Radio Progreso
El obrero y líder sindical, Santos Virgilio Laínez, es ahora la máxima autoridad en La Lima departamento de Cortés. Y frente a la muchedumbre que le acompañó en la toma de posesión, prometió un gobierno transparente, libre de corrupción y violencia.
La alegría que provoca el cambio de la administración municipal en La Lima, se siente a flor de piel. A pesar de las amenazas vertidas por el ex alcalde Santiago Motiño, quien se rehúsa a entregar su cargo, la población se concentró en el parque central para ser testigo de un hecho trascendental con la esperanza de mejorar las condiciones de vida en el municipio.
“Se terminó la violencia en La Lima. Llegó el momento de unificarnos, de trabajar de la mano. Hoy estamos asumiendo un reto nada fácil, pero no imposible”, dijo Laínez en su discurso, mientras la gente aplaudía y gritaba su nombre en señal de aceptación.
El alcalde explicó que la comisión de transición de traspaso municipal nunca fue recibida por el alcalde saliente, por lo tanto, desconoce las condiciones físicas y financieras de la alcaldía.
La Lima al norte de Honduras, es conocida como la ciudad del Oro Verde, seudónimo que adquirió cuando el enclave bananero estaba en su mayor apogeo. Es común escuchar entre su población veterana que, por su importancia en la economía nacional era en La Lima donde se tomaban las decisiones políticas del país, donde se quitaban y ponían presidentes.
Pero la disminución de las fuentes de empleo y el incremento considerable de la violencia, especialmente en las últimas dos décadas, obligó a su población a migrar, convirtiendo a la ciudad en un lugar de paso o dormitorio.
Sumada a la crisis que ya enfrentaba, la saliente administración de Santiago Motiño, un hombre de afinidad nacionalista, carácter fuerte y conducta violenta, precarizó aún más la vida de la gente. A Motiño, la ciudadanía lo supone responsable de tener vínculos con el crimen organizado, debido a una investigación que está en poder el Ministerio Público, con delitos de daños agravados y abuso de autoridad en perjuicio del patrimonio cultural de la nación y la administración pública.
Motiño no acepta su derrota electoral y hasta el día de la toma de posesión de Santos Laínez, se encontraba encerrado en la oficina municipal junto a sus más cercanos colaboradores. Lanzando amenazas y negándose a entregar el puesto de alcalde.
El nuevo alcalde denunció que horas antes de la toma de posesión, Motiño extrajo de forma arbitraria e ilegal documentación y enseres de la municipalidad, además, que con una transferencia municipal de más de 4 millones de lempiras pagó prestaciones a trabajadores de su confianza, dejando al resto de los empleados sin el pago de sus salarios.
Santos Laínez, al igual que el resto de los alcaldes que han roto con la dinastía nacionalista en Honduras, asumen el reto de recuperar municipalidades saqueadas por la corrupción, en bancarrota, sin energía eléctrica y con millones de lempiras en salarios atrasados. Laínez también asume el compromiso de atender las demandas más fundamentales de la ciudadanía, que sigue sobreviviendo al impacto de los huracanes Eta e Iota.
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