viernes, 28 de septiembre de 2012
Charter cities actos de corrupción
Un día de estos la urbe japonesa de Sendia celebró una de sus fiestas culturales. El director de orquesta Yukata Sado decidió montar la “Oda a la Alegría” de Beethoven (9ª Sinfonía), excepto que para la coral contrató diez mil voces… Maravilla, espectáculo jamás visto, a estadio lleno y con los profesionales más amados de Japón, lo que hizo vibrar el alma de las gentes con un sentido tal de gozo y patria, de estética universal, que es como han de disfrutarlo los dioses y como en sociedades inteligentes se refuerza el sentido identitario. Dudo mucho, tras presenciar esto, que al archipiélago nipón pueda vencerlo nunca desgracia alguna, ni humana ni natural.
Allá, como acá, los políticos intentan sus trampas, pero se contienen cuando advierten que la marea va en contra. Debido a que parte de ellos se licencia en ciencias sociales, a que la mayoría aspira a la carrera civil y a que el código de ética comunal es muy exigente -por cuanto ser servidor público es misión, no oficio o agenda improvisada-, antes que el ciudadano señale prefieren actuar bien, rendir disculpas o hacerse a un lado.
No es extraño que por sospechas renuncie un funcionario público, con o sin investigación, y peor si le descubren errónea conducta. En China comunista fusilan a quien traiciona la confianza del Estado, es decir del elector; en Japón los políticos se suicidan, es tal el dolor de una existencia sin integridad.
Y ahora en que existe peligro de que al territorio le cercenen las islas Sensaku/Diaoyu que reclama Beijing, el mikado, o sea el emperador, ha convocado a las fuerzas éticas del archipiélago para integrarse en puño de defensa, pues allí donde es vibrante el sol naciente no puede consentirse que la patria sufra mengua ni ofensa.
Desde luego que pretendo comparar eso con el presente de Honduras.... Algunos llaman a nuestra situación subdesarrollo, cuarto mundo, Estado fallido, pero no hay tal. Lo que ocurre aquí es voluminoso y grosero abuso de las gentes que ocupan el gobierno para imponer a la población soluciones que acaban de inventarse y no han socializado, absurdos proyectos que muestran su rotunda incapacidad administrativa, cero creativa, así como una perversa tendencia que existe en los estratos superiores de mando para hallar respuestas en el exterior en vez de autóctonas, para hipotecar en vez de generar y ahorrar, y para -con descaros aberrantes y pútridos- vender lo ajeno, lo que es bien de todos, en búsqueda de beneficios personales.
Pues, ¿qué si no eso son los escándalos del gacetazo y la represa de Nacaome, los 100 megavatios y la emergencia a 16 años, el alquiler de los postes de electricidad urbanos, el supuesto desfase de la ENP y que ahora pide “co-inversión extranjera”, los pretendidos “socios” para Hondutel, millones nuevos en exenciones fiscales a la puerta del congreso y la más grande barbaridad imaginada en esta dolida patria, contra toda lógica y más infame que la estafa del ferrocarril del siglo XIX y la manipulación bananera del XX: la inconstitucional entrega territorial, legal y jurídica a las “charter cities”?
Algunos consideran a esta payasada como acto de traición, pero otros sospechan que es más bien de corrupción ya que se conoce que los gestores de tal tipo de iniciativas usualmente cobran por lo bajo, en montos millonarios, su vil servicio.
Así es que lo que Honduras ocupa para reconstruirse es regeneración moral más que material. De riquezas disponemos, aunque en manos ajenas, y habrá que renegociar la propiedad y usufructo. Profesionales honestos y dedicados hay, la propuesta inmediata es posicionarlos en el gobierno.
Lo que fallan son los principios de integridad y respeto humanos pues nadie que posee honor se arriesga a perderlo, excepto aquellos que, como estos serviles de hoy, valoran más al dinero que la dignidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario