lunes, 5 de octubre de 2009

¡El pueblo de Honduras sigue luchando!

Ricardo Zúniga García *

Adital -

Situación de Honduras, Regreso de Zelaya al país, su presencia en la Embajada de Brasil, la posición del gobierno Lula y su repercusión en Brasil. Los conflictos vividos en la sociedad hondureña entre el pueblo organizado, los sectores que trabajan por mantener sus privilegios seculares, las fuerzas militares que actúan reprimiendo a las movilizaciones populares a partir del golpe de Estado del 28 de junio pasado se han intensificado con el audaz retorno del Presidente Manuel Zelaya a Tegucigalpa el 21 de septiembre próximo pasado.
Los hondureños están en una hora CRUCIAL por los intensos cambios en la correlación de fuerzas vividos al interior de país. Estos cambios en la correlación de fuerzas se extienden con intensidad variable a todos los países de América Central.




Como en todo país mediano o particularmente pequeño como Honduras, pesan fuertemente en la definición de la nueva situación las influencias de Estados Unidos, Comunidad Europea y las diferentes instancias en que se integran los países latinoamericanos emergentes (La OEA, ALBA, Unasul).
Un vistazo al conflicto nos muestra claramente la conformación en la sociedad hondureña de dos grandes bloques. Muestra también una posición muy caracterizada de las partes en conflicto -el Frente Nacional contra el golpe de Estado, demandando la restitución incondicional del gobierno electo, y la oligarquía golpista, representada por el presidente de facto, presentándose como muy fuerte sin querer aceptar una negociación real, como si no estuviera viviendo una fuerte resistencia interna y el no reconocimiento internacional por la inmensa mayoría de los países representados en la ONU.
La condena y rechazo mundial al golpe que superó todas las expectativas y deja al descubierto la posición dual del gobierno norteamericano, mostrando claramente la contradicción entre un discurso genérico de defensa "a la democracia", que llama a una negociación de las partes en conflicto para la restitución formal de Zelaya en su cargo y en la práctica dar apoyo discreto, pero efectivo, al gobierno de facto.
En todo el período posterior al golpe, ha tenido más fuerza la posición del Pentágono, que efectivamente apoyó el golpe, que continúa su presencia en la base Militar de Palmerola (o Soto Cano) y ha sido efectivo en lograr para el gobierno de facto un flujo de recursos económicos que le permite operar. De hecho no hay cambios pos-Obama visibles en la política norteamericana en Centroamérica: los embajadores estadunidenses en Tegucigalpa, Guatemala y Managua, expresan esta línea de acción de la administración Bush. Tampoco aparecen nombramientos de nuevos responsables que impriman cambios reales en la política para América Latina en general.
La Resistencia al golpe ha sido consistente
La condena de las organizaciones internacionales OEA, ONU, Alba, Unasul, Unión Europea, ha sido unánime y sostenida. Desde el primer día del golpe hasta la última semana de septiembre, prácticamente todos los gobernantes latinoamericanos que participaron en la apertura del 64º periodo de sesiones de las Naciones Unidas condenaron el golpe y pidieron la restitución de Zelaya, teniendo particular resonancia la intervención del Presidente Lula quien demandó enérgicamente respeto a la voluntad del pueblo hondureño y respeto a la sede diplomática de Brasil en Tegucigalpa. El día 1 octubre el Consejo de Derechos Humanos de la ONU condenó los abusos cometidos en Honduras por el gobierno de facto después del golpe del 28 de junio y pidió nuevamente la restitución del Presidente Zelaya en el cargo para el que fue electo.
Internamente la constancia, organización y fuerza de las movilizaciones populares no tiene precedentes en la historia de Honduras. También ha habido movilizaciones de organizaciones de trabajadores en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, denunciando el golpe de Estado y demandando el respeto a los derechos humanos de la población y la restitución del Presidente Zelaya. Lo anterior supone un avance cualitativo en la articulación de sectores de trabajadores centroamericanos en torno a la defensa de sus derechos humanos y de sus intereses como trabajadores. La reacción del gobierno de facto ha sido particularmente cruel y represiva y no puede prolongarse por muchos días.
Según observadores internaciones vinculados a Vía Campesina, las movilizaciones realizadas durante el mes de septiembre fueron masivas y cubrieron la mayor parte del territorio nacional. Concretamente las efectuadas el 15 de septiembre (fecha de la Independencia de Honduras), superaron los dos millones quinientas mil de personas en todo el país. Prácticamente un tercio de la población. Esta capacidad de movilización y resistencia es posible por el funcionamiento de un frente de lucha contra el golpe de Estado que articula a fuerzas progresistas del Partido Liberal de Zelaya y a organizaciones del movimiento popular hondureño que está en ascenso.
