Por Iroel Sánchez
He estado buscando sin éxito imágenes que justifiquen la entusiasta cobertura que las nunca bien ponderadas agencias de prensa AFP y EFE han dado a las llamadas Damas de blanco en lo que parece ser la continuación de los intentos fallidos que en días pasados la Iglesia católica cubana describió como acciones “con el propósito de crear situaciones críticas a medida que se acerca la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba“
Los corresponsales extranjeros en Cuba no necesitan ser testigos de nada, mucho menos contrastar fuentes ni aportar testimonio gráfico. Para que les compren sus despachos sólo deben reproducir el cuento que les hacen por teléfono quienes viven precisamente de convertirse en noticia gracias a periodistas tan profesionales como estos.
Ya sabemos que las agencias de prensa acreditadas en Cuba no han podido nunca aludir a los cables filtrados por Wikileaks con las asignaciones financieras del gobierno norteamericano a estas personas ni a los recibos que meses atrás circularon profusamente en Internet con los pagos por asistir a las “marchas” que esos medios de comunicación amplifican desde la Isla. Pero lo realmente insólito es que a EFE y AFP, tan interesadas en lo que sucede alrededor de las “Damas de blanco”, se les haya escapado el último invento en que se gasta el dinero de los contribuyentes norteamericanos destinado a esta agrupación, el mismo que antes una auditoría federal reveló se despilfarraba en chocalatines suizos y abrigos de visón.
Se trata del uso de máscaras con el rostro de la fallecida “líder” de las “Damas de blanco”, Laura Pollán, cuyas imágenes han aparecido en diferentes blogs cubanos. Máscaras con el rostro de personajes vivos como los presidentes del G-8 han sido empleadas por manifestantes en algunos países con sentido burlesco. Sin embargo, nunca se ha visto que se utilicen máscaras de la faz un individuo fallecido por sus propios correligionarios, algo que incluso pudiera ser denunciado por familiares de la persona cuya imagen ha sido objeto de semejante acción, más cuando en Cuba la tradición asocia las máscaras con el carnaval y los cumpleaños infantiles.
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