lunes, 29 de marzo de 2010
El porqué de la cultura de la muerte en Honduras
Tiempo
Por Alfredo Haces
En Honduras el fenómeno de la violencia fortalece a “la cultura de la muerte”, las 24 horas del día y de la noche, en cualquier lugar, sin importar género, profesión u oficio y mucho menos edad.
Especialmente en Tegucigalpa “la capital política”, y San Pedro Sula “la capital industrial”, los medios de comunicación colectiva, prensa, radio y televisión, tienen noticia para llenar sus portadas de cualquier suceso violento que se ha vuelto normal entre la ciudadanía y pareciera que ya se ha acostumbrado.
La gente ha perdido la confianza en sus autoridades, las cuales lamentablemente no parecieran poder controlar o al menos contrarrestar los altos índices de violencia y los forenses se han vuelto incompetentes para el levantamiento de tantos cadáveres en la escena del crimen.
La población trabajadora, estudiantil y en general, han caído en una histeria colectiva debido a la inseguridad y el trayecto a los centros de labores, estudios, actividades en general y viceversa se ha convertido en una odisea rutinaria.
Ya nadie se siente seguro, no importando qué tipo de transporte utilice, en el colectivo toda persona que se siente a su lado es un sospechoso y en el transporte privado cosa igual, casi todo mundo prefiere aguantar calor por andar los vidrios cerrados y cualquier motocicleta que se le acerque causa temor, aun hasta los repartidores de pizza.
Según datos policiales, un promedio de 3 personas por día son víctimas mortales de la ola de violencia en la zona norte específicamente, sin contar los delitos menores que se han vuelto incontables y los hechores cuando son capturados pagan una condena de 24 horas, para seguir en los mismos actos delincuenciales y no pasa nada.
En el Valle de Sula en menos de tres meses han sido asesinadas un promedio de 32 mujeres, una cifra mayor de un femicidio cada 24 horas, además de las muertes en serie, donde familias enteras o en grupos de personas han sido asesinadas a mansalva.
En la mayoría de los casos quedan impunes y los resultados de las investigaciones logran el qué pasó, quiénes eran las víctimas, dónde sucedió, cuándo y dónde se registraron los sucesos. Pero casi nunca el porqué o para qué y las investigaciones se quedan a medias porque estos dos últimos elementos son los más importantes de toda investigación.
Uno de los latentes indicadores del aumento de la violencia, el crimen organizado, se debe al crecimiento de la actividad del narcotráfico en Honduras que ha sido el “puente centroamericano” del acarreo de la droga proveniente del sur con destino al norte.
La zona de la Mosquitia, en especial centro de operaciones, y el corredor del Litoral Atlántico, donde las avionetas y las lanchas hacen parejas por el aire y por agua. Con sus respectivos puertos y pistas clandestinas en cualquier parte del territorio nacional.
Los distintos gobiernos han sido incompetentes para contrarrestar este flagelo del “fantasma” del narcotráfico que se cruza por toda el área centroamericana sea por tierra, agua o por aire y que deja huella por donde pasa.
Durante los siete meses del gobierno de facto, este fenómeno social aprovechó y tomó auge, además de operar a su antojo en el territorio nacional, y de igual manera los diferentes gobiernos han sido incapaces para controlar y mucho menos para contrarrestarlo con o sin la ayuda de la DEA.
Y el gobierno actual no es la excepción, que apenas comienza a ser todo tipo de actividad diplomática para poder ser reconocido internacionalmente y en las pláticas hasta al momento poco o nada se ha escuchado sobre las ayudas de los Estados Unidos de América.
Todo esto indica que los tentáculos del narcotráfico en Honduras son uno de los motivos del alto índice de violencia de este fenómeno que no duerme las 24 horas del día y de la noche y que no se deja ver de la policía.
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