viernes, 16 de julio de 2021

Con un gesto solidario permanente despedimos al P. Marco Aurelio Lorenzo


Defensores en Línea

El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), a través de su coordinadora general Berta Oliva, expresa sus muestras de duelo ante la irreparable pérdida física del compañero defensor de derechos humanos, sacerdote Marco Aurelio Lorenzo.

La madrugada de este viernes 9 de julio de 2021, el Padre Marco Aurelio suma a las víctimas de la pandemia por el Covid-19, aunque fue desde hace años víctima de la persecución policial y política por su labor de defensoría de la Casa Común.

Su mensaje era en defensa del ambiente, contra la destrucción del bosque, los ríos y a contaminación en la región noroccidental del país, cabe señalar que es una de las más afectadas por el extractivismo y concesiones mineras.

En esos caminos de lucha y resistencia por una patria libre de impunidad, nos encontramos con el padre Marco Aurelio el 6 de enero de 2012, en Macuelizo, Santa Bárbara, cuando dirigía la parroquia San Miguel Arcángel, y días antes fue víctima de un brutal ataque por parte de ocho elementos policiales en San Miguelito, Intibucá.

“Me pateaban mientras yo gateaba por que no podía pararme, y en ese momento pienso que se les acabó la ira y surgió a ellos un poco de actitud humanitaria, porque decidieron subirme a la paila de la patrulla junto a mis hermanos y llevarnos hacia el Hospital La Esperanza, Intibucá”. Testimonio p. Lorenzo 2012

Su llamado de acompañamiento en la denuncia fue atendido de inmediato por nosotras, quienes viajamos desde la capital, hasta su parroquia casi fronteriza con Guatemala. Pero no fuimos solas, también se solidarizaron más defensores de derechos humanos y periodistas que cubrieron la denuncia.

“El -padre Lorenzo- siempre estuvo en contacto, fue para nosotras una gran referencia” afirmó Berta Oliva, esta mañana, quien estaba pendiente el estado de salud del líder religioso y social, y esperaba que pudiera continuar la lucha con una pronta mejoría, por lo que su deceso la sorprendió.

Hoy el pueblo resalta ese don de humanidad del Padre Marco Aurelio, además de su legado espiritual, donde ejercía actualmente en la parroquia San Marcos Evangelsita, municipio de San Marcos, toda su lucha social, uno de los referentes en la defensa ambientalista y opositor a la venta del país.

Su partida recuerda aquella multitudinaria caminata que acuerpó la lucha del padre Lorenzo hace nueve años, donde estuvo presente Berta Oliva, Berta Cáceres (asesinada en 2016), Betty Vásquez, Juan Almendrares Bonilla, Padre Fausto Milla y otros sacerdotes, entre otros líderes de movimientos campesinos personas de diferentes departamentos del país que repudiaron el ataque policial.

El 26 de diciembre de 2011, el presbítero viajaba con dos feligreses más, cuando fue “asaltado” por ocho elementos de la Policía Nacional, que lo golpearon fuertemente dejando una gran herida en su cabeza.

Aunque la policía contó otra versión de la historia justificando el ataque y robo en perjuicio del líder religioso, el acompañamiento popular permanente demostró la persecución existente contra el padre Marco Aurelio.

Sin vacunas, sin triajes, sin medicamentos y sin atención oportuna, el Coronavirus sigue arrebatando valiosas vidas en Honduras. Con el Padre Lorenzo suma a tres sacerdotes católicos afines a la lucha popular que perecen en el país.

Seguimos exigiendo mejores condiciones de salud, que no continúe el saqueo gubernamental. ¿Dónde está el dinero? Que se le ha dado al régimen de Juan Orlando Hernández, supuestamente para contrarrestar la pandemia del Covid-19 que oficialmente registra 7 mil muertes, pero la realidad puede superar hasta en 4 veces esta suma.

