martes, 17 de abril de 2012
Tres décadas de Radio libre y libertaria
Rebelión
Por Enric Llopis
El cierre de la edición en papel de Público ha desatado en la Red un debate sobre los retos, oportunidades y barreras para crear medios de izquierda, sin el corsé que imponen la publicidad y el capital privado. Un ejemplo de cómo recorrer este camino lo constituye Radio Klara, emisora libre y libertaria de la ciudad de Valencia, que este año cumple su 30 aniversario en las ondas. El libro de Sergi Durà “Radio Kara. Libre y libertaria” (Ed. .G) resume tres décadas de la emisora autogestionaria.En su arranque, el colectivo que gestiona Radio Klara se define del siguiente modo: “la alternativa que se pretende divulgar es la libertaria, entendida en un sentido amplio, dada la extensión del movimiento libertario; es decir, en un sentido antiautoritario y antiestatista; intentamos combatir la ideología dominante en todas sus formas”. Eran los primeros años 80. Con el tiempo, Radio Klara, que copia su nombre de una emisora anarquista que existía entonces en Suecia, se ha abierto a otras muchas corrientes del campo de la izquierda.
Pero, en sus albores, son 30 jóvenes libertarios los que ponen en marcha la emisora en la planta primera de un edificio de Valencia recién construido. Por supuesto, no se dedican profesionalmente a la radio. Trabajan en el metal, son administrativos, maestros, sanitarios, estudiantes o parados. Disponen únicamente de una emisora trucada de 50 vatios, un par de micrófonos adosados a sendas botellas de cerveza, un tocadiscos y una antena capaz de cubrir 20 kilómetros a la redonda. En total, 150.000 pesetas de la época.
En los programas de Radio Klara se entrevista a miembros del Grupo Ecologista Libertario (GEL) y del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC); se leen manifiestos contra la central nuclear de Cofrentes, rápidos mensajes contra los grandes partidos políticos o los bloques americano y soviético, chistes y panfletos. “No había nada elaborado previamente; de hecho, cada día se encargaban de los programas aquéllos que podían; además, hacen radio en estudios provisionales y cambian frecuentemente de local para dificultar un acción policial”, comenta Sergi Durà.
Precisamente la primera época de la emisora viene marcada por los conflictos con las autoridades. Detención de colaboradores por la policía, incautación de los equipos, órdenes de cierre y precintados de la emisora por parte del Gobierno Civil forman parte ya de la historia de Radio Klara. Según Durà, se producen efectos paradójicos: “los conflictos representaron una fuente de publicidad indirecta; así, en las manifestaciones a favor de la radio asiste gente de Cataluña, el País Vasco y Madrid”.
No es Radio KIara, en todo caso, un fenómeno aislado en los albores de los 80. La eclosión de las radios libres se produce en Francia, Suecia y, sobre todo, Italia. En España, Radio Ola, que emite en Madrid por FM durante 1981, actúa como referente para Radio Klara. Dos años después se reúne en Villaverde (Madrid) la Coordinadora de Radios Libres, que llega a elaborar un manifiesto colectivo. Más de 30 emisoras libres emiten en 1984 en el estado español, aunque muy pocas superan la barrera de los dos primeros años. Pasado el tiempo, sin embargo, algunas han logrado consolidarse: Eguzki Irratia; Hala Bedi Irratia; La Voz de la Experiencia o Radio Pica, además de Radio Klara.
En aquellos años no más de cinco o seis grandes emisoras ocupaban el dial. Las radios libres no eran tanto “ilegales” como “alegales”, pues el espectro radiofónico carecía prácticamente de regulación. “Algunas emisoras tenían licencia, otras no, pero la posibilidad de que las emisiones radiofónicas constituyeran una actividad ilegal, era un extremo que ni siquiera estaba tipificado en el código penal”, explica el autor de “Radio Klara. Libre y libertaria”. Pero, ya a mediados de los 80, añade, “el Gobierno del PSOE aprovecha el vacío legal y vía ejecutiva propicia, uno tras otro, el cierre de las radios libres”.
