miércoles, 20 de abril de 2011
Quiero ocuparte para siempre
Asia Times
Por Pepe Escobar
¡Yaaaaa volvió! Cada vez que reaparece estruendosamente el clérigo/político nacionalista chií iraquí Muqtada al-Sadr, el establishment estadounidense tiembla como un sauce llorón, mientras los medios corporativos desempolvan la usual retórica del “incendiario clérigo radical, antiestadounidense, amigo de Irán”.
El sábado 9 hizo ocho años que destruyeron el régimen de Sadam Hussein en Irán; los saderistas chiíes y la mayoría de los suníes consideran el 9 de abril como el día ignominioso en el que Iraq fue anexado por Washington. Iraq es esa nación árabe que vivió bajo una zona de exclusión aérea durante una década y que luego sufrió la destrucción por el Pentágono de casi toda su sociedad e infraestructura (el Washington neoconservador soñó con reconstruirla, en busca de beneficios).
Por lo tanto lo que los saderistas enviaron como tarjeta de regalo a los “liberadores” dice: más vale que os vayáis de nuestro país antes de que acabe 2011, para siempre, tal como fue acordado. O volverá una de las peores pesadillas del Pentágono: un Ejército Mahdi resurgido, reorganizado, que desarrolle tácticas de guerrilla.
El mensaje de la tarjeta de regalo de Muqtada –sigue estudiando teología en la ciudad santa iraní de Qom– fue entregado a través de su portavoz Salah al-Obaidi y respaldado por una marcha de un millón de personas por Bagdad. Las masas llegaron de todo el sur de Iraq y de la provincia Diyala en el este (las multitudes fueron más pequeñas porque las fuerzas de seguridad cerraron calles y puentes que llevaban a la manifestación cerca de una base militar de EE.UU.)
El mensaje llegó con gran exactitud, justo un día antes de que el jefe del Pentágono, Robert Gates, visitara el norte de Iraq para convencer al gobierno de Nuri al-Maliki de que, bueno, van a seguir ocupando el país indefinidamente. Para entonces, el Departamento de Estado ya había anunciado que quería mantener un ejército de mercenarios y lo que equivaldría a miles de burócratas en la mayor embajada estadounidense del mundo. Los mercenarios supuestamente protegerán a los burócratas. Y hablemos de excepcionalismo estadounidense.
Según Muqtada: “Lo primero que haremos es escalar la actividad de resistencia militar y reactivar el Ejército Mahdi en una nueva declaración que se publicará posteriormente… Segundo escalar la resistencia pacífica y pública mediante sentadas.” De modo que si EE.UU. se queda, Muqtada convertirá Bagdad en una gigantesca Plaza Tahrir –con el añadido de que los comandos pondrán roja la Zona Verde y condenarán a los contratistas a la condición de víctimas del tráfico en las carreteras. La gran revuelta árabe de 2011 se reinventa continuamente en una miríada de formas.
Cualquiera que hubiera apostado seriamente hace algunos años a que Washington haría todos los esfuerzos posibles por redactar el Acuerdo de Estatus de Fuerzas (SOFA, por sus siglas en inglés) que firmó con Iraq, debe haber llegado a ser banquero inversionista en Wall Street.
El SOFA fue firmado por el ex presidente George W Bush en noviembre de 2008. Según el texto todos los militares de EE.UU., más su personal civil, debían salir de Iraq antes del 31 de diciembre de 2011 a medianoche. Si Washington no cumple ese acuerdo, EE.UU. estará técnicamente en guerra con Iraq –los soldados estadounidenses están desplegados ilegalmente, sin el consentimiento del Congreso de EE.UU.
No hay ninguna evidencia en absoluto de que este SOFA se vaya a modificar antes del plazo fijado, aunque el gobierno de Maliki, bajo extrema presión, podría llegar a pedir al gobierno de Barack Obama que amplíe la ocupación. Pero para hacerlo, Maliki necesita a los saderistas, que forman parte del gobierno.
Por lo tanto, el mensaje de Muqtada es realmente una seria advertencia a Maliki. Y a propósito, no se trata solo de que se vayan 47.000 soldados de EE.UU.; se trata del fin del capítulo de Iraq en el imperio estadounidense de bases militares (hubo otras manifestaciones el sábado cerca de bases de EE.UU. en Kirkuk, Shi Qar, y Al-Asad en la provincia Anbar.
