miércoles, 5 de julio de 2017
Summa Cum Laude para Marta Silva
Por Melissa Cardoza
Al intentar pronunciar correctamente esta expresión y sobre todo al descifrarla resulta que no estamos hablando de una mención honorífica, sino de una categoría en el excelso mundo de la academia que en su traducción significa: grandes alabanzas, o grandes honores y se refiere a excelencia, precisamente, en resultados académicos. Conceptos que estas instituciones educativas crean para quien sabe cuánta cosa. Una quisiera pensar que las reconocidas recibirán becas, trabajos, estímulos merecidos.
Dicho reconocimiento fue obtenido por nuestra compañera Marta Silva, historiadora recién graduada, hija de Marta a quien conocemos harto por su inclaudicable lucha popular. Como la madre, como su hermana Valentina, como sus compañeras de movimiento estudiantil, Marta es rebelde, organizada y actuante con sus ideas. Y al mismo tiempo, pese a las opiniones de las autoridades, que como quien echa sal a una babosa se retuercen de pura mala leche, Marta con otras de las vilipendiadas líderes estudiantiles no son las vagas, vándalas, haraganas, usurpadoras, acarreadas de otros, como insisten en sus también retorcidos medios de comunicación.
A Marta Silva se le negó esta distinción pública, expresando en este acto la increíble capacidad de venganza y saña con la que las repugnantes autoridades universitarias usan de manera desesperada su poder ante la espléndida y probada, según sus propios cánones, inteligencia calificada de una mujer como Marta. Quiénes son entonces las resentidas, quiénes resultan más notorias por su pequeñez y mediocridad.
Sin duda el discurso de la presidencia de la rectoría argumentará problemas disciplinarios, desobediencia, insolencia y esas deben ser sólo algunas de las hermosas características de nuestra compita Marta, a la cual podríamos agregar muchas más. Para encarrilar estos comportamientos intolerables, además de los gases lacrimógenos, los comandos cobras, la cárcel, los juicios y las agresiones variadas, agregan la negación de su bien ganado reconocimiento estudiantil. La rectoría debería escribir manuales para resolver conflictos y dar cátedra en los batallones, seguro tendrían mucho éxito y no faltará quien se los financie.
No sé cuánto le importa a Marta este reconocimiento, y no es por entrar en sus balanzas meritocráticas, pero se lo ganó y se lo deben, ¡Entonces no jodan, y dénselo! Sin duda no será la licenciada Castellanos quien lo haga. Y al no hacerlo, un gran favor le hace y nos hace a todas, mostrar una vez más lo que piensa, y a quiénes le otorgan y niegan honores en esa universidad que es esta sociedad.
El imparable movimiento estudiantil marca rutas claras, poderosas, festivas, insumisas: no negocia por dinero o estatus, no se vende, no se entrega, no abandona a sus compas, no se echa para atrás y crece con la represión en vez de llorar o esconderse, ahora no sólo avanza por reformas y participación estudiantil sino por la expulsión de la rectora, que se tambalea. El movimiento continúa con fuerza, no pide clemencia. Buena escuela para los tiempos que corren y los dictadores que miran.
Desde esta columna le hacemos honores a la historiadora Marta Silva, y su movimiento, no sólo por su esfuerzo de estudiante, no sólo porque otra historia va a contar cuando lo haga, sino por la historia que protagoniza con sus contemporáneas.
Desde aquí, esperanzadas, deseamos que por ella y nosotras su espíritu rebelde no sea cooptado por las burocracias estatales, oenegeras, cooperantes internacionales o académicas que tienen el elixir de la putrefacción asalariada. Que no se convierta en personajes como los que hoy le persiguen y un día fueron líderes hasta honrosos, que su excelencia sobre los libros y la práctica política se fortalezca y nos continúe enseñando cómo nos toca en este tiempo, y no nos dé tregua para hacer como que no entendimos, que no supimos o que nos confundimos en el andar.
Gracias, Marta.
Gracias estudiantado universitario en lucha.
Melissa Cardoza, junio 2017, a ocho años del golpe de Estado.
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