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Por Gustavo Duch
“Ya llegan los tomates”. Esta es la expresión que más se repite cuando el empuje suave pero decidido de la primavera, poco a poco, va amainando al invierno.
“Ya llegan los tomates”, dice la gente de las huertas. Pero se refieren a que es ahora el momento de iniciar el semillero de tomates. Tres o cuatro minúsculas semillas se depositan en cada alvéolo relleno de una tierra receptiva –enamorada– que pulverizarán cada ocho horas – por prescripción facultativa–, durante un par de meses de preñez, para, después, llevarlas en forma de plantón recién salido del nido, a su vuelo bajo tierra. Plantados, casi sumergidos para que solo asomen sus últimas hojas, les quedan otros dos meses más de adolescencia. El tallo engordará y, enhebrado a cañas hábilmente colocadas como mástiles de barcos, crecerá si la sequía o los hongos no lo encuentran. Llegará entonces su esplendor erótico y, desnudando sus mejores flores, seducirán a amantes con alas que quieran juguetear con ellas y embadurnarse con su polen. Y ya estaremos en pleno verano cuando cada flor muera en el parto de un minúsculo huevo verde que la savia y el sol incubarán al menos otro mes.
“Ya llegan los tomates”, volverán a decir en la huerta, solo que, por fin, ya podrán, uno a uno, extirparles su cordón umbilical y, en un cesto de cañas y paja, acunarlos camino de las cocinas. O de la boca, si el deseo no se puede controlar.
“Ya llegan los tomates”, dicen los anuncios de los supermercados en verano… y también en otoño, invierno y primavera. Y no mienten, porque llegar llegan y llegan de muy lejos.
Para ser concreto y frío, como estos tomates que no han visto el sol, en el caso del Estado español, en el año 2020 llegaron mil millones de tomates procedentes (y en este orden de magnitud) de Marruecos, Portugal, Holanda, Bélgica y Francia. La otra gran producción atemporal es la de Almería, bajo plásticos y con mano de obra, importada, pero sin importancia…
La mayoría de los tomates ya no llegan, es mentira. Lo que irrita de esta falsedad es que no llegan, porque nunca se han marchado.
Revista EtsElqueMenges (article en català)
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