lunes, 26 de febrero de 2018

Pensar la vida desde el Sur latinoamericano en un humanismo crítico y liberador


Rebelión

Por Agustín Ortega Cabrera *

Este artículo tiene su origen en mi último viaje y experiencia en Lima, una de las ciudades emblemáticas de América Latina. En dicha experiencia he podido seguir estudiando, investigando y experienciando la cultura y el pensamiento latinoamericano de carácter crítico, ético, social y liberador que expresa todo un personalismo y humanismo integral. Dicha cultura y pensamiento tiene uno de sus lugares de origen en Lima-Perú con testimonios y pensadores como Toribio de Mogrovejo o, ya en la época contemporánea, J. M. Arguedas, G. Gutiérrez, H. Echegaray….Y que se unen a otros pensadores y testigos como P. Freire, L. Proaño, O. Fals Borda, I. Ellacuría, I. Martín-Baró, E. Dussel, J. C. Scannone, O. Romero, H. Camara, etc.  
Dicho pensamiento humanista, crítico y liberador ha aportado a diversos conocimientos o disciplinas como la filosofía, la teología y las ciencias sociales o humanas como son la ética, la antropología, la sociología y la psicología. Y nos muestra todo un método y epistemología muy fecunda que se religa a la vida y a lo real, a la realidad humana, social e histórica. Una realidad que está inter-relacionada en sus diversas dimensiones, como la personal con la socio-histórica, y es abierta, dinámica y trascendente. Es la pasión por la realidad con un inteligencia sentiente e histórica, que une la razón con lo sentido (corporal-afectivo) en una razón cordial (del corazón), una realidad con sus alegrías y sufrimientos, esperanzas e injusticias. Y que lleva a la opción por los pobres. Esto es, las personas y los pueblos con los pobres de la tierra son los sujetos de su desarrollo, promoción y liberación integral, protagonistas de sus luchas liberadoras por la justicia y la transformación global e integral.

Como se observa, el pensamiento y la razón se incorporan a la vida, a la praxis humana, ética, social y espiritual que promueve la justicia y liberación integral con los otros, con los pobres, oprimidos y excluídos. En una alteridad solidaria con los otros y con la realidad que requiere de las mediaciones socio-analíticas, como son las ciencias sociales, humana y críticas. Para conocer, analizar y valorar de forma transformadora la realidad con sus relaciones inhumanas, culturas alienantes, estructuras sociales de dominación y desigualdad, sus sistemas políticos y económicos injustos, sus mecanismos laborales, comerciales y financieros perversos. Se trata de acoger, en esta compasión solidaria, el don del Otro y de los otros, los gritos del sufrimiento e injusticia que padecen los otros, los pobres y oprimidos. Como son los niños esclavos por trabajar y malvivir en nuestras ciudades, los trabajadores u obreros precarios y explotados o en paro, los campesinos e indígenas expoliados de sus tierras, las mujeres dominadas y marginadas, el mismo clamor de la hermana tierra destruida ecológicamente.

Los imperativos categóricos éticos, humanistas y críticos. Tales como considerar al ser humano con su dignidad como un fin y no como medio (Kant), el emancipar al obrero de las cadenas de la explotación (Marx) o el pensar y actuar para que Auschwitz no se vuelva a repetir (Adorno), en el pensamiento desde el Sur adquieren realidad y actualidad. Como son el principio-liberación, la liberación integral con los pobres, el principio-misericordia asumiendo el sufrimiento e injusticia del otro, de los pobres y el principio-vida que promueve la vida en todos sus aspectos. Ya que los pobres son a los que se les niega esta vida y dignidad, los que mueren antes de tiempo.

Estos imperativos categóricos morales, en Latinoamérica, se recogen y amplían con el conocido como buen vivir. Y hacer práctico el tratar a la comunidad como quieres que te traten a ti (A. Etzioni), la vivencia comunitaria y social solidaria, el actuar de tal forma que asegures la vida de las futuras generaciones (H. Jonas). El principio-vida y liberación se globalizan y actualizan en escuchar el clamor de los pobres y de la tierra. En el discernimiento y valoración de todo aquello que no defienda ni promueva la vida, en todas sus dimensiones y aspectos, como no ético, injusto e inmoral. Es una ecología integral que supone la ecología social en la justicia con los pobres de la tierra, la ambiental en la justicia ecológica y la ecología mental con los valores y sentimientos o afectos que nos dan sentido. Y que nos abren a la ecología espiritual, con la trascendencia y esperanza de la existencia.

