miércoles, 14 de octubre de 2009
Los empresarios de América muestran la hilacha
Por Mariano Vázquez - Rebelión
La Argentina fue el escenario esta semana de un parte aguas incontrastable sobre el pensamiento de los sectores empresarios respecto a la ruptura del orden democrático en ese país centroamericano y el apoyo sin fisuras de los trabajadores de toda América a la restitución de Manuel Zelaya Rosales y a los sectores que resisten. En la figura de Anabel Gómez de la CUT, el movimiento sindical de la región arropó a todos los hondureños.
Escenario 1. XVI Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo. Esta se desarrolló entre el 5 y el 8 de octubre en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería Argentina. Allí, gobiernos, trabajadores y empresarios se reúnen anualmente para definir ciertos marcos de acuerdos en materia laboral. Sin embargo, las esquirlas del Golpe de Estado que se produjo en Honduras el 28 de junio terminó, por primera vez en la historia de estas cumbres, sin la firma de una declaración conjunta.
La mecha la encendieron los representantes empresarios de la región, emblocados en el Comité Ejecutivo Permanente de la Comisión Empresarial de Asesoramiento Técnico en Asuntos Laborales (CEATAL), que está integrada por un representante de las organizaciones empresariales de cada uno de los Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Actualmente, el presidente de CEATAL es Daniel Funes de Rioja, de la Unión Industrial Argentina (UIA), ideólogo de la política económica neoliberal que azotó a la Argentina en la década de 1990. Un elemento que arroja aún más oscuridad al pensamiento empresarial es que Marco Polo Micheletti, el hermano del dictador, es el representante de los empleadores de Honduras en ámbitos internacionales.
Ante el estupor de medio centenar de dirigentes sindicales de Canadá, Estados Unidos, México, Panamá, Costa Rica, Honduras, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Paraguay, Argentina, Brasil, Venezuela, Guyana y Uruguay, uno de los vicepresidentes de CEATAL, el brasileño Dagoberto Lima Godoy, tomó la palabra y afirmó sin inmutarse que el sector no podía expresar “juicio de valor” sobre la crisis hondureña alegando falta de información sobre los “lados del conflicto” y que lo que pasa en Honduras “es un asunto interno” de ese país. Su alegato antidemocrático no terminó allí y continuó con elogios y nostalgias sobre la nefasta presencia del neoliberalismo y el Consenso de Washington en América Latina.
Escenario 2. El rostro de Anabel Gómez se sublevó, era evidente que no podía dar crédito a lo que acababa de escuchar y la bronca se le juntó en los ojos yen la tensión de su rostro. Murmullo entre los representantes sindicales y gubernamentales presentes. Caras de póker de parte del sector empresario. A la mente me vino aquella frase que dice que la única patria que tienen los empresarios es la del dinero.
Entonces, Adolfo Aguirre, secretario de Relaciones Internacionales de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y titular de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS), disparó: “Si los empresarios son incapaces de defender la democracia, de repudiar un Golpe de Estado, de solidarizarse con un pueblo sometido a una brutal represión, como van a defender los derechos elementales de los trabajadores”.
Esta posición fue la que primó. Y no hubo documento conjunto. Los trabajadores dijeron no. Nada de esto trascendió en los medios de comunicación. Pero esto es noticia por dos razones: primero, para conocer como piensan y como operan los empresarios, los sectores dominantes, en toda América; segundo, porque gobiernos latinoamericanos y el movimiento de trabajadores ratificó su apoyo irrestricto, solidario, con el pueblo hondureño, el presidente Zelaya y la restitución de la democracia.
Escenario 3. 7 de octubre. Histórica Plaza San Martín. Acto multitudinario en el centro de la ciudad de Buenos Aires, frente a la Cancillería Argentina. Trabajadores de las dos centrales obreras argentinas (CGT y CTA) y 50 dirigentes sindicales, venidos desde Canadá hasta Chile, arroparon a Anabel Gómez, representante de la CUT Honduras, quien sostuvo: “No tengo palabras que realmente puedan explicar los sentimientos que tengo ahora. ¡Gracias por la solidaridad tangible, militante, permanente que me han hecho sentir hoy aquí!”.
“A pesar de la represión –continuó Gómez– no han detenido a un pueblo que resiste y que hoy cumple 102 días de resistencia, porque lo que logramos y defendemos es la justicia y la democracia; luchamos por la verdad, día a día, porque lo que conseguimos no lo vamos a ceder tan fácilmente”.
Al borde de las lágrimas la dirigente hondureña subrayó: “los trabajadores y el pueblo sabemos que este es el momento de la verdad y que hay que salir a la calle por la democracia” porque hay que “denunciar que hay un gobierno de facto que quiere robarnos a 7 millones y medio de habitantes”.
No claudicaremos en nuestros sueños”, remarcó Gómez, al tiempo que dejó un dato político de envergadura: “la restitución del presidente constitucional de la República, Manuel Zelaya, es uno de los pasos por los que estamos luchando, pero vamos más allá de eso, luchamos por una nueva Constitución, por la instauración de una Asamblea Nacional Constituyente que responda a las necesidades del pueblo y que en la Constitución actual no están contempladas. Queremos refundar el país”.
El cierre de la alocución fue con la contundencia de quienes luchan por sus ideales: “A 102 días de lucha aquí nadie se rinde”, remató. Mientras un grito sostenido clamó: “Se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar”. Un grito histórico del movimiento popular en la Argentina cuando luchaba por derrotar a la más atroz dictadura militar de esta nación hace ya más de 25 años.