Superado un primer periodo de tira y afloja con las autoridades, Radio Klara normaliza su funcionamiento. Desembarcan numerosos colaboradores y se inauguran nuevos programas. La gestión y la toma de decisiones en la emisora se estructura en torno a un colectivo, al que se agrega un conjunto de colaboradores con participación en tareas y reuniones, pero sin capacidad de voto. Poco a poco, con abnegación y mucha voluntad, Radio Klara va dejando atrás la precariedad tecnológica: se pasa del equipo con seis platinas de casete para emitir las 24 horas del día, a la posibilidad de grabar la parte sonora de los vídeos y luego a la introducción del Macintosh. Se elaboran carnés de la emisora, la revista “Clar y Net” y, más importante, se retransmite un acto en el Teatro Olimpia de Valencia con la intervención de Lluis Llach.
Radio Klara daba voz a los movimientos sociales e informaba sobre hechos que los medios convencionales silenciaban. Pero aportaba más cosas. En una visita a Madrid, colaboradores de la radio se admiraron al ver dos carteles de Radio Klara en los estudios de Radio 3, la más innovadora de la época. Esto se debe, a juicio de Sergi Durà, a que “por falta de medios, falta de profesionalidad o ganas de transgredir, las radios libres usaban procedimientos que las convertían en frescas y cercanas, libres de encorsetamientos y rígidos guiones”. Entre otros elementos de espontaneidad, destaca el teléfono abierto a los oyentes, tan habitual hoy como innovador en los 80. Además del formato pionero, Radio Klara se atreve con empresas cada vez mayores: entre 1984 y 1987 se convirtió junto con RNE en la emisora de la Trobada de Música del Mediterrani.
No es, sin embargo, la historia de Radio Klara un camino de rosas. En 1988, aprobada la Ley de Ordenación de Telecomunicaciones, Radio Klara pide –como es preceptivo según la ley- la licencia de emisiones a la Administración Autonómica, lo que supone la legalización; esto abre, de hecho, un áspero debate interno y una primera escisión en la emisora. A la legalización se agregan otras batallas, como aceptar o no subvenciones, la aparición en otros medios que pudieran “manipular” el mensaje, la conveniencia de introducir el CD (mucho más caro y uno de los iconos capitalistas del momento) y la publicidad. Todo ello, en un contexto de largas asambleas turbadas por querellas personales, y las naturales pugnas ideológicas, provocó una fractura irreparable en Radio Klara. “La legalización representó un antes y un después en la emisora; Radio Klara fue y es la única radio libre con licencia de emisión en todo el estado español”, subraya Durà.
Hoy, Radio Klara puede escucharse en Internet (desde hace más de una década). A pesar de conflictos, avatares y cambios de todo orden, la radio conserva el espíritu juvenil y radical del primer día. Manolo Gallego, Aniceto Arias y Juan Saiz permanecen en la emisora desde sus orígenes. Saiz presenta “Klartelera”, el programa más longevo de Radio Klara. “La idea es defender el cine de autor y con compromiso social; apostar por películas diferentes y complejas; también se trata de explicar cómo a la gente le toman el pelo con las películas comerciales de mayor taquilla, pues suelen ser refritos de refritos de otras películas; además, no hacemos comentarios de cinco minutos; se analiza un filme durante dos horas si es necesario; también se invita a la audiencia a visionar películas complicadas, difíciles y a veces pesadas de ver”.
Las cosas no han cambiado tanto. Claudio, al frente durante 27 años de “Comentarios y Música”, explica que sigue tratando las mismas cuestiones que en 1984. “Tenemos los mismos problemas, los mismos muertos de hambre y los mismos genocidios; siguen existiendo idénticas desigualdades e injusticias; a veces me quedo en silencio y bajo la regleta del micro. Antes teníamos Chernobyl, ahora se añade Fukushima; he llorado infinidad de veces haciendo el programa: no se puede consentir tanta injusticia, tanta barbarie y tanta canallada”.
Hace una década que recaló en la emisora Josefina Juste, historiadora y docente de la Universidad de Madres de la Plaza de Mayo.
