lunes, 27 de enero de 2014

“Nada se compara al dolor que sufren las mujeres migrantes centroamericanas”



Por Mario Casasús

En entrevista con Clarín.cl Alejandro Hernández (1958), escritor y periodista mexicano, habla de la novela Amarás a Dios sobre todas las cosas: “Todo lo que ocurre en mi novela está inserto en hechos de la historia, por ejemplo: describí cómo subió la migración, el golpe de Estado en Honduras contra el presidente Zelaya, los secuestros y las violaciones a los derechos humanos que sufren los migrantes a manos de la policía y del crimen organizado, en mi novela leerán el contexto histórico de la migración centroamericana. Vería la novela como testimonial”. Durante 5 años, el periodista Alejandro Hernández entrevistó a cientos de migrantes para redactar el Informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobre el secuestro a migrantes (2009), y lo peor que escuchó fue: “La violencia de género, su vulnerabilidad, su indefensión y la humillación que sufren por parte de los policías, los narcotraficantes, los maras y los polleros (traficantes de personas). Nada se compara al dolor que sufren las mujeres migrantes”.

MC.- Alejandro, durante 5 años entrevistaste a cientos de migrantes centroamericanos para redactar el Informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sobre el secuestro a migrantes. ¿Cuándo decides escribir una novela con la relatoría, el dolor y la tradición oral de los migrantes?

AH.- Muy pronto, una vez que entré en contacto con esta realidad, con los testimonios de los migrantes y con la observación directa quise hacerlo de inmediato, al año de entregar el Informe a la CNDH ya me había sentado a escribir la novela, pero sucedió que la literatura me dijo: “todavía no”, volví a los caminos de los migrantes y después de 5 años sentí que ya tenía “la autoridad” para escribir todo lo que había recogido. Me interesa mucho lo que ahora tú mencionas: “la tradición oral del migrante” para darle una sentido de mayor permanencia y conocimiento para los lectores que están muy lejos de esta realidad.

MC.- Escribes la novela en primera persona, ¿por un sentido de empatía ante el sufrimiento de los migrantes?

AH.- Yo ensayé escribir la novela en tercera persona, pero me sentí muy lejos, entonces entendí –o creí entender- que lo más conveniente era una primera voz. En efecto, los Informes que he elaborado informan, pero no necesariamente generan empatía; los Informes hacen saber, pero no necesariamente hacen sentir. Me di cuenta que escribir en primera persona me iba a permitir incorporar –espero que sin abusar- reflexiones internas, sentimientos, recuerdos y no solamente la relatoría de los hechos como tendría que hacerse desde la tercera persona. Yo estaba conciente de que en la novela no había grandes innovaciones formales, que no habría rupturas de tiempos, sería una novela muy normalita; los únicos espacios que no tienen la lógica lineal fueron los que se dedican a Waldo en casa de doña Olga.

MC.- Lineal en paralelo a la vía del tren “La Bestia”…

AH.- Exacto, para que fuera subiendo y bajando el ánimo de los personajes, para que el lector viva un viaje de esta naturaleza.

MC.- Los migrantes hondureños antes de cruzar México pasan por Guatemala y El Salvador, sufren por partida doble antes de subirse al tren “La Bestia”. ¿Por la doble condición de migrante ilegal eliges que el protagonista sea hondureño?

AH.- Cuando comencé a interesarme en el flujo migratorio la inmensa mayoría eran guatemaltecos y luego seguían los hondureños o los salvadoreños, pero de pronto, ocurre que en los últimos dos o tres años que anduve por esos caminos los migrantes hondureños subieron, de hecho superaron a Guatemala que es vecino de México y que tradicionalmente había sido el mayor generador de migrantes, pero ahora lo supera Honduras. Los testimonios más dolorosos, más crudos que recogí fueron de hondureños, cuando elijo la nacionalidad de quien será el hilo conductor de la novela, no tengo ninguna duda debía ser hondureño: porque superaron los números de Guatemala y porque sus narraciones me causaron un impacto más producto y desgarrador.

MC.- En la novela queda al descubierto la violencia de género, la migrante es vista como una “cosa”, ¿la mujer es una doble víctima de la migración?

