lunes, 3 de julio de 2017

A ocho años del golpe: La Honduras que no queremos



Por Sandra Rodríguez

De malos hondureños, señalan las autoridades gubernamentales a quienes denuncian en el extranjero las violaciones a derechos humanos que se dan en Honduras, incrementadas después del 28 de junio del 2009, con el golpe de Estado político-militar- empresarial, que destituyó a Manuel Zelaya Rosales.

Con el golpe de Estado, volvió un escenario que se creía en el pasado, recordado por la gente mayor, sobrevivientes y familiares de víctimas de violaciones a los derechos humanos en la década de 1980, cuando se creía que los golpes de estado quedaban atrás y se empezaba la era democrática.

En ese marco nace el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras, COFADEH, y lleva 35 años trabajando en favor de le memoria para que hechos tan abominables y terribles como las desapariciones forzadas las ejecuciones arbitrarias y sumarias, y el golpe militar de Estado del 28 de junio del 2009 no se olviden. Y que lejos de olvidarse, sirvan para generar conciencia ciudadana.

Para la coordinadora general del COFADEH, Bertha Oliva, no es concesible que el pueblo ha olvidado, pero si es terrible pensar que hace apenas ocho años está desmovilizada la reclamación y la voz popular y social en la exigencia de tener una nueva Constitución de la República participativa, incluyente y originaria; un nuevo pacto social, es el sueño que deben tener todas las y los hondureños, ese pacto no necesita parcharle, sino construirlo con el aporte de toda la ciudadanía.

Dos Honduras

Esta fecha es para analizar la evolución y el retroceso que ha hecho vivir el golpe a la población, “estamos viviendo en las dos Honduras”, afirmó Oliva, la de antes y después del golpe de Estado, y con ello, lo más grave es que los muros son tan fuertes que no les permite avanzar en materia de participación, democracia,  fortalecimiento de institucional estatal y la tolerancia.

“Está la Honduras donde todo es éxito, progreso, avance, funcionamiento democrático, inclusiva, del poder, de la importancia de las políticas neoliberales, de quienes quieren seguir con estas políticas y prácticas”.

Pero tenemos la Honduras de los desposeídos, en la que unos sobrevivimos, otras apenas sobrevivimos y quienes no sobreviven. La Honduras de los que el Sistema de Justicia no aplica a favor de ellos, porque están en beneficio de la otra Honduras, de la gente que ordena –por ejemplo- al Ministerio Público, MP, que le haga requerimientos fiscales en contra de las juventudes que aún quedan rebeldes en nuestro país, y me refiero a consientes, que exigen en sus centros de estudio, refiriéndose específicamente a los criminalizados en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH.

Detalló que, lógicamente, esa Honduras es la de los de a pie, es la que tiene conciencia de clase, que sabe lo que es sentir frío cuando no se tiene cobija ni techo, la que sabe lo que es apretarse el estómago cuando no hay que comer, la que sabe lo que es tener la bota militar y policial encima, la que sabe lo que es enfrentar escuadrones de la muerte, la que sabe lo que estar estigmatizado y que constantemente le revisiones en sus hojas de vida, no porque tengan excelencia académica, sino para descalifícalo por toda su existencia, acusados casi de apátridas.

“Una ve desconcertada que si así vivimos no es un país que avanza en democracia, no se pude decir que es un país que hace y aprueba leyes para fortalecernos, sino para excluir a la mayoría y hacer fuerte y potente a esa minoría que realmente sabe lo que es ejercer el poder, abusivo y prepotente, esa es la Honduras que nosotras no queremos”, afirmó Bertha Oliva.

Queremos una Honduras donde exista respeto por la dignidad humana, que se escuche la fuerza consiente y fresca de los jóvenes, que se escuche a las juventudes de nuestro país, pero que no exista un ejército, policía o seguridad privada para someternos y detenerlos, y a esa Honduras le vamos a estar diciendo ¡así no te queremos!