No es sorprendente que tanto el gobierno de Obama como el Pentágono estén en alerta roja, El vicepresidente Joe Biden llamó urgentemente a Maliki después de que Gates abandonó Iraq para mantener la presión. Algunos parlamentarios iraquíes, por su parte, subrayan que cualquier ampliación tendría que ser aprobada por el parlamento. Y Muhamad Salman, del partido suní Iraqiya (la mayoría de los suníes son nacionalistas iraquíes que también quieren que EE.UU. se vaya) ya ha hablado de un referendo popular.
Se suponía que el propio SOFA debía ser aprobado por referendo (nunca tuvo lugar). En breve, los únicos protagonistas que quieren que EE.UU. se quede son los militares en Kurdistán iraquí -quienes temen que los puedan dominar los iraquíes árabes.
Esencialmente, Washington está desconcertado en su reacción ante el tejemaneje de la Casa de Saud en Bahréin –una contrarrevolución implacable que impone su marca intolerante/represora/militarista del Islam suní contra los chiíes en todo el Golfo. La cólera que sienten los chiíes del Golfo es compartida por los chiíes iraquíes; pero de ahí a suponer que Irán aumente su influencia con ellos no es un hecho dado. El gobierno de Maliki está próximo a Irán, pero eso no implica que si se van los estadounidenses del terreno, Bagdad vaya a convertirse en un protectorado de Teherán.
Los chiíes iraquíes también acusan rutinariamente a los wahabíes acaudalados de Arabia Saudí y de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) de haber financiado guerrillas suníes de la línea dura durante la guerra civil de Iraq entre 2005 y 2007 (una afirmación que confirmé en la época en Bagdad).
Sobre todo Washington se preocupa por el futuro de la Quinta Flota de EE.UU. en Bahréin. A juzgar por las maniobras saudíes, no parece que la base se vaya a ir a ningún otro sitio; incluso si lo hiciera, se puede apostar a que Qatar o los EAU estarían más que felices de aceptarla.
El resultado final es que la mayoría de los iraquíes, suníes y chiíes, quieren que EE.UU. haga sus maletas y se vaya el 31 de diciembre. En el caso improbable de que Bagdad quisiera seguridad aérea (¿contra quién? ¿La Casa de Saud?), EE.UU. podría presentar una posibilidad desde la base al-Udeid en Qatar. El gobierno de Maliki no es suicida; olvidad una ampliación del SOFA. Desde el 31 de diciembre de 2011, el trágico capítulo iraquí del imperio mundial de bases de EE.UU. habrá terminado finalmente.
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.
Por Pepe Escobar
¡Yaaaaa volvió! Cada vez que reaparece estruendosamente el clérigo/político nacionalista chií iraquí Muqtada al-Sadr, el establishment estadounidense tiembla como un sauce llorón, mientras los medios corporativos desempolvan la usual retórica del “incendiario clérigo radical, antiestadounidense, amigo de Irán”.
El sábado 9 hizo ocho años que destruyeron el régimen de Sadam Hussein en Irán; los saderistas chiíes y la mayoría de los suníes consideran el 9 de abril como el día ignominioso en el que Iraq fue anexado por Washington. Iraq es esa nación árabe que vivió bajo una zona de exclusión aérea durante una década y que luego sufrió la destrucción por el Pentágono de casi toda su sociedad e infraestructura (el Washington neoconservador soñó con reconstruirla, en busca de beneficios).
Por lo tanto lo que los saderistas enviaron como tarjeta de regalo a los “liberadores” dice: más vale que os vayáis de nuestro país antes de que acabe 2011, para siempre, tal como fue acordado. O volverá una de las peores pesadillas del Pentágono: un Ejército Mahdi resurgido, reorganizado, que desarrolle tácticas de guerrilla.
El mensaje de la tarjeta de regalo de Muqtada –sigue estudiando teología en la ciudad santa iraní de Qom– fue entregado a través de su portavoz Salah al-Obaidi y respaldado por una marcha de un millón de personas por Bagdad. Las masas llegaron de todo el sur de Iraq y de la provincia Diyala en el este (las multitudes fueron más pequeñas porque las fuerzas de seguridad cerraron calles y puentes que llevaban a la manifestación cerca de una base militar de EE.UU.)
El mensaje llegó con gran exactitud, justo un día antes de que el jefe del Pentágono, Robert Gates, visitara el norte de Iraq para convencer al gobierno de Nuri al-Maliki de que, bueno, van a seguir ocupando el país indefinidamente. Para entonces, el Departamento de Estado ya había anunciado que quería mantener un ejército de mercenarios y lo que equivaldría a miles de burócratas en la mayor embajada estadounidense del mundo. Los mercenarios supuestamente protegerán a los burócratas. Y hablemos de excepcionalismo estadounidense.