Ante los reiterados y categóricos pronunciamientos de los organismos internacionales sobre la situación en Honduras, ante la persistencia y masividad de las movilizaciones populares, ante el respaldo de diferentes organizaciones a nivel mundial, cabe preguntarse: ¿Por qué han tenido tan poco efecto interno? ¿Por qué el gobierno golpista sigue fingiendo demencia y haciendo oídos sordos al clamor internacional? ¿Qué está faltando en la gestión diplomática de los organismos internacionales? ¿Qué está faltando en las movilizaciones populares? Posiblemente la repuesta la estará dando el propio pueblo hondureño organizado, en las próximas semanas.
Todo parece indicar que los grupos aglutinados en torno a la oligarquía hondureña, pretenden mantener a sangre y fuego sus privilegios, extraídos con sangre y sudor del pueblo trabajador. El uso de tecnología sofisticada (usando químicos y sonidos) para aturdir y afectar a las personas que están abrigadas en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa, está apuntando a una asesoría de la fuerzas de seguridad de Israel para los golpistas. Por otra parte desde hace dos semanas fue denunciado por medios de prensa desde Bogotá (Clarin.colombiano), la búsqueda y contratación de paramilitares colombianos para incorporarse a los aparatos de represión de los golpistas.
La intransigencia mostrada por el bloque oligárquico de Honduras al negarse a entrar seriamente en una negociación política que reconoce la nueva correlación de fuerzas está apuntando a una tendencia muy peligrosa de privilegiar el recurso a la fuerza militar y a métodos delictivos violentos (torturas, asesinatos, detenciones arbitrarias, implantación del terror), para intentar mantenerse en posición dominante e tratar de contener el avance popular.
El recurso a asesoría israelí, cuyo ejército ha producido tanto terror, crímenes y muertes en Palestina y a los paramilitares ejecutores de una amplia matanza entre el hermano pueblo colombiano expresa cual es el tipo de lucha y antagonismo político que los sectores golpistas están tratando de implementar en suelo hondureño.
Informe de organismos de derechos humanos están apuntando esta tendencia al crimen y violación de los derechos humanos. Entre el 28 de junio y el 24 de septiembre del presente año han muerto como consecuencia de la violencia del gobierno de facto, unas 102 personas. Lo que indica una media de más de un muerto cada día. En número exacto de heridos es difícil de calcular porque muchas personas no son asistidas en hospitales o puestos de salud. Según informes del Comité de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, más de dos mil hondureños han sido encarcelados entre el 21 de septiembre (fecha del regreso de Zelaya) y el 28 de este mes. Ante la magnitud de los arrestos el gobierno ha habilitado un estadio como cárcel para la población civil, recordando la abominable historia de la dictadura de Pinochet.
La grosería y arbitrariedad han sido frecuentes en las relaciones político-diplomáticas del gobierno interino. El cerco a la embajada brasileña, los ataques con sonidos y agentes químicos a la misma son violatorios del derecho internacional. Si eso se hace ante la presencia de cámaras de la prensa internacional y en una sede diplomática, ¿qué será lo que ocurre en la represión de campesinos que habitan en comarcas rurales y de pobladores urbanos populares en zonas marginales? Hasta ahora a pesar del unánime rechazo de la ONU, OEA, Unasul, ALBA, el gobierno golpista se ha mantenidos inflexible en su posición de permanecer ejerciendo el gobierno y organizar las elecciones generales del último domingo de noviembre. La única explicación a la incomprensible tozudez del gobierno de facto es la posición ambigua del gobierno estadounidense, que manifiesta su "preocupación por la crisis", llega incluso a negar visa de entrada a su territorio a la cúpula golpista, pero se resiste a calificar oficialmente como un golpe de Estado la captura y deportación violenta del presidente Zelaya, la destitución de su gabinete, y la instauración de un gobierno represivo con fuerte tinte militar, porque eso implicaría el corte automático de toda la ayuda norteamericana civil y militar al actual gobierno.
¿Qué puede explicar el desprecio y desconocimiento práctico de la posición de la Unión Europea, ONU, OEA y las diferentes instancias latinoamericanos llamando a la restitución del presidente elegido por el pueblo Hondureño? El rechazo a la propuesta del mediador Oscar Arias, indicado por Departamento Estado (Sra. Clinton), a la visita del secretario general de la OEA y la misión de embajadores de la misma organización, indicados para mediar en el conflicto? Continuando con la misma línea, el domingo 27 de septiembre, han negado la entrada al país a una misión técnica mediadora de la OEA previamente autorizada por el gobierno interino, deportando a los embajadores que ya habían llegado al aeropuerto de Tegucigalpa.