AH.- La cosificación es un principio de la violencia de género, se agrega su vulnerabilidad, su indefensión y la humillación que sufren por parte de los policías, los narcotraficantes, losmaras y los polleros (traficantes de personas). A veces encontraba 5 mujeres en un grupo de migrantes y les había pasado algo horroroso, de todo lo que vi y escuché lo que más me dolió siempre fue incorporarme a grupos de migrantes con mujeres que habían sido agredidas, nada se compara al dolor que sufren las mujeres migrantes.

MC.- Proteges los testimonios de los migrantes con el anonimato, tampoco están consignados los nombres de los policías que violan los derechos humanos; sólo aparecen un par de nombres reales: los sacerdotes Alejandro Solalinde y Flor María Rigoni (fundadores de albergues en Oaxaca y Chiapas) . ¿“Amarás a Dios sobre todas las cosas” es una novela histórica o una novela documental?

AH.- Todo lo que ocurre en mi novela está inserto en hechos de la historia, por ejemplo: describí cómo subió la migración, el golpe de Estado en Honduras contra el presidente Zelaya, los secuestros y las violaciones a los derechos humanos que sufren los migrantes a manos de la policía y del crimen organizado, en mi novela leerán el contexto histórico de la migración centroamericana. Vería la novela como testimonial, decía Víctor Hugo: “cuando una sociedad está en crisis la literatura debe cumplir una función documental, para ver si se contribuye un poco a modificar para ese estado de cosas, como para que en el futuro se tenga memoria y estemos informados de que eso ocurrió”.

MC.- Las descripciones que hacen los migrantes suelen ser poéticas, por ejemplo al hablar de la “noche en México”, pero inmediatamente después tú citas el “Poema 20” de Neruda. ¿Los testimonios de los migrantes también son nostálgicos y poéticos o se trata de una licencia literaria?

AH.- Dice Vargas Llosa: “los campesinos de Rulfo no hablan como los campesinos de México”, pero recogen muy bien algo que hay en ellos, sin afán de establecer comparaciones, a veces el migrante centroamericano habla poco, a veces hablar con mucha cortedad, con monosílabos; a veces de pronto surgen expresiones maravillosas, lo que hago es tomar el estándar más alto de esas expresiones para establecer diálogos en una altura que paradójicamente nos conduce a una mayor profundidad, si bien tú dices: “es una licencia literaria”, está respaldada por muchas expresiones que de pronto el migrante saca cuando estás conversando con él, no es que siempre esté hablando así, pero de pronto dice: “si me voy a morir, déjame morir dando un paso”, parece la frase célebre de un prócer, pero me lo dijo un hondureño sin rebuscamiento, hay muchas expresiones que escuché, claro no andan hablando así por el mundo. A veces establezco esos diálogos sabiendo que no se pudo haber sostenido literalmente, pero si aparecieron algunas de esas expresiones: “las noches en México se hacen más grandes, el cielo es más grande”, cuando escuché eso quedé maravillado, yo sólo le doy cierto tratamiento literario.

MC.- ¿Este tratamiento de tu novela explica la falta de comillas, cursivas y dos puntos?

AH.- Este libro es producto de la observación y los testimonios, entonces me di cuenta que no podía transcribir textualmente los diálogos con los migrantes, no quería que los “dos puntos” estorbaran la narración, quería que el migrante hablara directamente en el párrafo y que el lector entrara en esa dinámica, por eso preferí eliminar los “dos puntos”, una vez que la editorial se interesó en el manuscrito, con acuerdo de la editorial decidimos que no íbamos a “puntuar” convencionalmente.

MC.- ¿Qué tipo de observaciones te hizo la editora de “Tusquets” antes de aceptar el manuscrito?

AH.- Cuando me avisaron que publicarían la novela me pidieron que incorporara un poco más de ambientación del lenguaje hondureño, lo cual hice en tres meses, también me pidieron que regresara a los caminos de los migrantes, yo no quería abrir la herida al regresar y volver a hablar con ellos, me sentí diferente, ya no era la adrenalina cuando redacté el Informe de la CNDH, regresé para tomar el ritmo del lenguaje del migrante.

MC.- ¿La editora de “Tusquets” piensa internacionalizar tu novela?

AH.- Me dijo que sí, piensan enviarla a Estados Unidos y Centroamérica.

MC.- Una vez publicado el libro, ¿has recibido el comentario de algún migrante centroamericano?