“Le vamos a decir siempre a las autoridades que abusan -porque están rebosadas de poder- que eso se puede y se les va a terminar el poder, pero no lo queremos hacer en términos amenazantes, sino en términos de seguridad plena de que al abusador algún día se le llegará su momento”.

Antes del 2009, el COFADEH luchaba por el fortalecimiento de un Estado incluyente, y aunque tenían dificultades, no pensó ver lo que hoy tiene el país.

Y es que, los impunes, criminales, corruptos, torturadores, ejecutores de hombres y mujeres pensantes del pasado –declaró Oliva-  son los que nuevamente asesoran a jóvenes para  que hagan lo mismo que ellos hicieron en el pasado, cuando hablamos de impunidad, hablamos de eso.

La defensora considera que el Estado necesita sentarse y replantear, pero como el Estado también es la población, no solo las autoridades, ahí está lo difícil. ¿Cuándo vamos a tener autoridades que puedan entender la dinámica de las grandes mayorías? ¿Qué no exijan que nosotros reconozcamos cuándo hacen una cosa en nombre de los derechos humanos y obligan a sus propias víctimas a que reconozcan esos avances? cuando es obligación de todo servidor público como acción primordial el respeto a los derechos humanos, y eso no debe ser visto como “clientelismo político”.

Oliva afirmó que estamos en pleno golpe, y lo peor es que está disfrazado de democracia, paz y justicia, pero como podemos llamar a eso, que estamos en un país avanzado, que se ha vuelto a restituir la institucionalidad, si el pueblo acude a las instancias públicas y no lo atienden, y si hace una denuncia lo ven como responsable y no víctimas del hecho.

Para el caso, los campesinos son criminalizados, a ellos se les revierte la denuncia, y son sometidos a golpes, torturas, pues no hay instituciones públicas diligentes, que deberían actuar de oficio  en favor de las víctimas de violaciones al derecho humanos. Si sucediera lo contrario, Bertha Oliva cree que jamás se actuaría contra los hechores, no se deducirá responsabilidad a los que dan la orden a los ejércitos armados para que repriman.

“Nuestra propuesta desde el COFADEH es que haya igualdad de justicia, son distinción, se necesitan operadores de Justicia que tengan nivel de conciencia y actúen con independencia, de lo contrario el golpe de Estado continuará en nuestro país”.

De esa forma quedará muy claro, explicó Oliva, que –el golpe de Estado- beneficia a unos pocos, ya que ha aumentado las familias ricas –en Honduras- de unas 12 a 17, con jugosas reparticiones de poder y economía, y uno vuelve a las grandes mayorías en total abandono y sometidas de una forma que no se vería antes del 2009.

“Soñamos con una sociedad desmilitarizada, aspiramos a que los gobiernos que apoyan la propuesta de fortalecer las fuerzas militares y policiales que se abstengan, vean los resultados del país, nadie le puede quitar el puesto de país más violento, y eso no lo queremos, no podemos tener gente reprimida por exigir una educación pública”.

Concluyó expresando que, ahora el temor de los padres y madres de familia, ya no es que a sus hijos van ser reprimidos por la inseguridad y violencia social, sino por las autoridades en sus centros de estudio.

“Estamos en un país al revés, nos estamos quedando en un lugar sin techo seguro, porque las autoridades se convierten en el verdugo de las juventudes, y ese es un llamado a quienes tienen el poder, que dejen de ordenar al MP que hagan requerimientos fiscales y que vean lo que han hecho en contra de ellos”, refiriéndose a la criminalización estudiantil a nivel universitario, que tiene con medidas sustitutivas a la prisión a 30 jóvenes, entre ellos tres condenados por usurpación.

E hizo un llamado a las autoridades a que no deberían esperar que vayan organizaciones de derechos humanos, sino actuar de oficio, pues cuando hay violaciones a derechos humanos es porque hay una autoridad que los violente.


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