Colabora en cuatro programas: “Mujeres libres”, “Mujeres libertarias”, “Acción Directa” y “Mujeres en Movimiento”. Puestos a subrayar una idea, resalta la de compromiso: “La militancia es compromiso con las ideas; es, primero, una elección de vida; y, después, vivir con y de acuerdo con tus ideas. Las ideas hay que aplicarlas en el sindicato, en la calle, en el lugar de trabajo y en todos los ámbitos. Es algo que sale de muy adentro; el compromiso con las ideas, en fin, ha de impregnar toda acción”, concluye. Son estos algunos de los mimbres los que se teje la parrilla y el ideario de Radio Klara, en palabras de Sergi Durà, “esa llama imperfecta, rebelde, libre y justa”. Que podría alumbrar el camino de otros medios de izquierda, hoy más necesarios que nunca.
Por Enric Llopis
El cierre de la edición en papel de Público ha desatado en la Red un debate sobre los retos, oportunidades y barreras para crear medios de izquierda, sin el corsé que imponen la publicidad y el capital privado. Un ejemplo de cómo recorrer este camino lo constituye Radio Klara, emisora libre y libertaria de la ciudad de Valencia, que este año cumple su 30 aniversario en las ondas. El libro de Sergi Durà “Radio Kara. Libre y libertaria” (Ed. .G) resume tres décadas de la emisora autogestionaria.En su arranque, el colectivo que gestiona Radio Klara se define del siguiente modo: “la alternativa que se pretende divulgar es la libertaria, entendida en un sentido amplio, dada la extensión del movimiento libertario; es decir, en un sentido antiautoritario y antiestatista; intentamos combatir la ideología dominante en todas sus formas”. Eran los primeros años 80. Con el tiempo, Radio Klara, que copia su nombre de una emisora anarquista que existía entonces en Suecia, se ha abierto a otras muchas corrientes del campo de la izquierda.
Pero, en sus albores, son 30 jóvenes libertarios los que ponen en marcha la emisora en la planta primera de un edificio de Valencia recién construido. Por supuesto, no se dedican profesionalmente a la radio. Trabajan en el metal, son administrativos, maestros, sanitarios, estudiantes o parados. Disponen únicamente de una emisora trucada de 50 vatios, un par de micrófonos adosados a sendas botellas de cerveza, un tocadiscos y una antena capaz de cubrir 20 kilómetros a la redonda. En total, 150.000 pesetas de la época.
En los programas de Radio Klara se entrevista a miembros del Grupo Ecologista Libertario (GEL) y del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC); se leen manifiestos contra la central nuclear de Cofrentes, rápidos mensajes contra los grandes partidos políticos o los bloques americano y soviético, chistes y panfletos. “No había nada elaborado previamente; de hecho, cada día se encargaban de los programas aquéllos que podían; además, hacen radio en estudios provisionales y cambian frecuentemente de local para dificultar un acción policial”, comenta Sergi Durà.
Precisamente la primera época de la emisora viene marcada por los conflictos con las autoridades. Detención de colaboradores por la policía, incautación de los equipos, órdenes de cierre y precintados de la emisora por parte del Gobierno Civil forman parte ya de la historia de Radio Klara. Según Durà, se producen efectos paradójicos: “los conflictos representaron una fuente de publicidad indirecta; así, en las manifestaciones a favor de la radio asiste gente de Cataluña, el País Vasco y Madrid”.
No es Radio KIara, en todo caso, un fenómeno aislado en los albores de los 80. La eclosión de las radios libres se produce en Francia, Suecia y, sobre todo, Italia. En España, Radio Ola, que emite en Madrid por FM durante 1981, actúa como referente para Radio Klara. Dos años después se reúne en Villaverde (Madrid) la Coordinadora de Radios Libres, que llega a elaborar un manifiesto colectivo. Más de 30 emisoras libres emiten en 1984 en el estado español, aunque muy pocas superan la barrera de los dos primeros años. Pasado el tiempo, sin embargo, algunas han logrado consolidarse: Eguzki Irratia; Hala Bedi Irratia; La Voz de la Experiencia o Radio Pica, además de Radio Klara.