AH.- Tengo dos testimonios directos, de un migrante que estaba en el albergue del padre Solalinde en Oaxaca, el padre Solalinde presentó mi novela en México y tenía un ejemplar en el albergue, el migrante leyó mi novela en casa del padre Solalinde, él me dijo: “nosotros no sabemos decirlo y aquí está nuestra historia”, esa frase me parece de mucho valor. Otro migrante tuvo acceso a mi novela en un albergue de Naucalpan y también me dijo: “el libro me enseñó lo que había pasado, porque no estaba muy conciente”, son dos reacciones interesantes, las únicas que he recibido de migrantes. Por otra parte, el público en general ha sido muy receptivo, cuando hablamos del libro siempre es de manera muy emocionada, es un libro que sin caer en algo melodramático ha despertado la emoción, la sensibilidad y muchas lágrimas; yo espero que esa sensibilidad se esté expresando por el contraste del amor, con el sufrimiento y la pérdida, lo que yo no quise hacer fue un catálogo de eventos desafortunados, sino una combinación de vida, de esperanza, de ilusiones, que se contrasta con la realidad y el mundo terrible que se ha convertido México para los migrantes.

MC.- ¿Te interesa que los burócratas y los policías fronterizos lean tu novela?, ¿crees que todavía pueden sensibilizarse?

AH.- Creo que sí, en realidad creo que la novela puede tocar el corazón de muchas personas, no creo que el funcionario de Migración se sienta sorprendido, porque ellos saben de las violaciones. Me encantaría que a los agentes de nuevo ingreso del Instituto Nacional de Migración y en otros cuerpos del Estado les dieran a leer la novela, porque los actuales agentes ya cayeron en la corrupción y conocen la realidad de las violaciones y secuestros, ellos saben lo que pasa, son cómplices de los viejos vicios; en cambio, en los nuevos agentes habría que sembrar otra sensibilidad, que se dieran cuenta a través de la lectura de qué dolor puede haber en un migrante.

MC.- ¿Habías leído alguna novela sobre la migración centroamericana?, ¿conocías la temática de “La Mara” de Rafael Ramírez Heredia?

AH.- Para efectos de esta novela no leí nada, sólo la realidad que vi. Aunque sabía que Rafael Ramírez Heredia había escrito colateralmente sobre la migración en su novela La Mara(2004), él se queda en la frontera entre Chiapas y Guatemala, describe a una autoridad corrupta de migración y los maras. En cambio, yo no estoy hablando de un grupo que vulnera a los migrantes, sino de la delincuencia común, la delincuencia organizada, la policía municipal, la policía estatal, la policía federal, estoy hablando de todos los que violan los derechos de los migrantes, hay grandes diferencias entre mi novela y La Mara (2004), preferí no tener otro contacto literario, me quedé con la realidad que estaba viendo, que era terrible, las historias a veces me derrumbaban.

MC.- En tu novela leí una crítica a los sociólogos y sus estudios transversales que tratan de explicar la problemática del migrante con tecnicismos sin contrastar la realidad. ¿Algún académico de cubículo hará el respectivo Acuse de recibo?

AH.- Creo que esos estudios tienen validez, quise hacer el contraste, muchas veces me tocó ver cómo los migrantes decían: “por ahí andan unos muchachos universitarios haciendo su trabajo, nos hablan con palabras complicadas que no entendemos, intentando explicarnos el ‘fenómeno’ de la migración, se ve que son buenas personas, querían hablar con palabras raras, pero nosotros veníamos sin comer dos días, sin haber dormido bien”. No pretendo descalificar el trabajo de los sociólogos, quería acercar la experiencia del migrante con el contraste de los académicos que a veces no perciben la realidad, que es lacerante y terrible. Yo soy periodista y en la novela aparece un periodista y también se lleva su dosis de ironía, para reflejar esos detalles sutiles.

MC.- Finalmente, junto a José Luis Gómez recibieron la Mención Honorífica del Premio Letras Nuevas por “Los perros de la noche”. ¿Cómo fue la experiencia de regresar a la narrativa a dos manos?

AH.- Fue complicado, con José Luis escribimos una novela juntos hace algunos años, nos divirtió mucho, éramos muy jóvenes, la pasamos muy bien. Ahora dijimos: “¿Y si lo volvemos a hacer?”, conversando encontramos puntos de contacto y de imaginación en la ubicación histórica de la novela, simplemente nos pusimos a escribir, lo hicimos con pasión, con buen humor, volvimos a pasarla muy bien, espero que no defraudemos a los lectores.

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