sábado, 9 de abril de 2011

Entre la objetividad y la honestidad periodística


Rebelión

Por Ollantay Itzamná

Desde la década de los 60 del pasado siglo, se introdujo en la comunicación y la formación del periodismo el mito de la objetividad, proveniente de la escuela norteamericana. Desde entonces, el periodismo objetivo es promovido y defendido, tanto por empresarios, como por las y los obreros de la información. Pero, ¿en qué consiste la objetividad de la información? ¿Existe realmente una información objetiva? ¿Es lo mismo objetividad e imparcialidad?
La objetividad periodística consiste en informar los hechos tal y como ocurren, de manera neutral. Con una perspectiva global. Pero, ¿esto es posible? No.

Todo lo que vemos e informamos está mesclado con nuestras intenciones, sentimientos, ideologías, creencias, conocimientos previos, etc. A esto llaman subjetividad. Todo lo que aprendemos y comunicamos está envuelto y mesclado por nuestra subjetividad. Además, ningún ser humano, por más profesional que sea, puede ver, entender e informar la realidad global de un hecho desde todos los enfoques posibles. Por eso, la objetividad (como neutralidad) es un privilegio de los ángeles, dioses y demonios, pero inalcanzable para los humanos. En otras palabras, la objetividad en la información no es más que la subjetividad (su verdad) de quién informa. Y, quienes tienen el poder de dominación imponen a los pueblos sus mentiras e intereses, como verdades y noticias objetivas.

¿Por qué será que en Honduras los diferentes medios empresariales de información, que se autodenominan objetivos, no dicen nada o dicen poco sobre las revueltas sociales de un pueblo en resistencia? ¿Por qué será que siempre muestran a la policía y militares como víctimas que se defienden de la “horda salvaje” de manifestantes?

Honduras es la materialización de las falacias del mito del periodismo neutral y objetivo. Aquí, la “verdad objetiva” es la mentira y el egoísmo insaciable de los patrones, difundido desde los medios. Ellos deciden y dicen, no sólo qué es verdadero y bueno y qué es falso y malo, sino quiénes son los buenos y quiénes los malos. Y lo triste es que la ciudadanía asumió estas mentiras e intereses de los patrones como valores éticos medulares en su existencia cotidiana.

Veamos cuáles son los medios de información más grandes y quiénes sus dueños en Honduras:

Periódicos. La Tribuna, de l ex presidente de Honduras, Carlos Roberto Flores Facussé (1998-2002). Sobrino del terrateniente y empresario más influyente del país, Miguel Facussé. La Prensa y El Heraldo, de la familia Canahuati Larach (con diferentes negocios con el Estado). Tiempo , de Jaime Rosenthal Oliva. Empresario en diferentes rubros. Tiene una universidad privada, canal de TV y principal dueño de los servicios de televisión por cable. Ex candidato a la presidencia por el partido Liberal.

Televisión. La televisión de Honduras está controlada por una sola persona, José Rafael Ferrari, también de gran presencia en la radio y presidente de la Fundación Teletón. Posee una cadena imponente con canales de distintas denominaciones: Canal 5, Canal 13, Canal 7.

Radios. Radio HRN, con énfasis en noticias, de José Rafael Ferrari García. Radio América, de Miguel Andonie Fernández. Igual con repetidoras en todo el país y énfasis en noticias.
Luego del último golpe de Estado, crecen y ganan audiencia medios alternativos como Globo TV y Radio Globo, y Cholusatsur.

Estos datos explican, no sólo el cerco mediático vigente y la falacia de la neutralidad periodística, sino el rol colonizador e hipnotizador que cumplen estos empresarios en Honduras, quienes forman parte del 5% de opulentos que acaparan el 70% del PIB del país.

Frente a esta cruda realidad de la información, siempre podemos y debemos apelar a la honestidad moral e intelectual de muchos y muchas comunicadoras en el país. Sobre todo al testimonio de aquellos que nos hablan desde el martirio.

El periodismo no nació para vender las mentiras de los patrones como verdades objetivas. Éstos son propagandistas. El periodismo surgió para liberar la palabra silenciada por los amos del mundo. En este sentido, ningún periodismo es neutral. El o la periodista siempre es un apasionado por la vida, por las víctimas y por la Tierra. En consecuencia, responde por la vida, y en último caso con su vida. ¡No exijamos neutralidad objetiva, exijamos honestidad periodística!

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