Mariano Vázquez es editor de la agencia de noticias ACTA-Argentina.
La Argentina fue el escenario esta semana de un parte aguas incontrastable sobre el pensamiento de los sectores empresarios respecto a la ruptura del orden democrático en ese país centroamericano y el apoyo sin fisuras de los trabajadores de toda América a la restitución de Manuel Zelaya Rosales y a los sectores que resisten. En la figura de Anabel Gómez de la CUT, el movimiento sindical de la región arropó a todos los hondureños.
Escenario 1. XVI Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo. Esta se desarrolló entre el 5 y el 8 de octubre en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería Argentina. Allí, gobiernos, trabajadores y empresarios se reúnen anualmente para definir ciertos marcos de acuerdos en materia laboral. Sin embargo, las esquirlas del Golpe de Estado que se produjo en Honduras el 28 de junio terminó, por primera vez en la historia de estas cumbres, sin la firma de una declaración conjunta.
La mecha la encendieron los representantes empresarios de la región, emblocados en el Comité Ejecutivo Permanente de la Comisión Empresarial de Asesoramiento Técnico en Asuntos Laborales (CEATAL), que está integrada por un representante de las organizaciones empresariales de cada uno de los Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Actualmente, el presidente de CEATAL es Daniel Funes de Rioja, de la Unión Industrial Argentina (UIA), ideólogo de la política económica neoliberal que azotó a la Argentina en la década de 1990. Un elemento que arroja aún más oscuridad al pensamiento empresarial es que Marco Polo Micheletti, el hermano del dictador, es el representante de los empleadores de Honduras en ámbitos internacionales.
Ante el estupor de medio centenar de dirigentes sindicales de Canadá, Estados Unidos, México, Panamá, Costa Rica, Honduras, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Paraguay, Argentina, Brasil, Venezuela, Guyana y Uruguay, uno de los vicepresidentes de CEATAL, el brasileño Dagoberto Lima Godoy, tomó la palabra y afirmó sin inmutarse que el sector no podía expresar “juicio de valor” sobre la crisis hondureña alegando falta de información sobre los “lados del conflicto” y que lo que pasa en Honduras “es un asunto interno” de ese país. Su alegato antidemocrático no terminó allí y continuó con elogios y nostalgias sobre la nefasta presencia del neoliberalismo y el Consenso de Washington en América Latina.
Escenario 2. El rostro de Anabel Gómez se sublevó, era evidente que no podía dar crédito a lo que acababa de escuchar y la bronca se le juntó en los ojos yen la tensión de su rostro. Murmullo entre los representantes sindicales y gubernamentales presentes. Caras de póker de parte del sector empresario. A la mente me vino aquella frase que dice que la única patria que tienen los empresarios es la del dinero.
Entonces, Adolfo Aguirre, secretario de Relaciones Internacionales de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y titular de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS), disparó: “Si los empresarios son incapaces de defender la democracia, de repudiar un Golpe de Estado, de solidarizarse con un pueblo sometido a una brutal represión, como van a defender los derechos elementales de los trabajadores”.
Esta posición fue la que primó. Y no hubo documento conjunto. Los trabajadores dijeron no. Nada de esto trascendió en los medios de comunicación. Pero esto es noticia por dos razones: primero, para conocer como piensan y como operan los empresarios, los sectores dominantes, en toda América; segundo, porque gobiernos latinoamericanos y el movimiento de trabajadores ratificó su apoyo irrestricto, solidario, con el pueblo hondureño, el presidente Zelaya y la restitución de la democracia.
Escenario 3. 7 de octubre. Histórica Plaza San Martín. Acto multitudinario en el centro de la ciudad de Buenos Aires, frente a la Cancillería Argentina. Trabajadores de las dos centrales obreras argentinas (CGT y CTA) y 50 dirigentes sindicales, venidos desde Canadá hasta Chile, arroparon a Anabel Gómez, representante de la CUT Honduras, quien sostuvo: “No tengo palabras que realmente puedan explicar los sentimientos que tengo ahora. ¡Gracias por la solidaridad tangible, militante, permanente que me han hecho sentir hoy aquí!”.
“A pesar de la represión –continuó Gómez– no han detenido a un pueblo que resiste y que hoy cumple 102 días de resistencia, porque lo que logramos y defendemos es la justicia y la democracia; luchamos por la verdad, día a día, porque lo que conseguimos no lo vamos a ceder tan fácilmente”.
Al borde de las lágrimas la dirigente hondureña subrayó: “los trabajadores y el pueblo sabemos que este es el momento de la verdad y que hay que salir a la calle por la democracia” porque hay que “denunciar que hay un gobierno de facto que quiere robarnos a 7 millones y medio de habitantes”.
No claudicaremos en nuestros sueños”, remarcó Gómez, al tiempo que dejó un dato político de envergadura: “la restitución del presidente constitucional de la República, Manuel Zelaya, es uno de los pasos por los que estamos luchando, pero vamos más allá de eso, luchamos por una nueva Constitución, por la instauración de una Asamblea Nacional Constituyente que responda a las necesidades del pueblo y que en la Constitución actual no están contempladas. Queremos refundar el país”.
El cierre de la alocución fue con la contundencia de quienes luchan por sus ideales: “A 102 días de lucha aquí nadie se rinde”, remató. Mientras un grito sostenido clamó: “Se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar”. Un grito histórico del movimiento popular en la Argentina cuando luchaba por derrotar a la más atroz dictadura militar de esta nación hace ya más de 25 años.
Mariano Vázquez es editor de la agencia de noticias ACTA-Argentina.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario