viernes, 28 de julio de 2017
Soldaditos: Imágenes en guerra ("new age")
Por Sebastián Russo
El celebrado retorno de los desfiles policíaco-militares, en las calles, en las pantallas; de las tropas de élite, con la selva en sus cascos, los narcos en sus visores, hacen volver lo que nunca se fue. El soldado/niño que duerme en nosotros. Y que de repente saltó de la cama, re-habilitado, espectacularizado, con presupuesto ampliado y licencia para matar. Aval estatal (despacito, protocolarmente), aval popular (denles pa que tengan).
El soldado me mira. Tieso. Gris. Plástico. En plena acción detenida: momento paradigmático de su praxis bélica, instante preciso, pura potencia, subyugante. Me mira. E invoca tiempos de ajetreo. Con sus compañeros, los otros, los verdes, y los tanquecitos, las camionetas, las banderitas, alemanas, yanquis. Es el único sobreviviente de mi ejército de juguete. Ayer, erótica lúdica de niño común. Hoy, parte del cúmulo de objetos rememorantes. Todos jugamos a los soldaditos (o a las muñecas; todxs jugamos a lo mismo: a enfatizar roles productivos para la máquina represora/reproductiva del capitalismo) Y el niño sigue vivo. De hecho es lo mejor de nosotros, lo dice la publicidad. Sacá el niño. El que tenés adentro. Que como el perro, el gato, el niño, lo aniñado, es lo mejor de este mundo corrupto.
Los allanamientos, las represiones, las persecuciones excitan, divierten, distraen. Los super policías, los gendarmes armados hasta los dientes, nos hacen vivir como queremos: en una película, una de tiros, de esas para no pensar (para amarga está la vida). El retorno de los desfiles militares, en las calles, en las pantallas. De las tropas de élite, con la selva en sus cascos, los narcos en sus visores, hacen volver lo que nunca se fue. El soldado/niño que duerme en nosotros. Y que de repente saltó de la cama, re-habilitado, espectacularizado, con presupuesto ampliado y licencia para matar. Aval estatal (despacito, protocolarmente), aval popular (dénles pa que tengan)
De las invisibles y aburridas guerras contra Al Qaeda, a las luminosas y picantes en nuestras villas, avenidas empiquetadas, gremios incómodos. Factura argentina. Filmadas en HD, a varias cámaras y montaje vertiginoso. Allanamientos high definition. Policías en acción en prime time. Con movimientos estudiados, exhibición de armas, poses cinematográficas, cuerpos disciplinados, disciplinantes, voces de mando: para/por la tv. Violencia estatal de serie yanqui. Los personajes se indistinguen. Quien especta, quien actúa, quien golpea, quien recibe. Hay que matarlos a todos. Repriman, clama la platea. Qué esperan, cagones. Correctivo ejemplificador.
Vida de película. Filmaciones sucias para operativos idem. Caras tapadas legitimadas. Rambos posmodernos. Los pobres no evolucionaron, las fuerzas armadas sí. Israel el modelo. Sin tierras para sembrar un poroto, sus láser detectan una carie antes de salir, un chorro antes de nacer. Juegos serios, de guerra. De Irak a la 1-11-14, el ojo-máquina es el mismo: escrutador, escrachante, atento, blindado.
El macrismo despliega su máquina mediático/represora para detener lo incontenible de su plan PRO-buitre. Amparado por, y reconfigurando el imaginario bélico-policial de la industria cultural. Con discursividad PROgresista: enyoicida (en todo estás vos), enyoguizada con armonil (ocultando la angustia-rivotril) y conformada por tips envenenados del marketing buena onda y latiguillos lacerantes de culpabilidad exenta. Y con el aditamento neoliberal post-multicultural por excelencia: negro chico (tiene hambre) nada vale. Cuerpo experimentable, disponible, a la intemperie.
Los pibitos entran al ciber. Cúmulo de monedas arrancadas a la indiferencia, el hastío, el asco en mano. Piden máquinas por dos horas. Juegan a matar, a matarse. Gritan, gozan, se acaba el tiempo, volver a la mierda. Me la diste. Ya vas a ver gato.
Relámpagos. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).
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