sábado, 24 de febrero de 2018

La verdadera amenaza nuclear del mundo no es Corea del Norte



Por Joshua Cho

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

FotoToby Scott | CC BY 2.0

Con la creciente especulación sobre la guerra con Corea del Norte y la familiar retórica apocalíptica de los últimos tiempos, Estados Unidos y Corea del Norte han protagonizado intercambios cada vez más belicosos. Los últimos van desde el presidente Trump pidiendo a otras naciones que dejen de financiar y comerciar con Corea del Norte porque es una amenaza nuclear muy grave, calificando a Corea del Norte de patrocinador oficial del terrorismo, hasta más pruebas de misiles nucleares de Corea del Norte y juegos de guerra conjuntosestadounidenses y de Corea del Sur.

A la luz de la arriesgada política nuclear con Corea del Norte que trae comparaciones frecuentes con la crisis de los misiles cubanos y la discusión de los peores hipotéticos escenarios, vale la pena revisar el historial de Estados Unidos y examinar si Corea del Norte es realmente la beligerante amenaza nuclear de la que el mundo necesita liberarse. Como los críticos de la política exterior estadounidense han señalado, los líderes de los Estados Unidos, sus medios y sus ciudadanos nunca parecen reconocer las consecuencias totales de las acciones de su país en otras regiones ni tampoco investigan su larga historia de conflicto con Corea del Norte.

Para comenzar en orden cronológico, explorando el mundo, los estudiosos e historiadores de las relaciones internacionales han señalado que la Guerra de Corea se conoce en parte como "la guerra olvidada" porque los estadounidenses se han olvidado en gran parte de "la ruina y devastación" infligidas por los Estados Unidos a Corea del Norte. No es ampliamente conocido que los propios líderes de los Estados Unidos hayan admitido haber matado aproximadamente al 20 % de la población de Corea del Norte durante toda la guerra cuando "todo lo que se movía" pasaba a ser un blanco de las armas. O que Estados Unidos destruyó más ciudades en Corea del Norte que en Alemania o Japón durante la Segunda Guerra Mundial al arrojar más bombas que en todo el escenario del Pacífico. Cuando quedaban pocos objetivos urbanos por bombardear, Estados Unidos comenzó a bombardear presas que suministraban agua para la producción de arroz, uno de los alimentos básicos en Asia, lo que provocó la inanición masiva durante y después de la guerra. Mientras los estadounidenses pueden no recordar la carnicería al otro lado del mundo, los norcoreanos nunca olvidaron la destrucción en su propia península ni las amenazas estadounidenses de usar armas nucleares durante la guerra que inspiró primero a Kim Il-Sung a fin de obtener su propia arma disuasiva hace décadas.

Mirando los eventos a lo largo de las décadas siguientes, es evidente que los políticos estadounidenses no consideran, o desconocen, cómo sus tratos engañosos e intervenciones militares ilegales en todo el mundo podrían inspirar a países más pequeños como Corea del Norte a buscar disuasivos más rentables y creíbles en forma de armas nucleares que grandes ejércitos permanentes frente a una invasión estadounidense.

Mientras los funcionarios estadounidenses comparan la situación en Corea del Norte con la crisis de los misiles cubanos de los 60 describiendo a ese país como un adversario irracional e impredecible dispuesto a iniciar la destrucción nuclear, la verdadera comparación reside en la negativa de los Estados Unidos a vivir bajo la misma amenaza que otros países.

Los historiadores han sabido por mucho tiempo que John F. Kennedy mintió al público estadounidense al afirmar que las administraciones de Eisenhower y Nixon habían permitido que creciera una peligrosa brecha de misiles a favor de la Unión Soviética, cuando en realidad era lo contrario. Y que Nikita Khrushchev se inspiró para igualar el equilibrio de poder mediante el envío de armas nucleares soviéticas a Cuba al saber que Estados Unidos había estacionado sus armas nucleares cerca de la Unión Soviética en Turquía y para disuadir a Estados Unidos de lanzar una invasión a Cuba. Este temor a la invasión era una preocupación justificable considerando la fallida invasión de Bahía de Cochinos en el año anterior y la Operación Mangosta de la CIA en ese momento, que intentaba socavar al régimen de Castro mediante intentos de asesinato y sabotaje.

