viernes, 31 de enero de 2014

Esterilizar a la oposición


Diario Tiempo

El último acto del traspaso de directiva del congreso nacional fue rápido, fugaz, indudablemente por el temor de que se repitiera la trifulca inicial de la  elección preparatoria, para recalar -con el mismo libreto- en el ocaso definitivo.

De esa manera la primera legislatura del soberano congreso nacional ha empezado su ejercicio anual, fiel al modelo establecido conforme a una reglamentación rígida, opresiva, confeccionada para dar al partido en el poder la discrecionalidad del ventajismo sectario, o, dado el caso, la flexibilidad oportunista.

De cualquier manera, según el criterio dominante de la élite política, la mejor noticia es que, aún con las notas discordantes del pataleo opositor, la gobernabilidad está asegurada, y, en lo sucesivo, tendremos una asamblea legislativa en donde los enemigos del régimen podrán decir lo que quieran, hablar hasta por los codos, pero, por el bien de la patria, sin ser oídos y mucho menos atendidos.

Visto ese panorama de esa manera positiva, puede decirse -alegarse, si es necesario- que en Honduras se ha dado un salto democrático cualitativo, con la aplicación de novedosos conceptos de integración política, con opciones de esterilización al bloque opositor, a través de los recursos de la demonización mediática y de la sublimación del colaboracionismo.

Este avance democrático en nuestro país, ciertamente ejemplar, ha empezado a dar resultados plausibles en beneficio del pueblo hondureño, particularmente del casi 80% pobre de nuestra población, con la revisión de los impuestos sobre determinados -y exclusivos- artículos de la canasta básica familiar. Las penas con pan son menos, decían antiguamente.

La asamblea legislativa, que por definición es la representación del pueblo, ha reactivado, así, su evolución en el sistema hondureño para garantizar la paz, el orden y el progreso. Paz, Orden y Progreso, que fue el lema del liberalismo clásico en el subcontinente latinoamericano, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

En esa perspectiva, podría argumentarse, tal vez sin caer en el sofisma, que el avance democrático en Honduras, aun cuando tiene contaminantes regresivos, conserva en el fondo elementos innovadores porque realiza una profunda revisión de la teoría-base del Contrato Social y del Espíritu de las Leyes del enciclopedismo francés, que dio sustancia e impulso a la revolución liberal en todo el mundo.

Con tal acometimiento, liderado por el binomio Ejecutivo-Legislativo, a cargo del Partido Nacional (PN), dueño del poder, y con el arrimo del Partido Liberal (PL), queda en perspectiva el advenimiento de la paz social, la implantación del orden con todas sus consecuencias, y la optimización del progreso, para alcanzar el fin de la pobreza e implantar el imperio del bienestar nacional.

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