Como se observa, toda esta cultura y pensamiento promueve una liberación integral: de las desigualdades e injusticias sociales-globales, de las relaciones y estructuras políticas o económicas de dependencia, dominación e injustas en una liberación socio-política; de las alienaciones y deshumanización que impiden que el ser humano se haga protagonista de su vida en una liberación personal; del mal que causa el egoísmo e individualismo, que no permite el encuentro con el sentido y trascendencia de la vida en una liberación espiritual. Las liberaciones sociales e históricas nunca se pueden confundir e identificar con la liberación ética, trascendente y espiritual. Lo que posibilita tener siempre conciencia crítica y moral ante todo sistema o proyecto político e histórico que se quiere absolutizar, ser definitivo convirtiéndose en un ídolo totalitario y dictatorial. Más, para evitar todo espiritualismo desencarnado, la liberación ética, espiritual y trascendente pasa necesariamente por las liberaciones sociales, políticas e históricas que va realizando y anticipando dicha liberación moral, trascendente e integral.

Se trata de buscar siempre más trascendencia y espiritualidad. Con los valores o principios y experiencias místicas de más amor fraterno, comunión solidaria, paz y justicia, de más vida humanizadora, realizada, plena y trascendente. En la esperanza que nos libera y trasciende de todo mal, muerte e injusticia. El pensamiento europeo y crítico se preguntó cómo hacer filosofía y teología después de Auschwitz , desde la memoria del holocausto e injusticia que padecen las víctimas. El latinoamericano se propone el pensar en Auschwitz , en Ayacucho, El Mozote, El Congo o Nairobi. Es decir, todos estos símbolos reales de la banalidad del mal con los nuevos holocaustos e injusticias como son el hambre, la pobreza y, como consecuencia, la violencia que padecen los pobres de la tierra. Este pensar desde el Sur, desde los pobres y víctimas que interrogan el cómo transmitirles el amor fraterno, lleva a una nueva epistemología. Un conocimiento como experiencia del don del amor solidario del Otro y de los otros, como contemplación y lucha por la justicia, como praxis emancipadora y liberadora de toda colonización o colonialismo, dominación u opresión

Es un pensamiento y conocimiento popular que acoge toda la sabiduría social, moral y espiritual de los pueblos. Con la memoria y tradiciones culturales, espirituales y religiosidad popular, los valores y virtudes que les mantienen en la esperanza y en las luchas liberadoras por un futuro más digno, con más vida y trascendencia, Son las experiencias de las familias y comunidades, todos esos hombres y mujeres que con sus hijos llevan la vida adelante, fecundan a la tierra y al planeta. En esa filosofía de la natalidad que, como nos muestra H. Arendt ,con cada nueva existencia que llega al mundo nos regala una esperanza y proyecto de vida humana, solidaria y transformadora.

Por tanto, es una ética y espiritualidad anti-imperialista y descolonizadora que nos libera de los ídolos de la vida burguesa, las idolatrías de la riqueza-ser rico, el poder y la violencia. La liberación de todas estas patologías y alienaciones de los fetichismos e ídolos del consumir y hedonismo, de la buena vida del lujo, poseer y tener que dominan al ser solidario. Un pensamiento libertador de todos estos falos dioses del mercado, capital, beneficio y propiedad que sacrifican en su altar del lucro y competitividad a la vida humana, digna y ecológica. Sacrificando el trabajo decente y los derechos humanos o sociales como es un salario justo al ídolo del capital, la equidad en la distribución de los bienes a la idolatría de la propiedad. Y quedando bien común universal y la civilización de la fraternidad solidaria devorado por el fetichismo del dinero (riqueza-ser rico), de la mercancía y del poder. 

  • Ph. D. Agustín Ortega (España) es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Dpto. de Psicología y Sociología). Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología, Doctor en Humanidades y Teología. Profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y, actualmente, de la UNAE (Universidad Nacional de Educación) así como invitado en diversas universidades latinoamericanas. Autor de diversas publicaciones, libros y artículos. 

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