Sin embargo, los Estados Unidos consideraron intolerable la mera percepción de un campo de juego parejo, ya que despacharon un bloqueo naval, considerado un acto de guerra en el derecho internacional, para evitar que nuevos misiles llegasen a Cuba. Todo esto sucedió a pesar de la propia evaluación de Kennedy de que el bloqueo aumentaría la probabilidad de que la guerra treparía hasta el 50 %. Ahora sabemos que incluso los responsables de la toma de decisiones de alto nivel como el exsecretario de Defensa Robert McNamara se quedaron mudosdécadas después al enterarse de que tanto Estados Unidos como Cuba habían subestimado gravemente el riesgo de una guerra nuclear en ese momento.

Al final la guerra nuclear fue evitada a duras penas por el heroísmo del oficial submarino soviético Vasili Arkhipov, quien desobedeció las órdenes de lanzar un torpedo nuclear en respuesta al pánico de sus superiores por las intensas cargas que arrojaron los barcos estadounidenses durante el bloqueo. Estados Unidos llegó a un acuerdo con la Unión Soviética para levantar el bloqueo, prometió no invadir Cuba y retirar secretamente los misiles de Turquía a cambio de la retirada pública de los misiles soviéticos de Cuba. La mera apariencia de un intercambio equitativo era inaceptable para Estados Unidos, que insistía en lo arriesgado de la humillación para reforzar sus principios hegemónicos de que Cuba no tenía derecho a poseer un elemento de disuasión frente a lo que parecía ser una inminente invasión estadounidense y que los Estados Unidos debían disfrutar de una capacidad ofensiva nuclear negada a la Unión Soviética.

Más tarde, durante la era Reagan, Estados Unidos invadió ilegalmente Granada para promulgar un cambio de régimen en 1983, mientras simultáneamente aumentaban los juegos de guerra conjuntos anuales entre Estados Unidos y Corea del Sur simulando posibles invasiones de Corea del Norte cerca de sus fronteras. Según los informes, a Kim Il-Sung le inquietó la idea de que Estados Unidos pudiera percibir la pequeña isla de Granada como una amenaza y temía que nada menos que un elemento de disuasión nuclear fuera suficiente para mantener a Pyongyang fuera del punto de mira de Washington. Tres años después de la invasión de Granada, el régimen de Corea del Norte estableció su Ministerio de Industria de la Energía Atómica para declarar formalmente su intención de desarrollar un programa de armas nucleares, que existe hasta el día de hoy.

Avanzando hacia el siglo XXI, la invasión ilegal de Irak por parte del  Gobierno de Bush para derrocar al régimen de Saddam Hussein en marzo de 2003 -que abandonó las armas nucleares iraquíes a pesar de las mentiras de la administración de Bush sobre que Irak poseía armas de destrucción masiva (ADM)- serviría como un ejemplo de una dictadura derrocada debido a la falta de un elemento disuasorio nuclear creíble. Otro ejemplo sería el dictador libio Muammar Gaddafi, quien anunció en diciembre de 2003 que Libia también renunciaría a sus reservas de armas biológicas y químicas además de a su incipiente programa de armas nucleares. Aunque George W. Bush celebró la decisión de Libia en ese momento, declarando que el mundo debería aprender la lección de que "los líderes que abandonan la búsqueda de sustancias químicas, las armas biológicas y nucleares, y los medios para lanzarlas, encontrarán un camino abierto para mejorar las relaciones con los Estados Unidos y otras naciones libres", la administración Obama que le sucedió continuaría dando la lección opuesta al ayudar a la expulsión de Gaddafi en 2011. Observando la situación en Libia, un funcionario norcoreano en el momento comentó explícitamente que la "crisis de Libia está enseñando a la comunidad internacional una grave lección", alegando que el acuerdo de Occidente con Libia era "una táctica de invasión para desarmar al país".

Más hacia el presente, la decisión del presidente Trump de "des-ratificar" el Acuerdo Nuclear de Irán 2015, conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) en octubre -a pesar del reconocimiento mundial de que Irán ha cumplido completamente su parte del trato- ha llevado a algunos periodistas a considerar que es más preciso decir que Estados Unidos estaba incumpliendo sus compromisos con el Acuerdo, estableciendo paralelismos con su inconsistente argumento para Libia. La negativa de los Estados Unidos a cumplir su acuerdo ha aumentado la popularidad de la opinión iraní de línea dura de que no se puede confiar en Estados Unidos ni en Arabia Saudita.

