sábado, 14 de octubre de 2017
Unidad y lucha entre lo real y lo ideal en el mundo mercantil
Por Francisco Umpiérrez Sánchez
Escuchemos a Marx en la sección titulada La transición al capital del fragmento del texto primitivo contenido en los Grundrisse 1857-1858:
“Pero, ante todo, consideremos el carácter formal de la circulación simple. En realidad, la circulación es solamente el proceso formal que sirve de mediador a los dos momentos que directamente coinciden y se desdoblan en la mercancía, de la que esta es unidad directa: el valor de uso y el valor de cambio. La mercancía se turna en cada una de estas dos determinaciones. Postulada en cuanto precio, la mercancía es también, ciertamente, valor de cambio, pero su existencia como valor de uso se manifiesta como su realidad y su existencia en cuanto valor de cambio es solamente una relación, algo puramente ideal. También en el dinero la mercancía es ciertamente valor de uso, pero su existencia como valor de cambio se manifiesta como su realidad, ya que el valor de uso general es puramente ideal.
En la mercancía, el material tiene un precio; en el dinero, el valor de cambio posee un material”.
Pensemos en un desarrollo del mundo mercantil donde ya ha surgido el dinero de forma acabada, y que el dinero es oro. Solo el oro desempeña el papel de equivalente general y, por tanto, todos los propietarios expresan el precio de sus mercancías en oro. Hablamos de la circulación simple de mercancía, que viene representada por M1-D-M2. Esto es, una persona tiene la mercancía 1 que la cambia por dinero, y luego este dinero lo cambia por la mercancía 2, que es la que necesita. Se observa que el dinero funciona de mero mediador. Es el momento que no se conserva. Lo que se conserva son los extremos que tienen la misma forma económica: la forma de mercancía. Aquí hablamos de dos formas económicas: mercancía y dinero. Observado bajo el punto de vista del conjunto, esto es, de los extremos, el propietario 1 se ha limitado a intercambiar su mercancía 1 por la mercancía 2.
La mercancía 1 y la mercancía 2 son unidades de valor de uso y de valor. Pero el propietario de la mercancía 1 le ha puesto a ésta una etiqueta donde indica su precio, por ejemplo: 1 onza de oro. Si observamos la mercancía 1 nos damos cuenta de lo que dice Marx: su existencia como valor de uso se manifiesta como su realidad, mientras que su existencia como valor de cambio, esto es, 1 onza de otro que figura como su precio es algo puramente ideal. De hecho si el propietario 1 no logra vender su mercancía 1, entonces no se realiza como valor de cambio. Y si no se realiza como valor de cambio, y suponemos que M1 es un excedente, entonces tampoco se realizará como valor de uso. Esta es la circunstancia que predomina en los parados. Poseen una mercancía, esto es, la fuerza de trabajo, que tiene un valor de uso y un valor de cambio. Pero su propietario, el trabajador, no encuentra comprador y, por consiguiente, no puede realizarla como valor de cambio. Y al no realizarla como valor de cambio, tampoco puede realizarla como valor de uso. El parado queda atado al idealismo: su valor de cambio que es puramente ideal no adquiere realidad. Su idealismo es forzado, no libre. Y como el valor de cambio predomina sobre el valor de uso, esto es, no depende de él realizar el valor de cambio de su fuerza de trabajo, tampoco puede realizarla como valor de uso. Y esto es fuente de frustración e impotencia.
Por el contrario, el valor de cambio, esto es el dinero oro, en tanto tiene un valor de cambio tiene una existencia real, mientras que en cuanto valor de uso su existencia es puramente ideal. La diferencia consiste en que el dinero siempre puede realizarse como valor de cambio, es el equivalente general, esto es, siempre puede convertirse en valor de uso. Este es el poder de los ricos, que amasan enormes fortunas monetarias y pueden disfrutar de toda la riqueza en su variedad que crea el mundo. No quedan atados al idealismo y no sufren impotencia ni frustración. El mundo de la Bolsa es el mundo donde el valor de cambio se ha objetivado como sustancia frente a los valores de uso, que constituyen el contenido material de la riqueza. Existen como títulos de valor y como multiplicadores de su valor. El valor de cambio de la fuerza de trabajo permanece igual o decrece en tiempos de crisis, mientras que el valor de cambio en forma de títulos de valor se multiplica sin cesar.
Así que concluimos con Marx que mientras en la mercancía el material tiene un precio, en el dinero el valor de cambio tiene un material, aunque sea como hoy día un simple papel. La mercancía fuerza de trabajo idealiza al trabajador o trabajadora en paro, mientras el dinero materializa a los grandes propietarios de las masas monetarias y de los títulos de valor. Por lo tanto, la lucha contra el paro se plantea como una lucha contra el idealismo, contra la existencia puramente ideal del valor de cambio de la fuerza de trabajo.
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