miércoles, 26 de septiembre de 2012

Deshilachado



La Tribuna

No tuvimos el privilegio de conocer al afamado economista de las universidades de Chicago y de Stanford, padre de este proyecto de las ciudades fletadas. Únicamente, gracias a la gentileza del presidente del Congreso Nacional, nos obsequiaron la visita de dos muchachos asesores de la cámara legislativa, a quienes, a decir verdad, encontramos, en el transcurso de la plática, sumamente despiertos, bien intencionados y preocupados por el bienestar del país.

Agradecemos su explicación que "tropicalizaron" la iniciativa de Romer, si bien perfectamente, desde el inicio, entendimos la teoría económica detrás de la propuesta. El modelo busca desarrollar pedazos de un país -mediante zonas con excepcional privilegio a los inversionistas- tan empobrecido, tan arruinado, tan amolado, tan deshilachado, que ya no valga la pena componerlo.

El primer ensayo lo quisieron hacer en Madagascar, pero aquello colapsó cuando una rebelión popular, de gente de poca fe, opuesta a fletar su territorio, derrocó al presidente. Así que se ocupa algún país parecido para realizar el experimento. Y, para desgracia nuestra, aquí las cosas están bastante enredadas. Se padece el atraso característico de los países tercermundistas: la pésima calidad educativa, sin solución, porque no hay autoridad que enderece el relajo; la atención a la salud, una dolorosa quimera; los tremendos índices de desocupación; la infraestructura vial en ruinas; las instituciones públicas y políticas tan lastimadas; el terror de la inseguridad, acentuado por un crimen organizado crecido, ensañado contra una sociedad con instituciones policiales y jurídicas diezmadas.

¿Qué inversionista podría querer venir a arriesgar capitales aquí, con las mil y una trabas, la caterva de impuestos -con solo la marimba de ajustes fiscales y los torniquetes monetarios, encaramados por el FMI en el transcurso de esta administración, a la postrada economía nacional para acabar de revolcarla-, a no ser para explotar los recursos estratégicos del país, al amparo de leoninas concesiones?

Pues bien, como de atraer inversión se trata y de crear polos de desarrollo en un país que está tan erosionado, solo haciendo todo al revés de lo que se haya hecho para arruinarlo. Comenzar de cero. Por ello es que no deben satanizarse las propuestas, mientras sea imposible encontrar salida de este profundo hoyo que excavamos, si no con medidas fuera de serie. Posiblemente este sea el ánimo que alienta a cualquier gobernante. ¿Qué hacer con ese bus destartalado, que va cuesta abajo, sin frenos, directo al precipicio?

El laberinto es que esta propuesta de las ciudades fletadas hay que verla desde varias perspectivas. Claro que un paraíso con sus propias autoridades, leyes que calcen al molde, sistema tributario privilegiado, con gente especial y con actitudes diferentes, es atractivo a los inversionistas. Todo lo contrario de lo que el gobierno hace para que la iniciativa privada doméstica no sobreviva. Muchos empresarios encantados.

Si en tiempos de Suazo Córdova una tal APROH, estimulada por el jefe de las Fuerzas Armadas, propuso ofrecer el territorio como protectorado, parecido a lo que es Puerto Rico, no hay duda que un territorio fletado sería atractivo a la inversión y prosperaría comercialmente.

La vaina es cómo abrir huecos dentro del territorio nacional para hacer esos paraísos terrenales, si la unidad del territorio, de su forma de gobierno, el ejercicio de la autoridad y la aplicación de sus leyes es una sola para todos. Sí, cierto, que intentaron fletar la Constitución reformándola -tropicalizando la propuesta gringa- para dar cabida a la RED.

Pero eso también lo hicieron mal. No repararon en los primeros artículos de la Constitución en lo que se refiere a la soberanía y a la forma de gobierno, ni en los artículos 6, 19, 34, 107, 336, 374, entre otros. Y lo que reformaron es un contrasentido. Solo para dar un ejemplo. El artículo 304 estipula: "en ningún tiempo podrán crearse órganos jurisdiccionales de excepción". La modificación al artículo fue que a renglón seguido le agregaron: "Se exceptúan de esta disposición los fueros jurisdiccionales de la RED".
Un parche -igual a otros que han puesto a la Constitución para desfigurarla- que es contradictorio, aparte de inconstitucional. Porque si dice que "en ningún tiempo podrán crearse órganos jurisdiccionales de excepción", es elemental, para cualquiera, que no puede haber excepciones; ninguna, como dice el artículo "en ningún tiempo".

La disyuntiva toral persiste. Si esas redes van a ser emporios de desarrollo, ¿por qué no hacer lo mismo con el resto del país? Pero bien. Más fácil es encontrar huecos que dar soluciones. Volvemos a la inquietud central. ¿Qué decisiones dramáticas, fuera de lo convencional, se ocupan hacer para lograr que el país prospere, en beneficio de todos y con bienestar para todos?


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