la Humanidad.
Como dicen por allí, no somos del todo buenos ni del todo malos, y algún merito debían tener los golpistas, y de hecho, lo tienen: Lo bueno de los golpistas, es que de un sólo Golpe despertaron a un pueblo que vivía en su país, en el país que les pertenece, creyendo que vivía en un país ajeno. Ahora ya no hay fuerza, ni policial ni del ejército, que detenga a un pueblo que clama y reclama sus derechos. Por supuesto, debe dejársele espacio a la reconciliación nacional, eso sí, después de haber enmendado el Estado de Derecho que no es otro que el retorno a la Consitucionalidad, y que obligatoriamente tiene que transitar por la restitución del presidente democráticamente electo, Manuel Zelaya.
Los grandes perdedores de toda esta aventura de terror realizada en Honduras, son, sin duda, los cabecillas del golpe de Estado-Militar: Roberto Micheletti y Romeo Vásquez Velásquez. Los empresarios que les financiaron se mantienen casi en la sombra (ya llegará el momento en que anunciarán que se lavan las manos); los políticos que los adularon en su momento darán media vuelta y ‘si te vi no me acuerdo’; los periodistas y “analistas” que les dieron cantos de sirena se irán con su música a otra parte, a endulzar el oído del que esté de turno. Y Micheletti y Vásquez Velásquez (así como los oficiales que comandaban cuando sus subordinados jalaron el gatillo) ya están en la mira de la Corte Penal Internacional, deben de guardar el dinero que han hecho con el Golpe porque no es de ellos, es para los abogados. También deben ahorrar porque son todavía de paradero incierto, y puede ser muy lejos y costoso para que sus familiares vayan a visitarlos de vez en cuando.
Las bravuconadas golpistas continúan, dijo alguien del TSE (Tribunal Supremo Electoral), que si sólo los dos partidos tradicionales asisten, pues con ellos se harán las elecciones. ¿Qué ganaría Pepe o Elvin, los candidatos de los partidos tradicionales, de salir electos sin la restitución del presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya Rosales? Pues ganarían la presidencia local de Honduras (y no total sino con ingobernalidad). Un rechazo mundial y la paciencia de por sí conocida de los organismos internacionales, para que la presidencia espuria se resquebraje por la indiferencia internacional, la presión interna y una economía a pique. Así que no prometan, con lo que ni siquiera pueden soñar.
Ningún país reconocerá a un presidente parido desde un gobierno de facto, golpista-militarista, pues el presidente que lo haga, al hacerlo está firmando su acta de defunción y dando luz verde para que a él también le propinen un golpe de Estado Mi-li-tar.
Nueva York 26 oct. 09.
robertoquesada@hotmail.com
El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital; es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y del otro--José Martí.
Desde el primer momento en que supe del Golpe de Estado Mi-li-tar, traté de conversar, lográndolo algunas veces, con personas que de una u otra forma estuviesen vinculadas a esta ruptura de la constitucionalidad en Honduras. Hablé con políticos, periodistas, familiares, candidatos presidenciales e incluso con algún empresario, haciéndoles saber que estaban a tiempo de revertir ese Golpe, que era algo que no prosperaría puesto que se vive en un mundo diferente.
Envalentonados y ebrios de “poder” muchos dijeron que Honduras puede vivir sin la comunidad internacional, y mandaron al carajo a los Estados Unidos, Europa y hasta los mismos países latinoamericanos. Otros más prudentes me dieron cuota de razón y prometieron que usarían sus buenos oficios para no llevar a Honduras al caos en que hoy se encuentra y que aun puede ser peor. Verdad o no, pero así lo expresaron.
Hace algunos días me entrevistaba el periodista Marco Salgado, de la Radio del Sur e insistía en preguntarme si le veía futuro al “diálogo”. Reiteré que de ninguna manera, pues existe la contraparte golpista, hasta el cuello en la necedad, que realmente habita en una plataforma ilusoria y piensan que con demorar el diálogo hasta llegar a la hora de unas elecciones que no lo son sin restitución, veinticuatro horas después podrán convencer al mundo de que los reconozca y de que en Honduras no ha pasado nada.
No sé en qué mundo viven los golpistas o piensan que la autoamnesia que se aplican se contagia con facilidad y que el mundo entero olvidará las casi cuatro mil violaciones a los Derechos Humanos que tiene registradas el CIDH; la casi veintena de muertos ejecutadas entre la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas; las violaciones a mujeres; las violaciones consecutivas a la Libertad de Expresión; el estado de sitio; el secuestro de las garantías ciudadanas; el despilfarro del erario público y de las reservas nacionales; y la lista de actos delincuenciales parece interminable.
