Por Fernando Silva
Transcurría el 9 de noviembre de 2018, y el apóstol Roy Santos de la iglesia Manantial de la Mies terminaba un ayuno de 30 días —al menos eso cuenta él mismo— cuando recibió una llamada insistente en su celular, un político hondureño le pedía que se reunieran. Santos no entendía el motivo de la llamada y consultó a Dios sobre esa situación, se acercó a la ventana de su oficina para hablar al cielo, y fue cuando recibió el designio: el hombre de la llamada era el próximo presidente de Honduras. ¿Su nombre? Ni siquiera el apóstol mismo lo sabía en ese momento, solo conocía su apodo en política.En ese momento —según cuenta el apóstol— Dios le ordenó buscar el nombre de este político, y cuando lo descubrió le dijo: «Seguirá gobernando Juan», refiriéndose al nombre del actual presidente y al que supuestamente le seguiría. El elegido era Juan Nasry Asfura Zablah mejor conocido como «Papi a la orden», quien como candidato del Partido Nacional perdió las elecciones del 28 de noviembre pasado frente a Xiomara Castro, candidata del partido izquierdista Libertad y Refundación (Libre).
Roy Santos, apóstol de la iglesia Manantial de la Mies en San Pedro Sula, nos contó esa historia en 2019 en una oficina azul y blanco llena de diplomas y reconocimientos, cuando reporteábamos para la investigación Transnacionales de la Fe liderada por el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) y que en 2020 ganó el premio Ortega y Gasset de diario El País de España.
Allí también nos contó cómo había profetizado la llegada de Manuel Zelaya a la presidencia, su posterior caída en el golpe de Estado, la llegada de Porfirio Lobo, la elección de Juan Orlando Hernández e incluso, antes de que se conocieran públicamente sus intenciones, la reelección. Las profecías habían resultado infalibles, hasta ahora.
En particular, la profecía que resultó en la inconstitucional reelección de Hernández le consolidó como el profeta personal y consejero espiritual del presidente y la primera dama, a quienes invitó en diversas ocasiones a eventos de su iglesia y por los que estaba convencido tenían que permanecer en el poder para romper una maldición en la que, según sus creencias, cayó Honduras en 1947 cuando la dictadura de Tiburcio Carías Andino decidió abstener su voto ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la creación del Estado de Israel.
La lógica era que la primera dama Ana García —a quien escuché personalmente llamar a Santos su amado pastor— es descendiente por el lado materno del dictador Carías, por lo que ella y el presidente estaban destinados a establecer nuevas relaciones con Israel y romper con la maldición familiar y nacional. No hay claridad de los beneficios de romper la «maldición», pero desde que en 2019 se abrió la oficina de negocios de Honduras en Jerusalén como primer paso para la restauración de las relaciones diplomáticas, la pobreza aumentó de un 59 % hasta la proyección de que este año será 75 % de la población la que viva bajo el umbral de la pobreza, según cifras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Por otro lado, Roy Santos y otros pastores evangélicos han sido ampliamente beneficiados, tanto con fondos del Gobierno como con influencia política para intervenir en sectores fundamentales del Estado como en la gestión de la educación, salud y seguridad. En el caso del profeta del presidente hasta 2019 sabíamos que mediante un decreto legislativo se había aprobado la exoneración de los impuestos del evento «Niños a una voz», que realiza anualmente, y que en 2014 —antes de la profecía de la reelección— recibió un cheque de las manos del presidente Hernández por 970,858.32 lempiras destinados a financiar el mismo evento. Ahora en el presupuesto de egresos de la Secretaría de Gobernación y Justicia para 2022 figura la iglesia Manantial de la Mies con un beneficio económico de 8 millones de lempiras, aprobado por el actual Congreso Nacional y que tendrá que desembolsar el nuevo Gobierno de Xiomara Castro.
Otros pastores evangélicos han recibido poder de influencia a nivel gubernamental, como Oswaldo Canales, presidente de la Confraternidad Evangélica de Honduras, quien ha integrado alrededor de veinte comisiones gubernamentales, entre ellas la Comisión Especial de Transformación del Sector Salud que se derogó vía decreto ejecutivo en 2019 y la comisión del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA). La Confraternidad Evangélica que Canales representa es la máxima autoridad institucional para las iglesias de esta confesión en el país, y ninguna que quiera recibir beneficios del Gobierno puede hacerlo sin estar inscrita en dicha institución.
