sábado, 15 de julio de 2017
Violencia sexista simbólica, señora concejala, así se llama
Por Dori Fernández Hernando
¿Cómo es posible que nadie haya caído en que el cuerpo de un hombre en el cartel de la Feria del Libro de Zamora constituiría una visión absolutamente humillante, irrisoria, denigrante, "inferiorizadora"?
Hace unos días, mi querida María José Blanco Barea, del grupo de Podemos Feminismos Zamora, me envía al WhatsApp la siguiente imagen:
Curiosa imagen para una Feria del Libro que organiza el Ayuntamiento de Zamora junto a la Asociación Zamorana de Librerías, con la colaboración de la Diputación de Zamora, La Junta de Castilla y León, la Biblioteca Pública de Zamora, la Biblioteca Pública Municipal, el Museo Etnográfico de Castilla y León, la Caja Rural, la confederación de empresarios CEOE_CEPYME de Zamora y la editorial Anaya, entre otros. El cartel fue elegido, según los pliegos municipales, por un jurado formado por dos representantes de la Escuela Superior de Arte de Zamora, miembros de Azal y de la Biblioteca Pública y Biblioteca Municipal de Zamora. ¡Qué despropósito! –pienso nada más verlo–.
¿Cómo es posible que nadie haya caído en que el cuerpo de un hombre en ese mismo lugar constituiría una visión absolutamente humillante, irrisoria, denigrante, "inferiorizadora"? ¿Es posible tanta ignorancia en materia de violencia hacia las mujeres? Pero vamos a hablar de violencia sexista de tipo simbólico, que es de lo que trata realmente el cartel. Violencia simbólica es un concepto acuñado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu (2000) que describe una forma de violencia ejercida por los sujetos dominantes sobre los dominados.
Consiste en la imposición de una visión del mundo, de unos roles sociales, de categorías cognitivas y de estructuras mentales, que constituyen una violencia prácticamente invisible, que es ejercida con el consentimiento (fruto del desconocimiento) de quien la padece, y que esconde las relaciones de poder que la configuran. Estos sistemas de violencia simbólicos son instrumentos de comunicación y de dominación que hacen posible el consenso lógico y moral, al mismo tiempo que contribuyen a la reproducción del orden social.
Así que, por lo visto, en todo el Consistorio zamorano no han leído a Bordieu. Pero eso no es lo más grave; lo realmente alarmante es que nadie en todo el Ayuntamiento sepa lo que es la violencia sexista simbólica, esa que coloca a las mujeres en situación de "inferiorzación", de desprestigio, en situación de ser dominadas. De hecho, el Ayuntamiento, a través de la concejala de Cultura de Zamora, ha defendido el cartel y ha acusado las críticas de "neopuritanismo extremo". La portada del disco 'Sí' de la cantante Malú es otro de los ejemplos que utilizo en todos los cursos que imparto sobre la materia.
¿Se imaginan a David Bisbal o a cualquier otro artista masculino en esa postura? Si no se lo imaginan es fundamentalmente por dos razones: la primera es que la violencia simbólica hacia las mujeres está tan normalizada que no la percibimos. Y la segunda razón es que la violencia simbólica hacia los hombres está tan ausente que aunque nos forcemos en imaginarla no la contemplamos como posible.
Para ayudarnos en esta "prueba de la inversa" que utilizamos en la teoría de género, también llamada teoría feminista, suelo utilizar la estupenda campaña que realizó en 2013 el concesionario Motocorsa de Portland, que realizó una sesión de fotos en la que, para anunciar la nueva Ducati Panigale 1199 y denunciar a la vez el sexismo en la publicidad, colocó a mecánicos de su taller con la misma ropa y en las mismas posturas que poco antes había realizado una modelo profesional.
Aunque este año podré añadir otro ejemplo más, esta vez por gentileza de la mancomunidad de Lepe e Isla Cristina, quienes han organizado el 10º Festival Internacional de Cine Bajo la Luna Islantilla 2017 y cuentan con otro cartel del mismo pelo. Les invito a que hagan en él la prueba de la inversa:
La teoría de género (también llamada por la ignorancia eclesiástica "ideología de género") explica cómo en cada sociedad se construye socialmente cada sexo, es decir, se establece cómo debe ser lo masculino y cómo lo femenino. Se asignan a mujeres y a hombres diferentes roles, idearios, objetivos vitales. Por ejemplo, un objetivo vital que se inculca a los hombres en nuestra sociedad (para que se sientan hombres de verdad) es que triunfen en el ámbito profesional, mientras que al mismo nivel de importancia vital, a las mujeres se les inculca que deben ser madres (antes de que "se les pase el arroz").
Esta construcción social del género –que es como se denomina– establece por tanto cómo ser, cómo hacer, cómo pensar y cómo sentir a mujeres y hombres de forma diferenciada. Así por ejemplo, en nuestra sociedad occidental, se ve como "natural" que las mujeres sean más sensibles, más afectivas, y que los hombres por el contrario, sean más hoscos, más fríos. Si les apetece ver cómo es la construcción social del género en otras sociedades, pueden leer a Margaret Mead, Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas (1935). Es en esta asignación de roles y características diferenciadas que se hace a cada género en la que se imprime menos valor social a lo femenino.
¿Cómo? Fundamentalmente a través de la violencia simbólica que se expresa en todo cuanto emana del mundo de la creación artística, del mundo audiovisual. Una representación simbólica que persigue sin descanso un único objetivo: degradar, quitar valor, "inferiorizar" a las mujeres. Porque no debemos olvidar que tal y como se representa la imagen de mujeres y hombres somos capaces de construir a ambos seres en nuestra mente. Pero no se queden en lo que afirmo e investiguen, porque una de las más valiosas estrategias de los sistemas de dominación es conseguir eliminar la capacidad crítica de la ciudadanía.
Lean por ejemplo a la teórica feminista Teresa de Lauretis, quien desarrolla la noción de "tecnologías del género" en el contexto de las representaciones y su problemática. De hecho, en el ámbito de la crítica cinematográfica, de Lauretis presenta al cine como el mejor ejemplo de estas "tecnologías", como un perfecto vehículo en la producción de representaciones de género. Su concepto de "tecnología" bebe de otro gran teórico, Michel Foucault, de quien toma la idea de que las prohibiciones y las reglas producen relaciones sociales (de Lauretis, 2000). No se queden en la superficie de las cosas, no se paren solo en si ha ganado el Madrid o el Atleti, en si el Gobierno dice que ha bajado el paro, o en que hemos salido de la crisis… Lean, por favor, señoras y señores políticos, lean e instrúyanse para que al menos no sea la ignorancia la que permita perpetuarse a los sistemas patriarcales que tanto daño infligen a las mujeres, a las niñas, a los niños, a los hombres, al planeta.
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