El periodista insistió en que si detrás de los golpistas existía una ideología. Y no, no la hay, lo que hay es avaricia. Eso lo sé con conocimiento de causa, pues conozco gente muy cercana al dictador Micheletti que está viva gracias a la generosidad de Cuba. Gente que tiene tiempos de estar yendo a hacerse tratamientos médicos gratis a La Habana. Si tanto miedo a una ideología existiera, si tan patriotas fueran que no aceptan favores de países no alineados con su pensar y sentir, simple y sencillamente no solicitarían a Cuba esos tratamientos médicos. Ni más ni menos es el caso del derroche que han hecho con el dinero del ALBA, que su destino era para proyectos con nuestros compatriotas más necesitados.
Un poco de autocrítica les vendría bien a los golpistas, pero como no piensan ni actúan en función del país sino de sí mismos, y verían con claridad de que el Golpe de Estado-Militar está técnicamente derrotado: los poquitos llamados “intelectuales golpistas” con todos los medios y recursos a su disposición, no pudieron convencer a nadie de que el golpe de Estado no fue golpe de Estado. Lo peor que no convencieron dentro del país, mucho menos en el exterior. Con el agravamente de que hicieron el ridículo y han tenido que salir con el rabo entre las piernas.
Lo mismo les está sucediendo con los tres congresistas y otros que les respaldan desde los Estados Unidos, estos congresistas han sido incapaces de detener una nueva política de apertura entre Washington y Cuba, mucho menos podrán legalizar un golpe de Estado Militar ya requetecondenado por el mundo entero. A esto hay que agregarle que el bloque sudamericano (que está firmemente contra el golpe de Estado-Militar), encabezado por Brasil, no es poca cosa para Washington en cuestiones comerciales, por tanto los Estados Unidos no va a arriesgar lo suyo por un país pobre y pequeño que en vez de ganancias sólo problema les causa. Así de sencillo: la prioridad de los Estados Unidos es defender y abogar por sus intereses, como debe de ser todo país que se considere independiente.
De Europa ni hablar, por su nivel cultural y educacional (y por sus experiencias pasadas con el fascismo) ven a los golpistas como prehistóricos, como seres que deberían de estar detrás de una vitrina del Museo de Historia Natural. Y no sólo para asustar a los niños sino para enseñarle a las nuevas generaciones que ese tipo de cosas que hacían esos seres, golpes de Estado-Militar, no pueden ni deben volverse a permitir porque significa retroceso de la Humanidad.
Como dicen por allí, no somos del todo buenos ni del todo malos, y algún merito debían tener los golpistas, y de hecho, lo tienen: Lo bueno de los golpistas, es que de un sólo Golpe despertaron a un pueblo que vivía en su país, en el país que les pertenece, creyendo que vivía en un país ajeno. Ahora ya no hay fuerza, ni policial ni del ejército, que detenga a un pueblo que clama y reclama sus derechos. Por supuesto, debe dejársele espacio a la reconciliación nacional, eso sí, después de haber enmendado el Estado de Derecho que no es otro que el retorno a la Consitucionalidad, y que obligatoriamente tiene que transitar por la restitución del presidente democráticamente electo, Manuel Zelaya.
Los grandes perdedores de toda esta aventura de terror realizada en Honduras, son, sin duda, los cabecillas del golpe de Estado-Militar: Roberto Micheletti y Romeo Vásquez Velásquez. Los empresarios que les financiaron se mantienen casi en la sombra (ya llegará el momento en que anunciarán que se lavan las manos); los políticos que los adularon en su momento darán media vuelta y ‘si te vi no me acuerdo’; los periodistas y “analistas” que les dieron cantos de sirena se irán con su música a otra parte, a endulzar el oído del que esté de turno. Y Micheletti y Vásquez Velásquez (así como los oficiales que comandaban cuando sus subordinados jalaron el gatillo) ya están en la mira de la Corte Penal Internacional, deben de guardar el dinero que han hecho con el Golpe porque no es de ellos, es para los abogados. También deben ahorrar porque son todavía de paradero incierto, y puede ser muy lejos y costoso para que sus familiares vayan a visitarlos de vez en cuando.
Las bravuconadas golpistas continúan, dijo alguien del TSE (Tribunal Supremo Electoral), que si sólo los dos partidos tradicionales asisten, pues con ellos se harán las elecciones. ¿Qué ganaría Pepe o Elvin, los candidatos de los partidos tradicionales, de salir electos sin la restitución del presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya Rosales? Pues ganarían la presidencia local de Honduras (y no total sino con ingobernalidad). Un rechazo mundial y la paciencia de por sí conocida de los organismos internacionales, para que la presidencia espuria se resquebraje por la indiferencia internacional, la presión interna y una economía a pique. Así que no prometan, con lo que ni siquiera pueden soñar.
Ningún país reconocerá a un presidente parido desde un gobierno de facto, golpista-militarista, pues el presidente que lo haga, al hacerlo está firmando su acta de defunción y dando luz verde para que a él también le propinen un golpe de Estado Mi-li-tar.
Nueva York 26 oct. 09.
robertoquesada@hotmail.com
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