Hay una ironía notable en los Estados Unidos que traiciona sus compromisos con el PAIC teniendo en cuenta el histérico clamor anterior que afirmaba que Irán era la amenaza más grave para la paz mundial, a pesar de no haber invadido un solo país en más de 200 años. Es un hecho poco conocido que el propio ministro de Asuntos Exteriores de Irán en ese momento, Javad Zarif, en realidad criticó el PAIC porque no fue lo suficientemente lejos para garantizar la paz en Oriente Medio -pidiendo a Israel que se uniera a Irán para establecer una Zona Libre de Armas Nucleares (ZLAN) en el Medio Oriente– que de paso propuso Irán por primera vez a la Asamblea General de la ONU en 1974.

La ironía solo se intensifica cuando consideramos que los Estados Unidos tienen una obligación adicional de participar de buena fe en el establecimiento de una ZLAN en el Medio Oriente como signatarios del Tratado de No Proliferación (TNP), así como del llamamiento de la administración Bush a la Resolución 687 del Consejo de Seguridad de la ONU para proporcionar alguna base cuasi legal para su invasión de Irak, alegando que ese país no cumplió con la obligación de la resolución de deshacerse de las armas de destrucción masiva ya que el Artículo 14 de la Resolución 687 pidió la eliminación de las armas de destrucción masiva iraquíes con el propósito explícito de crear una ZLAN en el Medio Oriente.

Aparte de Corea del Norte, otra potencia nuclear con la que Estados Unidos se está enemistando actualmente es Rusia, lo que ha llevado a algunos observadores a definir la relación actual como una nueva guerra fría en desarrollo desde hace bastante tiempo. Uno puede recitar una letanía de provocaciones estadounidenses contra Rusia, desde las acusaciones aún no comprobadas de interferencia rusa en las elecciones de 2016 a la probada interferencia de los Estados Unidos en las elecciones rusas, de las acusaciones hipócritas de crímenes de guerra en Siria que las fuerzas rebeldes respaldadas por Estados Unidos estaban buscando y comprometidas con un cambio de régimen, hasta el uso del engaño por parte de la administración Obama con el fin de persuadir a Rusia de no vetar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que permitió el uso de la fuerza en Libia, que le enseñaría a Vladimir Putin la "lección" de que los Estados Unidos explotarían la debilidad y el compromiso.

Pero estos ejemplos ignoran las contribuciones más directas de los Estados Unidos a las intensas tensiones nucleares con Rusia. A pesar de las "férreas garantías" verbales del Gobierno de Bush para con Mikhail Gorbachov de que la OTAN no se expandiría "una pulgada hacia el este" a cambio de la reunificación de Alemania Occidental y Oriental en 1990 y los acuerdos para detener la carrera armamentista, prohibir las armas químicas y reducir drásticamente las reservas de armas nucleares, las administraciones posteriores comenzaron a tratar a Rusia como una nación derrotada que "perdió" la Guerra Fría.

La siguiente administración de Clinton procedería a bombardear ilegalmente Serbia y violar las promesas anteriores mediante la expansión de la OTAN para incluir a los antiguos países del Pacto de Varsovia, empañando la percepción de la población rusa de los Estados Unidos. En la actualidad la expansión oriental de la OTAN ha llegado a las fronteras de Rusia con tropas de la OTAN desplegadas en Polonia y los estados bálticos, lo que sería análogo para con Estados Unidos en el caso de que México, Cuba, Canadá y la mayoría de Sudamérica acogieran bases y tropas rusas en una alianza militar contra EE.UU. A pesar del aluvión de acusaciones propagandísticas de "agresión rusa", la expansión de la OTAN y el apoyo del Gobierno de Obama a un golpe violento que derrocó al presidente ucraniano prorruso Viktor Yanukovyches es responsable de provocar las acciones de Rusia en Ucrania y Crimea.