La posición externa del gobierno golpista es aparente incompresible y torpe en sus comunicaciones. El primer Canciller nombrado por el presidente de facto declaró la semana posterior al golpe que el presidente Obama "era un negrito que no sabía lo que realmente pasaba en Honduras". Tal declaración además de increíble torpeza, denota racismo prepotente y sugiere que existen apoyos muy fuertes de los poderes fácticos de Estados Unidos.
Con el retorno del Presidente Zelaya a su país y su ubicación en la Embajada brasilera en Tegucigalpa, su posición gana indiscutiblemente un mayor poder de negociación. Llega a sumarse a la movilización popular que se mantenido activa, educativa y beligerante por noventa días. Su presencia en la Embajada brasilera, ha llevado al gobierno brasilero una vez autorizado su ingreso, a tomar una clara posición de defensa de la voluntad de los hondureños que eligieron mayoritariamente a Zelaya para gobernar su país hasta enero del 2010, brindándole abrigo para que pueda negociar desde la capital de su país una salida a la situación creada. La posición del Presidente Lula da Silva expresando que Zelaya puede estar abrigado en la embajada brasilera el tiempo que sea necesario, su rechazo al ultimátum del gobierno de Micheletti en el sentido de que Zelaya debe ser o asilado o entregado a la justicia hondureña para ser juzgado por supuestos delitos y su reiterada denuncia del golpe exigiendo la restitución de Zelaya manifiestan una actitud de co-responsable con el pueblo hondureño, de defensa de la voluntad popular y manifiesta claramente que la nación brasilera por medio de sus dirigentes no puede estar ausente de conflictos medulares vividos en el continente latinoamericano.
Medios de prensa brasilera, como la revista Veja y los noticieros de la TV Globo, expresan simplistamente que el gobierno de Brasil no tiene que jugar un papel activo en Honduras, por no tener este país importancia económica y política para Brasil; no debe correrse ningún riesgo permitiendo que la Embajada sea plataforma política del Presidente Zelaya. El problema es enfocado muy parcialmente, no valoran el hecho de que al darse un golpe de Estado y Brasil reconocer, como gobierno legítimo al de Zelaya, se abre una particularidad diplomática de poder recibirlo como huésped especial, ya que para Brasil sigue siendo el representante legítimo del pueblo hondureño. Por otra parte, Brasil no está solo en ese posición, el conjunto de los países de América Latina, salvo una excepción, solo reconocen como gobierno legitimo al de Zelaya. Por otra parte al permitir que Zelaya tenga un espacio interno desde el cual dialogar y defender sus posiciones, están posibilitando y estimulando la negociación política que estaba cortada por la posición intransigente basada en la fuerza militar, que se negaba a reconocer los derechos del gobierno electo por los hondureños en las últimas elecciones. Curiosamente los medios mencionados que frecuentemente se identifican como defensores de Brasil, no dicen nada una palabra de rechazo sobre el hostigamiento a la Embajada con agentes químicos y radiaciones. En lugar de denunciar ese abuso de armas prohibidas usadas contra población civil desarmada abrigada en una sede diplomática, hacen mofa de Zelaya, diciendo que está afectado de los nervios, denunciando ataques imaginarios. Junto con Zelaya han sido víctimas de este hostigamiento el personal diplomático brasilero que presta servicios en la embajada.
La posición diplomática del gobierno Lula es burdamente descalificada de un plumazo: "El gobierno Lula ha caído en una manipulación de Hugo Chávez que quiere dominar a Honduras". "Defender a Zelaya no es defender a la democracia, es defender a Chávez". Descalifican a Chávez como un dictador ambicioso de poder; según ellos todo queda reducido a caer en el juego de poder del presidente venezolano. Silencian que ese "dictador" ha ganado 9 elecciones en su país, y ha perdido una sola vez por el uno por ciento de diferencia, respetando esos resultados. El burdo argumento de la demonización de Chávez es un irrespeto a la audiencia brasilera a la cual se juzga por informada e ingenua. Chávez es el ‘lobo malo’; el presidente Lula, político hábil de gran carisma, experiencia y trayectoria de jugar su propia política diferente a la del presidente Chávez, queda reducido a la categoría de una persona ingenua o tonta que se deja manipular en contra de los intereses de Brasil. Curioso análisis el de estos medios, que simplifica los problemas, reduce a la diplomacia del gobierno brasilero a ser unos tontos útiles y concede un gran poder de persuasión al presidente de otro país. En su desvalorización del presidente Lula estos medios están en clara oposición a la apreciación de la mayoría de los analistas serios del mundo desarrollado que reconocen en el gobierno brasilero una política externa responsable y positiva, y que ha llevado al Brasil, a un renacimiento y protagonismo internacional que nunca antes alcanzó. La política externa brasilera avanzó mucho de aquella mediocre posición durante el gobierno militar que participó en la invasión a la República Dominicana en 1965, permitiendo la continuidad civil de la dictadura de Trujillo.
