martes, 4 de julio de 2017

“A cambiar el nuevo orden mundial”



Por Steven Navarrete Cardona

Para el intelectual estadounidense, los ciudadanos de a pie tienen un lugar clave en la construcción del futuro. Le asusta que no se le preste la debida atención a la posición de Trump frente al cambio climático.
El mundo arde. Atentados terroristas siembran el temor a diestra y siniestra. No sólo los países europeos sienten el rigor de la violencia irracional, sino que, en los territorios alejados de las cámaras, como en África, el fuego consume las esperanzas de democracia y fraternidad que se tenían con el cambio de siglo. Por supuesto, el terror en algunos casos es capitalizado políticamente por los sectores más recalcitrantes de la sociedad para llegar al poder. Dispuestos a defender sus privilegios, el miedo se ha convertido en una herramienta eficaz. El resurgimiento de la xenofobia, la fuerza de los movimientos antisemitas y neonazis amenazan a quienes aman, creen y piensan diferente. Frente a estos retos, el pensador Noam Chomsky habla de la necesidad de dejar los lugares de confort para construir un futuro decente, pero sobre todo pensar en el medio ambiente como un tema político apremiante. “Los efectos del calentamiento global pronto podrían ser más meridianamente evidentes de lo que ya son. Sólo en Bangladesh, se espera que diez millones de campesinos de las llanuras bajas tengan que marcharse en los años venideros por el aumento del nivel del mar y un clima más severo, lo cual generaría una crisis migratoria que haría que la actual parezca insignificante”, resalta Chomsky en su libro ¿Quién domina el mundo?

Noam Chomsky nació en Filadelfia el 7 de diciembre de 1928. Desde sus primeros años como profesor tomó nombre por renovar la lingüística y ser una figura visible de intelectuales que se oponían a la Guerra de Vietnam. La mayor parte de su trabajo lo ha realizado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, uno de los centros de pensamiento más importantes del Norte Global. Con versatilidad ha tratado temas como la religión, la política internacional, la ciencia y el deporte. También ha sido un crítico acérrimo de los medios de comunicación, como evidencia su libro Los guardianes de la libertad, junto a Edward S. Herman, en el que confronta las líneas editoriales y la forma en que los principales diarios de Estados Unidos cubrieron conflictos bélicos dependiendo de los intereses económicos. A pesar de su avanzada edad, continúa colaborando activamente con los movimientos sociales de campesinos, estudiantes y trabajadores. El Espectador lo consultó para conocer su opinión frente a la coyuntura política y social que atraviesa el mundo.

¿Qué tan peligroso es el resurgimiento del nacionalismo alrededor del mundo?

Muy desafortunado por la forma que está tomando: una alineación de nosotros contra ellos. Si el nacionalismo es una forma de reforzar un sentido de comunidad e identidad cultural, puede ser inofensivo o incluso benigno. Pero no es así cuando es expresión de hostilidad, miedo y amenaza. La historia de esa forma de nacionalismo tiene un registro de horror que no necesita ser revisada.

Frente a este escenario de caos, muchos se preguntan qué sucederá con el Estado, teniendo en cuenta la globalización que tiene lugar al mismo tiempo que la xenofobia...

Actualmente, en las principales sociedades, el poder privado y el poder estatal están estrechamente vinculados. En Estados Unidos, el Estado más poderoso de la historia, las concentraciones de poder privado han tenido durante mucho tiempo una influencia abrumadora en las elecciones y la formulación de políticas, mientras que al mismo tiempo dependen del Estado para sostener su poder y alcance global. Para mencionar sólo uno de innumerables ejemplos, un estudio del FMI encontró que las ganancias de los principales bancos estadounidenses derivan casi por completo de las ventajas que les proporciona la política implícita de subsidio gubernamental llamada “demasiado grande como para caer”.

¿Por qué el miedo desempeña un papel tan importante en la política de hoy?

Hay muchas razones, pero una significativa es el impacto de 30 años de políticas neoliberales. Esto ha llevado al empobrecimiento de la gran mayoría de la población, mientras que la riqueza se ha concentrado impresionantemente en un pequeño grupo y la democracia ha decaído.

Denos un ejemplo práctico...

Estados Unidos, 2007, en la cúspide del milagro neoliberal antes de la crisis, los salarios ajustados según la inflación para trabajadores sin empleados a cargo fueron inferiores a los de 1979, cuando el experimento estaba empezando. Esto fue un cambio dramático desde el período de crecimiento históricamente sin precedentes de los años 50 y 60, que también fue relativamente igualitario. El impacto en América Latina fue mucho más severo antes de que las políticas fueran finalmente eliminadas, en parte, en años recientes.

¿Qué pueden hacer los ciudadanos comunes, que tienen su trabajo, deudas, una vida y una familia para cuidar en este nuevo orden mundial?

Su tarea es cambiar este nuevo orden mundial, y de manera significativa, si quieren un futuro decente. Los ciudadanos tienen muchas oportunidades, seguramente en las sociedades más libres pueden educarse –ellos mismos y junto a otros–, organizarse para alcanzar fines comunes, unirse al activismo comprometido para abordar los problemas que les conciernen, etc.