Para colmo de males la ubicación de los sistemas de defensa antimisiles balísticos (DAB) cerca de las fronteras rusas por parte de la administración Obama fue una reversión continua de la política de distensión de las administraciones de Nixon y Ford. Los estrategas nucleares de todo el mundo saben que los sistemas DAB son armas ofensivas por naturaleza -diseñadas para asegurar una ventaja nuclear en el primer ataque neutralizando la amenaza de ataques nucleares de represalia- y sirven de caballo de Troya para la militarización del espacio exterior, ya que los sistemas DAB dependen de los satélites que deben estar protegidos de las armas antisatélites (AAS) disponibles para otras naciones. La amenaza que los sistemas DAB representan para la estabilidad internacional fue lo que llevó a los Estados Unidos y la Unión Soviética a firmar el Tratado de Misiles Antibalísticos (TMA) en 1972.

El Tratado TMA fue rápidamente violado por la infame Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) o el programa "Guerra de las Galaxias" de la administración Reagan, un gran subsidio para la industria estadounidense de alta tecnología bajo la apariencia de sus fantásticos objetivos de construir "plataformas de batalla" orbitando con uranio y las armas de hipervelocidad impulsadas por plutonio, haces de partículas y armas láser, con el Tratado TMA posteriormente derogado unilateralmente por la administración Bush en 2001. Las preocupaciones sobre los efectos desestabilizadores del despliegue de sistemas de DAB ya se han materializado con Rusia probando misiles balísticos intercontinentales (MBI) diseñados para penetrarlos.

Pero incluso los críticos de la deshonesta política exterior estadounidense en todo el mundo para fomentar la desconfianza de Corea del Norte a menudo olvidan mencionar la historia de Estados Unidos incumpliendo sus compromisos con la propia Corea del Norte. La administración Clinton logró que Corea del Norte congelara su producción de plutonio durante ocho años (1994-2002) a través del Marco Acordado de 1994, firmó un acuerdo adicional para cesar mutuamente la "intención hostil" e indirectamente resolvió otro acuerdo para que algún otro comprase todos sus misiles de mediano y largo alcance hasta que la administración Bush nombró a Corea del Norte parte del "Eje del mal", amenazándola con la posibilidad de una guerra "preventiva".

A pesar de este revés, la administración Bush logró persuadir a Corea del Norte de que renunciara a sus armas nucleares cuando las conversaciones a seis bandas en 2005, a cambio de un reactor nuclear de agua ligera para sus necesidades médicas y energéticas y el fin de la retórica agresiva, solo para que la misma administración socavase rápidamente el acuerdo al renovar sus amenazas de fuerza, retirando su oferta de un reactor de agua ligera y congelando los fondos norcoreanos en bancos extranjeros.

La política exterior de la siguiente administración de Obama no divergiría mucho de sus predecesores al continuar la retórica agresiva de los Estados Unidos y promulgar sanciones duras y políticamente ineficaces que castigan a la población por las acciones de sus aislados líderes. Sin embargo, algunos desacuerdos incluyen que su Departamento de Estado proporciona asistencia en la producción de una película gráfica que representa la explosión de la cabeza de Kim Jong-Un, aumentando los ataques cibernéticos para sabotear los misiles de Corea del Norte y simular ataques nucleares con bombarderos sigilosos.

La situación no ha hecho más que deteriorarse bajo la administración Trump con sus declaraciones y políticas desestabilizadoras en todo el mundo, lo que aumenta la presión sobre otras naciones para que busquen armas nucleares. El presidente Trump y sus correligionarios republicanos han amenazado ilegalmente con "destruir totalmente" a Corea del Norte y causar su "extinción". A pesar del frecuente aluvión de titulares engañosos de los medios corporativos que insinúan que la dirección norcoreana no entregará sus armas nucleares bajo ninguna circunstancia y la negativa a informar el momento de las pruebas de misiles de Corea del Norte en el contexto de los juegos de guerra conjuntos estadounidenses y surcoreanos anuales que simulan primeros ataques nucleares, invasiones y asesinatos del liderazgo norcoreano cerca de sus fronteras, la verdad es que Corea del Norte se ha ofrecido repetidamente a renunciar a su programa de armas nucleares. La administración Trump ha rechazado las numerosas propuestas de China y Corea del Norte para congelar el programa nuclear y de misiles de Corea del Norte a cambio de poner fin a los amenazadores juegos bélicos conjuntos. Es posible que las ofertas sean poco sinceras y no se pueda confiar en Corea del Norte para que cumpla sus compromisos, pero el punto es que la diplomacia no se ha empeñado seriamente y que la propia confiabilidad de los Estados Unidos no es mucho mejor.

