viernes, 11 de mayo de 2018
En el bicentenario de Marx
Rebelión
Por Gustavo Espinoza M.
El año pasado celebramos jubilosos, en este mismo escenario, el Centenario de la Revolución Socialista de Octubre. Hoy, nos encontramos aquí para rendir homenaje a Carlos Marx, con motivo del bicentenario de su nacimiento. Y lo hacemos, con legítima justicia, vinculando su nombre al del primer pensador marxista de América, José Carlos Mariátegui, nuestro Amauta. De él, recogemos muchas enseñanzas. No olvidamos lo que nos dijo: “Marx está vivo en la lucha que, que por la realización del socialismo, libran en el mundo innumerables muchedumbres animadas por su doctrina” Y es que fue Carlos Marx, el hombre que cambió la historia, y abrió cauce para que ocurrieran episodios trascendentes en la vida de los pueblos, como la epopeya rusa de 1917.
De Marx han hablado mucho los economistas, los políticos, los pensadores de nuestro tiempo, los revolucionarios, los estudiosos de la historia. Y también los poetas. Cada quien, ha subrayado el papel que jugó esta figura de primera importancia en la historia humana desde que se propuso no sólo entender el mundo, sino, sobre todo, transformarlo.
Pero hay, por cierto, diversas interpretaciones del ideario marxista. Porque con él ocurrió lo que sucede con todos los revolucionarios a través de los tiempos. En vida, -nos dijo Lenin- son vilipendiados y atacados, calumniados y perseguidos, sometidos a las más crueles iniquidades por sus verdugos, que los agreden con el odio más salvaje en el empeño de acabar con su ejemplo y sus ideas. Una vez muertos, exploran su vida y aún su obra, para ver lo que pueden rescatar de una u otra, a fin de presentar al difunto de una manera distinta, ceremoniosa, e incluso servil. Por eso, hoy todos dicen de él, que fue un gran pensador, un filósofo destacado y un economista notable. Buscan, sin embargo, limar el filo de su mensaje y presentar su figura como la de un adocenado liberal, que sólo aportó “ideas” a los hombres de su tiempo.
Tenemos el deber de colocar las cosas en su sitio y hablar del verdadero Marx, es decir del vinculado a la historia y a las luchas de los trabajadores y los pueblos. Al Marx de 1830 y 1848, el de las Revoluciones Republicanas en Francia, que dieran al traste con la Monarquía, y que sustentara las tesis del Manifiesto Comunista; al Marx de 1864, al fundar la Asociación Internacional de los Trabajadores –la I Internacional-; el de los Procesos de Colonia, en los años 50 del siglo antepoasado, el de 1868 y las luchas sociales en Francia; al de 1871 y la Comuna de París; el de 1875 y su Crítica al Programa de Gotha. Y, ciertamente, el Marx de El Capital, el magistral estudio de la economía capitalista y aliento histórico para el ideal socialista por el que luchan esas multitudes, a las que aludiera Mariátegui.
Hablamos entonces del Marx que hiciera suya la célebre frase del esclavo Terencio –“nada de lo humano, me es ajeno”-; el Marx de pensamiento y acción; de lucha constante y sacrificada, de entrega total a la causa de los trabajadores. El Marx que supo despertar a la humanidad con gritos de guerra, y de victoria.
Ese Marx fue ante todo, un hombre de cultura. Nos sólo asimiló el pensamiento de sus antecesores, sino también las ideas de sus contemporáneos.
Recordemos que uno de ellos, el poeta Heine, en febrero de 1844, aludiendo a su amistad con él, decía que sus versos habrían de “respirar una política más alta”. En aquellos años, escribía ¡Un canto nuevo, un mejor canto / Oh, amigos, compondré para vosotros! / Es aquí, en la tierra, donde queremos / Forjar el reino de los cielos./ Queremos ser felices en la tierra / Y no seguir languideciendo; / Que el vientre ocioso no vuelva / A devorar / El producto de esas manos / laboriosas.
Marx abrigó en efecto, la idea que los hombres podían construir una sociedad mejor, más humana y más justa; que no necesitaban morir, para encontrar el Paraíso; y que se trataba tan sólo de emprender la tarea de cambiar la historia.
Hoy podemos decir que las ideas esenciales de Marx tienen vigencia plena. El desarrollo de las sociedad capitalista ha tenido la virtud de mostrar de manera clara y transparente, la esencia de un régimen de dominación brutal que ha dado “un carácter cosmopolita a la producción, y al consumo, y ha quitado a la industria su base nacional”. Así ha surgido el fenómeno universal de nuestro tiempo denominado “Globalización” que no es otra cosa, sino la acumulación de ingentes riquezas en manos de muy pocos; y la más creciente miseria en los hogares de millones.
Al cerrar este acto, entonces, agradecemos al congresista Alberto Quintanilla, por auspiciar este evento, y damos la bienvenida a los 18 expositores que, en seis mesas de trabajo expondrán sus reflexiones. Y agradecemos a todos ustedes, por su asistencia y participación.
Será esa nuestra manera peruana, de afincar una idea para dar sustento a una esperanza, aquella que llevara a José Carlos Mariátegui a concebir la necesidad de construir un Perú Nuevo, dentro de un Mundo Nuevo. Muchas gracias.
Gustavo Espinoza M. Presidente del Comité Peruano del Bicentenario de Marx
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario