martes, 1 de febrero de 2022

Herminio Deras, 39 años de su martirio y el nuevo amanecer para la justicia en Honduras


Radio Progreso

Por Alba Deras García

Un 29 de enero de 1983, el mundo se detuvo para ella. Recibe la noticia del brutal asesinato de su hermano. La década perdida por la implementación de la doctrina de seguridad nacional golpea lo más valioso de la juventud hondureña, es la década de las desapariciones forzadas, de las torturas, de los asesinatos políticos, de las persecuciones, del exilio.

Su hermano, su amigo leal, su formador; ese ser humano de hablar pausado, de enseñanza permanente,  de una nobleza sin límites, de profundas convicciones de que otro mundo mejor es posible, – y para lo cual pone toda su inteligencia y entrega al servicio de ese pueblo que lleva en cada fibra de su ser, – es objeto de una persecución permanente por parte de las fuerzas de seguridad del Estado, y una madrugada triste intentan secuestrarlo, se resiste, pelea contra sus agresores, y cae abatido por las balas de los asesinos, había jurado que nunca se dejaría llevar vivo, cumple su promesa.

Estando lejos no puede acompañar a su familia en tan doloroso momento, toca fondo, no puede asimilar tan duro golpe. Años más tarde, hace de la búsqueda de justicia para su hermano y su familia, cruelmente tratada,- perseguida, secuestrada, torturada, estigmatizada, exiliada, -un objetivo de vida, en esa búsqueda de justicia la acompaña COFADEH [1]y de la mano sabia, profesional, de una abogada (MERY), que pone su experiencia y su corazón a la representación del caso,  El Sistema Interamericano de Derechos Humanos después de muchos años, lo asume; y  más temprano que tarde el Estado de Honduras debe recibir la condena que se merece, pero, aunque justicia tardía no es justicia, cree que el descomunal esfuerzo realizado por su hermano vale la pena, y es una forma de hacerle el homenaje que él se merece, su sacrificio no puede ser en vano y confía que un día el pueblo pueda hacer suya la memoria histórica y cumpla los sueños de un mundo mejor por los cuales tantos hombres y mujeres valientes dieron la vida.

Y en este nuevo amanecer para Honduras, cuando el pueblo ha decidido asaltar con audacia y valentía la utopía, Herminio espera justicia, pero primero para su pueblo martirizado, el cual está hambriento no solo de comida, sino de esperanzas.

Herminio nos espera, paciente, pero no callado, comparte con su pueblo la alegría desbordada, pero vigilante, para que los nuevos traidores no trunquen nuevamente sus sueños.

Por Herminio, por todos nuestros mártires, juramos ser leales siempre, traidores JAMÁS.


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