Cuando estos medios hablan de Venezuela y su presidente, no se dicen nada de las propuestas del Alba, iniciativa liderada por Venezuela para ayudar en diferentes aspectos a los países más pobres de América Central: con el abastecimiento petrolero a precios preferenciales, con fondos para promover la producción de alimentos básicos, el desarrollo endógeno y el comercio justo entre los países miembros de la alianza bolivariana. No dicen nada de una propuesta de integración latinoamericana basada en la solidaridad y complementaridad entre países hermanos. Todo eso es simplemente ignorado o negado. Chávez es, según ellos, solo un dictador con afán de perpetuarse en el poder.
Presuponiendo un nivel cero de información sobre lo que pasa en América Latina, presentan al presidente Lula como un ingenuo que no defiende los intereses de Brasil, levantando un nacionalismo que pretende equiparar los intereses del Brasil, con los intereses de grandes compañías privadas, que como el caso de la Odebrech, incumplieron clausulas de su contrato de servicios en la construcción de una represa en Ecuador. Pero, es importante distinguir entre la nación brasilera y los intereses de grande compañías que incumplen cláusulas de seguridad en obras públicas, como sucedió con la propia Odebrech en obras del Metrô de São Paulo. En el caso de Ecuador hay un gobierno firme, exigiendo el cumplimiento de las obras encargadas por el Estado en beneficio del pueblo ecuatoriano.
Los últimos acontecimientos del cuadro político internacional están mostrando una América Latina más preocupada por asumir sus propios desafíos con el aporte de sus instancias de integración democrática como Unasur y su secretaria de defensa y seguridad.
El gobierno de Brasil ha insistido en pedir garantías de que las bases militares norteamericanas en Colombia no tendrán uso fuera del territorio colombiano, proyectándose en los países vecinos. Esta resolución tuvo el acuerdo de 11 países en Unasur, solamente Colombia se opuso. Y por tal razón no salió como posición unánime de Unasur, pero sí de los otros países miembros.
En esta misma coyuntura de cambios en la correlación latinoamericana, Brasil define su política de renovación de su arsenal militar aéreo, afirmando claramente que el país necesita medios para defender sus reservas petrolíferas, recordando que hay quienes atacan a países con grandes reservas de hidrocarburos. El pensar en la guerra contra Irak no es un simple recuerdo ante la posición norteamericana de intensificar sus bases militares en América del Sur, con la complicidad del gobierno colombiano de Uribe, amenazando a los países de Sudamérica, Brasil responde acelerando la actualización de su armamento.
La posición de Brasil y de Venezuela son coincidentes en esta situación, aunque cada actúa según la realidad de su país. La convergencia consiste en la necesidad de ambos países de defender sus recursos naturales ante eventuales agresores. Por otra parte continúan avanzando a ritmo lento pero firme el proceso de comunicación e integración entre África y América del Sur. En este proceso de integración la política externa brasileira ha tenido un papel clave, y el presidente Lula ha reafirmado su liderazgo mundial, reconociendo la deuda histórica que Brasil tiene con el continente africano, origen de la población negra que llegó como esclavos a este país y generó grandes riquezas para las metrópolis europeas en menor medida para el Brasil.
La resolución del conflicto en Honduras será el resultado de las negociaciones que necesariamente tendrán que darse entre las fuerzas lideradas por el Presidente Zelaya legítimamente electo y las fuerzas de la oligarquía golpista. Facilitando estas negociaciones, ofreciendo su embajada, el Brasil como nación no atiene a perder y mucho a ganar, con una Centroamérica y una Honduras organizadas en torno a su desarrollo endógeno y con capacidad de diversificar sus relaciones comerciales y políticas.
Esperamos que esta negociación se concrete en las próximas semanas, salvaguardando el legítimo derecho del pueblo hondureño a tener unas elecciones libres y justas, con acceso de todos los candidatos a todos los medios de propaganda y movilización. Pero sobre todo con derecho a continuar educándose y organizándose en función de los intereses de las grandes mayorías empobrecidas. También el derecho a proponer a corto plazo una Asamblea Constituyente para refundar su país donde los hondureños de hoy podrán decidir qué modelo de país desean, pues ninguna Constitución política, más si fue votada hace más de 30 años, puede negar, indefinidamente a un pueblo, su derecho a introducir cambios y definir el modelo de organización política que desea darse más justa de los poderes públicos.


* Colaborador de Adital. Educador nicaragüense. Analista político


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