jueves, 22 de febrero de 2018
El emprendimiento ecológico
Por Javier borelli
El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación impulsa la implementación de la Economía Azul en el país. El concepto teorizado por Gunter Pauli, un economista belga que visitó el país en noviembre, apuesta a que sea “la sociedad” y no el Estado quien lidere los esfuerzos por cambiar la matriz de producción que afecta al ecosistema.
La energía solar y eólica no pueden suministrar lo necesario y sin subsidios no funcionarían. ¿Pero quién paga los subsidios? Tú. La Economía Azul propone trabajar con lo que tenemos. Convertir problemas en oportunidades. Ser creativos e inspirar a los empresarios para que lo hagan”. Con esas palabras y un video colgado en Youtube la Fundación ZERI presenta el concepto que popularizó su fundador, Gunter Pauli, y que el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación decidió promocionar desde 2016 bajo la gestión de Sergio Bergman.
“Nosotros, como ministerio, somos facilitadores. Tenemos la oportunidad de ver cómo el mundo pudo evolucionar positivamente con estos paradigmas, por lo que hemos traído a los protagonistas, a los que tuvieron la visión y lo proyectaron, lo crearon e implementaron”. Así presentó a Pauli, el último 10 de noviembre, el rabino que se hizo cargo de un área de la cual reconoció “no tener conocimiento técnico”. El economista belga, de prolijo traje, luego interpeló al auditorio con retórica evangelizadora: “ha llegado la hora de despertar”.
En concreto Pauli presentó siete posibilidades de desarrollo de la Economía Azul en el país relevadas en el marco de un acuerdo entre su fundación, el Ministerio y el Capítulo Argentino del Club de Roma, una ONG con sede en Suiza que aboga por el cuidado del Medio Ambiente. Estas son: el Papel piedra, el Clúster de algas marinas, la Internet LiFi, la espuma de vidrio, las fibras silvestres, las proteínas de las larvas y los hongos comestibles (ver aparte).
¿Qué es la economía azul?
Según el Ministerio de Ambiente, la propuesta de Pauli “busca alcanzar el desarrollo territorial integral, mediante el aprovechamiento de recursos localmente disponibles, brindando soluciones a problemáticas socioambientales acuciantes, y generando, fuentes genuinas de trabajo mediante la multiplicación del valor agregado”. Claro que ante la pregunta Pauli lo simplifica: “la economía azul consiste en hacer algo concreto con lo que tienes. Lo que nos falta hoy en día es capacidad para imaginar que algo que nos parece un desecho es un producto que nos sirve para mucho. Y no consiste solo en reciclar, también es generar valor añadido. Pero el gran cambio que supone la economía azul es que todo lo integramos en un sistema”.
El sistema, según explica la fundación ZERI, implica que por ejemplo las botellas que uno desecha puedan reciclarse para fabricar espuma de vidrio que puede servir como aislante y para la industria de la construcción. Esa es justamente una de las oportunidades que le ofreció al gobierno argentino. “Para tener una idea, con 5,5 millones de botellas al año ya se puede montar una fábrica de vidrio reciclado. Argentina tiene potencial para instalar 12 fábricas”, señaló en su último paso por el país.
Claro que detrás de esta idea aparecen otros conceptos más conocidos por el gobierno como el de “emprendedorismo”. Pauli se presenta a sí mismo como un emprendedor y cree que son estos “nuevos” sujetos los impulsores del cambio. Según explican los críticos a su filosofía, detrás de esta idea que viene a suplantar a la Economía Verde (sustentable y amigable con el medioambiente) hay una desresponsabilización del Estado.
El concepto de la Economía Verde fue promovido por las Naciones Unidas y pone un fuerte protagonismo en los Estados para implementar políticas que reduzcan las emisiones de carbono o cuiden el ecosistema. Su elevado costo logró posicionar en la vereda de enfrente a grandes corporaciones que ven afectada su rentabilidad y que, a su vez, con su poderoso lobby lograron adhesiones entre varios gobiernos dificultando el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La Economía azul, por el contrario, disuelve las responsabilidades del Estado en la multitud y busca que esta incentive a los “emprendedores”, como cuenta el video de su fundación descripto al inicio de la nota. Por lo tanto, mientras la Economía Verde plantea que son los gobiernos y las instituciones las que deben liderar el cambio de matriz productiva que lleve a un mundo que no se autodestruya; en la Economía Azul se confía en la sociedad como la que debe organizarse, experimentar y crear las condiciones para mejorar la vida.