Si bien existen algunas diferencias entre la política exterior de la administración Trump y la de sus predecesores, la búsqueda generalizada de los Estados Unidos de abrumadora supremacía en todos los terrenos de guerra, incluyendo tierra, aire, mar y espacio exterior (también conocido como "dominio de espectro completo"), se ha mantenido en gran parte intacto. El presidente Trump ha pedido multiplicar por diez las reservas nucleares de los Estados Unidos a pesar de los numerosos tratados de reducción de armas en los que el país está comprometido. Su administración también se apresura a promulgar programas de la administración Obama para "modernizar" la "tríada nuclear", que se estima costará más de 1 billón de dólares en tres décadas, para mejorar la precisión y reducir los rendimientos de las explosiones para poder considerar mejor los primeros ataques nucleares.

Se espera que el "Caballo de Troya" para la militarización del espacio representado por la instalación del sistema Terminal de Defensa del área de gran altitud (TDGA) –DAB en Corea del Sur para asegurar una ventaja nuclear de primera oportunidad contra China y Corea del Norte- active una nueva carrera de armamentos en la región, además de otra carrera similar para armas espaciales. A pesar del apoyo virtualmente universal para la prevención de una carrera armamentística en el espacio ultraterrestre (PCAREE) en la ONU desde 1985, Rusia, China y Estados Unidos se han negado continuamente a negociar el Tratado en la Conferencia de Desarme de las Naciones Unidas debido a sus considerables ventajas técnicas en los sistemas de misiles antibalísticos y su potencial armamento espacial.

Los surcoreanos, personal militar estadounidenses, académicos y periodistas tienen razón al señalar que la política exterior "realista" de Corea del Norte ha sido notablemente consistente y predecible en comparación con la imprevisibilidad del presidente Trump y sus frecuentes compromisos de mantener "todas las opciones sobre la mesa". Sin embargo, pensar que la postura impredecible de la administración Trump con respecto a las armas nucleares es una gran desviación de la norma de las administraciones pasadas es un error. Estados Unidos se ha negado constantemente a adoptar una promesa de "no usar primero" para mantener abierta la opción de un primer ataque nuclear. Un informe de STRATCOM de 1995 titulado Fundamentos de la disuasión de la posguerra fría durante la administración de Clinton, mencionó que sería perjudicial para los Estados Unidos retratarse a sí mismo como "demasiado racional y sensato" y recomendó que proyectase una imagen nacional "irracional y vengativa" con algunos elementos "potencialmente ‘fuera de control’" en su lugar.

Los principios hegemónicos son consistentes: los Estados Unidos y sus aliados deberían poseer una capacidad nuclear ofensiva negada a otras naciones para destruir a sus enemigos y pueden burlar el derecho internacional y sus obligaciones extranjeras por capricho.

El Gobierno de Corea del Norte es un régimen autoritario y despreciable que ha sido condenado justamente por sus numerosas violaciones de los derechos humanos, pero como han señalado críticos de política exterior como Noam Chomsky, no existe una conexión lógica entre la brutalidad doméstica de un régimen y la amenaza que representa para el extranjero. Aunque Estados Unidos está degenerando cada vez más en una sociedad empobrecida y totalitaria con sus propios abusos internos de los derechos humanos, no cabe duda de que los ciudadanos estadounidenses disfrutan de un mayor grado de libertades que los norcoreanos. También hay pocas dudas de que Estados Unidos ha desatado más violencia y agresiones en el exterior. La última encuesta internacional encontró que se considera que Estados Unidos es la mayor amenaza para la paz mundial, superando a todos los demás competidores, incluida Corea del Norte, por márgenes decisivos. Un examen casual del historial de los Estados Unidos en el extranjero puede arrojar conclusiones similares y condenatorias: Estados Unidos es la amenaza nuclear mundial, no Corea del Norte.

*Joshua Cho es un novel graduado de Boston College, aspirante a periodista y expasante en Fairness & Accuracy in Reporting.

No hay comentarios: