martes, 23 de marzo de 2010

Doscientos exiliados políticos de la era Pinochet aún no pueden volver a Chile

Por Riccardo Valletti

Mientras en la Corte Marcial no existe prescripción para los procesos contra la oposición en el exilio, muchos oficiales de la dictadura siguen activos en el ejército.

El 27 de enero, Jorge Martín, de 53 años y ex militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) –grupo armado contra la dictadura pinochetista– fue detenido nada más bajar del avión en Santiago de Chile, cuando volvía a su país después de 20 años de exilio en Madrid. Fue liberado tras varios días con la obligación de no salir de Chile mientras no termine su proceso. Su caso es paradigmático. A punto de cumplir 20 años, la democracia chilena aún está enredada en el legado político del dictador. En todo el mundo hay cerca de 200 personas exiliadas o proscritas por la dictadura. La mayoría son ex guerrilleros y opositores a quienes la dictadura impuso por decreto el exilio forzado. Un decreto que se mantuvo con la llegada de la democracia. Después de la transición, los tribunales internacionales intentaron juzgar a los altos mandos del ejército de Pinochet por crímenes de guerra, pero sólo en pocos casos se llegó con éxito al final de juicio. En el ejército chileno todavía están activos muchos oficiales que dieron órdenes en esa época. Otros tantos se han retirado y viven de sus ricas pensiones, mientras que la Corte Marcial no prevé la prescripción de los procesos a los exiliados. Matilde Martín, hermana de Jorge y también represaliada, explica que el único delito de su hermano es “el de haber luchado contra la dictadura”.“ Cuando los asesinos de nuestra familia campean libremente por las calles del país”, añade, “a los luchadores de la democracia se les encarcela y se les prohíbe volver a su país”. En una entrevista a DIAGONAL, Jorge definió, el día de su detención hace 25 años por la Central Nacional de Informaciones (CNI), la policía secreta de Pinochet, como “el más trágico de la historia de mi familia. Cuando irrumpieron en mi casa, los agentes mataron a tiros a dos de mis hermanas menores y a un sobrino pequeño”. Jorge y Matilde fueron encarcelados, interrogados y torturados durante días. La CNI había aprendido las técnicas de tortura de la CIA. “La parrilla consistía”, relata Jorge, “en que te aplicaban eléctrodos en los genitales y en el recto y te ponían descargas de corriente eléctrica. Otra tortura era el submarino: te forzaban la cabeza en una bañera llena de orina y excrementos hasta casi sofocarte”. Jorge y Matilde fueron torturados regularmente en sesiones de interrogatorios que se repetían cada cuatro horas durante los primeros 20 días de detención. Junto con otros 48 presos políticos, Jorge Martín se fugó de la cárcel de máxima seguridad de Santiago el 29 de enero de 1990 (ver recuadro). Sólo un mes y medio después, el 11 de marzo de 1990, Pinochet dejaría oficialmente el poder, manteniendo en sus manos la jefatura de ejército.

Durante la transición, el Partido Comunista Chileno (PCCh) suscribió los acuerdos de exilio de los guerrilleros que siguen en vigor.


PRESOS POLÍTICOS. Jorge Martín (derecha) y Rafael Pascual Arias (delante) con otros presos políticos del FPMR.

Dos generaciones de exiliados

Como muchos de sus compañeros, Jorge se afilió aún adolescente a las Juventudes Comunistas. Participó en las manifestaciones y protestas pacíficas donde vio matar a tiros a sus amigos. Según él, “fueron esas experiencias” las que le llevaron a concebir la lucha armada como única solución a la dictadura. Entró entonces en el FPMR, brazo armado del PCCh. Los padres de Jorge, republicanos españoles, también vivieron la experiencia del exilio en Chile después de la Guerra Civil, gracias al poeta Pablo Neruda, que consiguió salvar a 2.400 personas en el barco Winnipeg. Paradójicamente su hijo volvió como exiliado a España tras luchar contra la dictadura.

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