Entre otras sorpresas que ha dado el campo político mundial se encuentra sin duda la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. ¿Cómo pudo tener tanta acogida en tan poco tiempo?

Se le ha dado una gran publicidad a la elección de Trump, pero mucho más notable es el éxito de la campaña de Bernie Sanders, que significó una ruptura muy aguda de la historia política de los EE.UU.

¿A qué se refiere?

Durante más de un siglo, las elecciones se han comprado: el éxito electoral y las estrategias se pueden predecir conociendo las fuentes de financiación de la campaña, ya sea si provienen de corporaciones o financiación privada, como ha mostrado una extensa investigación. Sanders era escasamente conocido, no tenía financiación privada o corporativa, fue descartado por los medios de comunicación e incluso usó una palabra que para algunos produce miedo: “socialismo”.

¿Entonces Sanders tenía opciones de ganar la presidencia?

Es muy probable que hubiera ganado la nominación del Partido Demócrata si no hubiera sido por la maniobra de los dirigentes del partido, Obama-Clinton, para impedir una elección democrática. Y bien podría haber sido elegido presidente. En este momento es la figura política más popular del país por un amplio margen. El éxito de un multimillonario con amplios medios de comunicación y apoyo privado es mucho menos sorprendente.

¿Qué significa, entonces, el éxito de estos dos candidatos tan disímiles?

El éxito de Sanders y Trump refleja la fuerte oposición a las principales instituciones políticas que se han desarrollado en los Estados Unidos y Europa, y también en otros lugares, como reacción al asalto neoliberal contra la población en general, que tuvo consecuencias políticas y económicas directas. No es sorprendente que haya una reacción popular, a veces tomando formas desagradables, sobre todo cuando están respaldadas por los elementos más reaccionarios del poder privado, como en el caso Trump. En Europa hay acontecimientos similares, a menudo más ominosos.

¿Cree usted que las corporaciones transnacionales y los emporios económicos, los “amos del mundo”, como usted los llama, ganarán mayor poder global durante el gobierno de Trump en los Estados Unidos?

Ellos ya tienen un poder extraordinario. No es bien conocido, pero las investigaciones han demostrado que las empresas con sede en EE.UU. poseen un fenomenal 50 % de la economía mundial y predominan en casi todos los sectores. Trump y su gurú Steve Bannon buscan dominar la cobertura de noticias y desviar la atención del público con una reclamación extravagante o una acción tras otra, mientras que detrás del escenario, el ala Paul Ryan del Partido Republicano, el componente más malicioso y salvaje, está desmantelando sistemáticamente aquellas partes del gobierno que son funcionales a los intereses populares, al mismo tiempo que se reforma la política, aún más que en el pasado, para servir al poder privado y a la riqueza.

Los intelectuales han señalado que al generarse una crisis política y social en el gobierno de Trump, al siguiente período podría llegar la izquierda al poder. ¿Usted qué opina?

En las próximas elecciones tal vez podría tener opción un Partido Democrático reformado que invierta el curso de los últimos 40 años, en los que abandonó en gran medida a la clase obrera y adopte programas como los que propuso Sanders. Como he mencionado, es con mucho la figura política más popular en Estados Unidos, sobre todo entre los jóvenes, el electorado del futuro. Y sus políticas básicamente socialdemócratas tienen un fuerte apoyo público.

¿Es Sanders una radical oportunidad de cambio?

Los programas que Sanders ha defendido no habrían sorprendido al presidente Eisenhower en los años cincuenta. Las élites se han desplazado muy a la derecha durante el período neoliberal, los demócratas de hoy son similares a lo que solía llamarse “republicanos moderados” y los republicanos han cambiado en su mayor parte en el espectro tradicional. Pero la población general difiere en muchos aspectos.

En este escenario mundial, ¿qué lugar tendrá América Latina con los gobiernos populares en crisis contra Trump?

Podemos esperar que el gobierno de Trump persista en la postura tradicional de hostilidad de Estados Unidos hacia los gobiernos independientes de base popular en América Latina, como sucedió bajo el mandato de Obama –Honduras es un ejemplo dramático–, quizás con mayor intensidad. Hasta ahora, poco se ha hablado sobre América Latina, aparte de agitar los puños en México. Pero esto es lo que sugeriría la orientación general de la política.

¿Cuáles son las ideas y los programas que más le inquietan de Trump y el Partido Republicano?

De todos los programas de la administración Trump –y el liderazgo republicano en general–, los más peligrosos, de lejos, están relacionados con la gran amenaza del cambio climático. Mientras el mundo está tomando pasos vacilantes, pero no insignificantes para abordar este crítico problema de supervivencia, los Estados Unidos, bajo el liderazgo republicano, en un espléndido aislamiento, no se están retirando simplemente de este esfuerzo necesario, sino que de hecho compiten con dedicación hacia el precipicio. Estos son algunos de los sorprendentes acontecimientos de la historia moderna y no prestarles la debida atención resultará en un fracaso de proporciones monumentales.

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