Con el gesto solidario de entrelazaros las manos, como lo hicimos en aquel momento de sumo peligro, hoy lo hacemos espiritualmente con el espíritu del padre Marco Aurelio Lorenzo, quien vuela libre a la eternidad, pero que nos seguirá acompañando por una patria digna para quienes la habitamos y luchamos por ella.

Su cuerpo descasará en Yamaranguila, Intibucá, su pueblo natal.

Me trataron como delincuente

El padre Lorenzo relató que luego de muchas horas de conducir hacia Yamaranguila, fue dominado por el sueño y decidió detenerse a la orilla del camino para descansar y evitar el riesgo de quedarse dormido al volante. Eran las 8:30 de la noche. Fue así que a la altura del kilómetro 24, entre las comunidades de La Esperanza y San Miguelito, el padre Lorenzo inclinó su asiento y se dispuso a reposar unos minutos, junto a uno de sus hermanos, mientras que el otro se bajó del vehículo y le colocó dos cuñas para asegurarlo, ya que se encontraban cerca de una pendiente.

Instantes después, apareció una patrulla policial asignada a San Miguelito, Intibucá, y de manera intempestiva se bajaron ocho efectivos y empezaron a golpear al joven que se encontraba fuera del auto y seguidamente sacaron también a golpes del vehículo al otro hermano del padre Lorenzo, a quien enchacharon y subieron a la paila de la patrulla.

Hasta ese momento, los hermanos pensaron que todo se trataba de un intento de secuestro, ya que jamás dieron un motivo para una agresión de este tipo.

Luego de la salvaje golpiza y con una profunda herida en la cabeza el padre Lorenzo se sintió sin fuerzas y en ese momento uno de sus hermanos empezó a gritar para pedir ayuda.

El padre Lorenzo señaló que los policías intentaron subirlo a la paila de su carro, pero por instinto de supervivencia se resistió.

Ya desesperados por la situación fuera de control, los agentes dispusieron quitar las cuñas a las llantas con la intención de que el automotor se fuera hacia un abismo adyacente. Para su mala suerte, el vehículo cambió de dirección y fue a estrellarse a un paredón contrario.

“Me pateaban mientras yo gateaba por que no podía pararme, y en ese momento pienso que se les acabó la ira y surgió a ellos un poco de actitud humanitaria, porque decidieron subirme a la paila de la patrulla junto a mis hermanos y llevarnos hacia el Hospital La Esperanza, Intibucá”.

“Uno se paró sobre mi brazo izquierdo y otro sobre mi brazo derecho, al tiempo que los demás empiezan a agarrarme a patadas y toletazos”.

Ya en el hospital, en vista que fueron llevados por la Policía los trataron como delincuentes, sin ningún tipo consideración, hasta que una de las enfermeras lo identificó y expresó a sus compañeros que no se trataba de un delincuente sino del padre Lorenzo, y todos empezaron a curar sus heridas y a hablarles con respeto.

Durante todo este tiempo los policías manifestaban que los heridos habían sufrido un accidente y que sólo necesitaban que les lavaran sus lesiones para llevarlos detenidos. Al darse cuenta que se trataba de un cura y sus dos hermanos, los policías cambiaron de planes, y en el momento en que las enfermeras salían de la habitación aprovecharon para arrojar bajo las camillas sus teléfonos celulares y billeteras, sin el dinero que sumaba 16 mil lempiras

Al siguiente día que llegó a la Policía a reclamar su auto les preguntó que si había alguna infracción qué pagar y le manifestaron que no habían cometido ninguna falta, que podían marcharse, lo cual deja sin razón o explicación lógica la salvaje golpiza que les pudo costar la vida.

“Todos aún nos estamos preguntando qué ocurrió, pero no lo sabemos. De lo único que estamos seguros es que esa noche estuvimos entre la vida y la muerte y ahí sólo estuvo la mano de Dios para salvarnos”, expresó el Padre Marco Aurelio Lorenzo, el 6 de enero de 2012, cuando fue visitado a templo lleno en su parroquia.


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