El influyente pastor Alberto Solorzano, de la multitudinaria iglesia Centro Cristiano Internacional en la capital, también ha sido «bendecido» con influencia al integrar la Comisión para la Transformación del Sector Educativo y la cuestionada Comisión Depuradora de la Policía Nacional que canceló el funcionamiento de más de 5,000 agentes a nivel nacional y que según declaraciones recogidas por medios de comunicación nacional, podría enfrentar una demanda por una parte de esos policías depurados, quienes señalan que su despido fue un acto de abuso de autoridad.
En 2019, en una entrevista, Solorzano me dejó claro que el involucramiento en esos espacios no era casualidad, durante todos estos años desde el golpe de Estado han establecido una estrategia para influir en las decisiones del Gobierno y bloquear temas como el matrimonio igualitario y el aborto.
En otros casos los pastores han pasado a ser formalmente nombrados funcionarios públicos, como es el caso de Miguel Muñoz, exdirector ejecutivo de la Confraternidad Evangélica y exrepresentante en el país de Capitol Ministries, una organización religiosa fundamentalista que se dedica a impartir estudios bíblicos en congresos y capitolios de 60 países en el mundo y que aterrizó en el Congreso Nacional hondureño en 2018. Muñoz, tras la investigación de Transnacionales de la Fe que le señaló como el encargado en el país de influenciar la legislación a través de esos estudios bíblicos, fue nombrado ministro en la representación diplomática de Honduras en Israel y según información proporcionada por la Secretaría de Relaciones Exteriores ahora recibe un salario mensual de casi 60,000 lempiras.
La lista completa de pastores evangélicos que reciben prebendas del Gobierno es desconocida, pero su asistencia a las actividades del Gobierno ha incrementado con cada año en paralelo con el crecimiento que ha tenido su feligresía, en 2021 Honduras ya es un país mayoritariamente cristiano evangélico: 48 % de la población se identifica con esta confesión.
Las campañas políticas para las elecciones del 28 de noviembre se vieron altamente influenciadas por esa predominancia, y quien más lo utilizó a su favor fue el Partido Nacional, que se reunió con la Confraternidad Evangélica de Honduras, primero para garantizarles que no permitirían que se apruebe el aborto por las tres causales que proponía quien en ese entonces era candidata presidencial Xiomara Castro, y luego firmando un acuerdo entre el presidente de la Confraternidad, Oswaldo Canales, y el candidato presidencial Juan Nasry Asfura, del Partido Nacional. Acuerdo del que no se conocen las condiciones, pero que al no haber sido electo Asfura, podría suponerse que no se llevará a cabo.
La campaña del Partido Nacional atacó directamente las propuestas que iban en contra de las creencias religiosas, y señaló a Xiomara Castro de querer traer el comunismo y «clases de sexo» a las escuelas, refiriéndose a la educación sexual integral que propone en su plan de gobierno. Tras la victoria de Castro y el reconocimiento internacional, incluyendo a Israel, Alberto Solorzano, Oswaldo Canales y otros líderes evangélicos no se han manifestado. Queda la expectativa sobre cuál será su relación con el Gobierno tras tantos años de beneficios económicos y políticos.
Roy Santos por su parte dijo que la profecía sí se cumplió ya que estaba condicionada a la obediencia del Partido Nacional y la iglesia evangélica en el país, y ya que ambos desobedecieron con sus mandatos «llevó a que la nación cayera en manos de Libre que carga en sí, un sistema ideológico maligno de género y socialismo radical».
Desde el golpe de Estado la iglesia evangélica se consolidó como uno de los cimientos del poder político, y que en los últimos ocho años se concentró bajo la figura del presidente Juan Orlando Hernández; a pesar de las acusaciones de corrupción, las menciones en cortes de Estados Unidos en casos de narcotráfico, y las violaciones a derechos humanos. A pesar de todo, la élite poderosa de la iglesia evangélica permaneció orando a Dios en favor del actual Gobierno y rechazando cualquier cambio político.
Tras la victoria de Xiomara Castro quedan algunas interrogantes: ¿seguirá la iglesia evangélica con su papel protagónico en comisiones gubernamentales? ¿Quién podría sustituir en el nuevo Gobierno la influencia ideológica que han ejercido? ¿el Gobierno de Castro estará dispuesto a enfrentarse a las creencias de este sector con sus propuestas?
En la misma entrevista en la que Roy Santos contó su profecía con Nasry Asfura como líder político del país, nos dijo que Dios pone al hombre que sabe que la nación necesita. Ahora tendremos que esperar qué hace este Dios ahora que la presidenta es una mujer.
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