Según Muqtada: “Lo primero que haremos es escalar la actividad de resistencia militar y reactivar el Ejército Mahdi en una nueva declaración que se publicará posteriormente… Segundo escalar la resistencia pacífica y pública mediante sentadas.” De modo que si EE.UU. se queda, Muqtada convertirá Bagdad en una gigantesca Plaza Tahrir –con el añadido de que los comandos pondrán roja la Zona Verde y condenarán a los contratistas a la condición de víctimas del tráfico en las carreteras. La gran revuelta árabe de 2011 se reinventa continuamente en una miríada de formas.
Cualquiera que hubiera apostado seriamente hace algunos años a que Washington haría todos los esfuerzos posibles por redactar el Acuerdo de Estatus de Fuerzas (SOFA, por sus siglas en inglés) que firmó con Iraq, debe haber llegado a ser banquero inversionista en Wall Street.
El SOFA fue firmado por el ex presidente George W Bush en noviembre de 2008. Según el texto todos los militares de EE.UU., más su personal civil, debían salir de Iraq antes del 31 de diciembre de 2011 a medianoche. Si Washington no cumple ese acuerdo, EE.UU. estará técnicamente en guerra con Iraq –los soldados estadounidenses están desplegados ilegalmente, sin el consentimiento del Congreso de EE.UU.
No hay ninguna evidencia en absoluto de que este SOFA se vaya a modificar antes del plazo fijado, aunque el gobierno de Maliki, bajo extrema presión, podría llegar a pedir al gobierno de Barack Obama que amplíe la ocupación. Pero para hacerlo, Maliki necesita a los saderistas, que forman parte del gobierno.
Por lo tanto, el mensaje de Muqtada es realmente una seria advertencia a Maliki. Y a propósito, no se trata solo de que se vayan 47.000 soldados de EE.UU.; se trata del fin del capítulo de Iraq en el imperio estadounidense de bases militares (hubo otras manifestaciones el sábado cerca de bases de EE.UU. en Kirkuk, Shi Qar, y Al-Asad en la provincia Anbar.
No es sorprendente que tanto el gobierno de Obama como el Pentágono estén en alerta roja, El vicepresidente Joe Biden llamó urgentemente a Maliki después de que Gates abandonó Iraq para mantener la presión. Algunos parlamentarios iraquíes, por su parte, subrayan que cualquier ampliación tendría que ser aprobada por el parlamento. Y Muhamad Salman, del partido suní Iraqiya (la mayoría de los suníes son nacionalistas iraquíes que también quieren que EE.UU. se vaya) ya ha hablado de un referendo popular.
Se suponía que el propio SOFA debía ser aprobado por referendo (nunca tuvo lugar). En breve, los únicos protagonistas que quieren que EE.UU. se quede son los militares en Kurdistán iraquí -quienes temen que los puedan dominar los iraquíes árabes.
Esencialmente, Washington está desconcertado en su reacción ante el tejemaneje de la Casa de Saud en Bahréin –una contrarrevolución implacable que impone su marca intolerante/represora/militarista del Islam suní contra los chiíes en todo el Golfo. La cólera que sienten los chiíes del Golfo es compartida por los chiíes iraquíes; pero de ahí a suponer que Irán aumente su influencia con ellos no es un hecho dado. El gobierno de Maliki está próximo a Irán, pero eso no implica que si se van los estadounidenses del terreno, Bagdad vaya a convertirse en un protectorado de Teherán.
Los chiíes iraquíes también acusan rutinariamente a los wahabíes acaudalados de Arabia Saudí y de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) de haber financiado guerrillas suníes de la línea dura durante la guerra civil de Iraq entre 2005 y 2007 (una afirmación que confirmé en la época en Bagdad).
Sobre todo Washington se preocupa por el futuro de la Quinta Flota de EE.UU. en Bahréin. A juzgar por las maniobras saudíes, no parece que la base se vaya a ir a ningún otro sitio; incluso si lo hiciera, se puede apostar a que Qatar o los EAU estarían más que felices de aceptarla.
El resultado final es que la mayoría de los iraquíes, suníes y chiíes, quieren que EE.UU. haga sus maletas y se vaya el 31 de diciembre. En el caso improbable de que Bagdad quisiera seguridad aérea (¿contra quién? ¿La Casa de Saud?), EE.UU. podría presentar una posibilidad desde la base al-Udeid en Qatar. El gobierno de Maliki no es suicida; olvidad una ampliación del SOFA. Desde el 31 de diciembre de 2011, el trágico capítulo iraquí del imperio mundial de bases de EE.UU. habrá terminado finalmente.
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.
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