Papel piedra
El papel piedra es uno de los proyectos que más llaman la atención de los propuestos para desarrollar en el país en el marco de la Economía Azul. Lo que se propone es realizar un papel sin usar madera ni agua. Básicamente se produce con desechos que se extraen de las canteras de piedra caliza, mármol, oro y plata (aunque por su gran disponibilidad y menor costo se produce con carbonato de calcio). El polvo, que es muy fino, es mezclado con una resina no tóxica y da como resultado un producto de gran resistencia y suavidad al tacto que puede ser usado en packaging o folleterías. En Argentina Impregraf importa este papel desde Taiwán. Lo promociona como “papel mineral” y actualmente cuesta un 150% más que el papel de celulosa. No obstante, según consignó Télam en un cable reciente, el costo “bajaría notablemente” si se hiciera una fábrica en el país.
Cluster de algas marinas
El proyecto consiste en desarrollar un sistema multitrófico integrado a mar abierto para el cultivo masivo de macroalgas y la regeneración de la biodiversidad marina. En una primera etapa, el proyecto presentado por Pauli propone la instalación de una plataforma de 100 km2 para el cultivo de especies pioneras de algas, frente a las costas de Pehuen-Có, al sur de la provincia de Buenos Aires.
El producto principal por obtener, mediante la bioconversión de algas marinas, es el biogas. Por otra parte, como remanente de la fermentación anaeróbica de este biocombustible se generan lodos residuales, los que pueden ser utilizados como fertilizante orgánico de alta calidad y elevado contenido de nutrientes, en especial de fósforo. El producto cumple con los requisitos de la filosofía azul ya que, en su totalidad, se trata de un proceso sin disposición final de residuos.
Fibras silvestres
Según difundió el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, el proyecto buscar aprovechar las fibras de camélidos silvestres (vicuñas y guanacos) —las más finas del mundo— de un modo sustentable desde la comunión entre los pobladores rurales y las poblaciones silvestres. Esta iniciativa propone reposicionar la industria textil argentina en un esquema de competencia basado en la disponibilidad de fibras silvestres de calidad excepcional. Si bien ya existen varios proyectos de desarrollo vinculados con esta producción, Pauli hace hincapié en el tema y lo presenta como un trabajo que recupera las técnicas y la cultura tradicionales coyas, permitiendo así la autosustentación de las comunidades en cuanto a la generación de empleo, participando en un mercado internacional con demanda insatisfecha. Es una actividad económica habitual en la región andina.
Internet LiFi
Se trata de una tecnología complementaria del wifi y otros accesos a internet, que permite expandir el acceso a las redes utilizando los puntos de iluminación como nodos de acceso.
La generación de valor agregado en el marco del proyecto lifi estará dada por el impulso de esta tecnología de punta a la innovación local, convirtiendo a las ciudades donde se implementa en referentes de una nueva tecnología con un potencial de mercado que se estima estará por encima de los 100 mil millones de dólares a mediados de la próxima década.
Según promocionó Pauli, la conexión por lifi puede ser unas 200 veces más rápida que el wifi, ahorra un 80% de energía y elimina las ondas de radio, lo que representaría una conexión segura en hospitales para evitar cualquier indeseada interferencia con los equipos médicos.
Gunter Pauli, “le Che Guevara du développement durable”
Gunter Pauli dice que sus amigos latinoamericanos lo llaman “el Che Guevara de la sostenibilidad” y que el Huffington Post lo denominó “el Steve Jobs de la sostenibilidad”. Él, asegura en su página web personal, prefiere no ser encasillado y solo definirse como “un rebelde que nunca acepta un no como un no”.
En los últimos dos años Pauli estuvo varias veces en el país. En septiembre de 2016 se reunió con el presidente Mauricio Macri y el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Sergio Bergman. En noviembre último presentó los resultados de un programa realizado en conjunto entre su fundación (ZERI) y el gobierno actual que le llevó más de seis meses, según cuenta.
En ese tiempo también aprovechó para pasear por el cono sur y ofrecer sus servicios. En Paraguay remarcó que “no había derecho a pasar hambre” en un país con sus condiciones, y en Chile y Uruguay se puso a disposición de las autoridades para relevar oportunidades para desarrollar la Economía Azul. También paseó por Ecuador y Colombia, a quienes les recomendó mirar la legislación minera argentina (a pesar de las críticas de las organizaciones ambientalistas).
Pauli se presenta como un profesor que ayuda a abrir la mente y cuenta que sus asesorías han mejorado la vida de millones de personas desde su Bélgica natal hasta Arabia Saudita, pasando por África y China. Volcó su filosofía en 20 libros que compendian más de 200 proyectos que aprovechan lo disponible en nuestro ecosistema; y en 365 fábulas infantiles.
Pauli reconoce haber trabajado 30 años promoviendo la Economía Verde hasta que decidió cambiar su filosofía. Los productos eran costosos y generaban otras distorsiones, explica. La Economía Azul que postula busca aprovechar lo generado por el sistema actual, reciclarlo y sacarle un beneficio económico. Dice haber promovido inversiones por mil millones de dólares en otros países y confía en que el cambio promovido desde el gobierno en Argentina también pueda ser azul.
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