En aquellos años no más de cinco o seis grandes emisoras ocupaban el dial. Las radios libres no eran tanto “ilegales” como “alegales”, pues el espectro radiofónico carecía prácticamente de regulación. “Algunas emisoras tenían licencia, otras no, pero la posibilidad de que las emisiones radiofónicas constituyeran una actividad ilegal, era un extremo que ni siquiera estaba tipificado en el código penal”, explica el autor de “Radio Klara. Libre y libertaria”. Pero, ya a mediados de los 80, añade, “el Gobierno del PSOE aprovecha el vacío legal y vía ejecutiva propicia, uno tras otro, el cierre de las radios libres”.
Superado un primer periodo de tira y afloja con las autoridades, Radio Klara normaliza su funcionamiento. Desembarcan numerosos colaboradores y se inauguran nuevos programas. La gestión y la toma de decisiones en la emisora se estructura en torno a un colectivo, al que se agrega un conjunto de colaboradores con participación en tareas y reuniones, pero sin capacidad de voto. Poco a poco, con abnegación y mucha voluntad, Radio Klara va dejando atrás la precariedad tecnológica: se pasa del equipo con seis platinas de casete para emitir las 24 horas del día, a la posibilidad de grabar la parte sonora de los vídeos y luego a la introducción del Macintosh. Se elaboran carnés de la emisora, la revista “Clar y Net” y, más importante, se retransmite un acto en el Teatro Olimpia de Valencia con la intervención de Lluis Llach.
Radio Klara daba voz a los movimientos sociales e informaba sobre hechos que los medios convencionales silenciaban. Pero aportaba más cosas. En una visita a Madrid, colaboradores de la radio se admiraron al ver dos carteles de Radio Klara en los estudios de Radio 3, la más innovadora de la época. Esto se debe, a juicio de Sergi Durà, a que “por falta de medios, falta de profesionalidad o ganas de transgredir, las radios libres usaban procedimientos que las convertían en frescas y cercanas, libres de encorsetamientos y rígidos guiones”. Entre otros elementos de espontaneidad, destaca el teléfono abierto a los oyentes, tan habitual hoy como innovador en los 80. Además del formato pionero, Radio Klara se atreve con empresas cada vez mayores: entre 1984 y 1987 se convirtió junto con RNE en la emisora de la Trobada de Música del Mediterrani.
No es, sin embargo, la historia de Radio Klara un camino de rosas. En 1988, aprobada la Ley de Ordenación de Telecomunicaciones, Radio Klara pide –como es preceptivo según la ley- la licencia de emisiones a la Administración Autonómica, lo que supone la legalización; esto abre, de hecho, un áspero debate interno y una primera escisión en la emisora. A la legalización se agregan otras batallas, como aceptar o no subvenciones, la aparición en otros medios que pudieran “manipular” el mensaje, la conveniencia de introducir el CD (mucho más caro y uno de los iconos capitalistas del momento) y la publicidad. Todo ello, en un contexto de largas asambleas turbadas por querellas personales, y las naturales pugnas ideológicas, provocó una fractura irreparable en Radio Klara. “La legalización representó un antes y un después en la emisora; Radio Klara fue y es la única radio libre con licencia de emisión en todo el estado español”, subraya Durà.
Hoy, Radio Klara puede escucharse en Internet (desde hace más de una década). A pesar de conflictos, avatares y cambios de todo orden, la radio conserva el espíritu juvenil y radical del primer día. Manolo Gallego, Aniceto Arias y Juan Saiz permanecen en la emisora desde sus orígenes. Saiz presenta “Klartelera”, el programa más longevo de Radio Klara. “La idea es defender el cine de autor y con compromiso social; apostar por películas diferentes y complejas; también se trata de explicar cómo a la gente le toman el pelo con las películas comerciales de mayor taquilla, pues suelen ser refritos de refritos de otras películas; además, no hacemos comentarios de cinco minutos; se analiza un filme durante dos horas si es necesario; también se invita a la audiencia a visionar películas complicadas, difíciles y a veces pesadas de ver”.
Las cosas no han cambiado tanto. Claudio, al frente durante 27 años de “Comentarios y Música”, explica que sigue tratando las mismas cuestiones que en 1984. “Tenemos los mismos problemas, los mismos muertos de hambre y los mismos genocidios; siguen existiendo idénticas desigualdades e injusticias; a veces me quedo en silencio y bajo la regleta del micro. Antes teníamos Chernobyl, ahora se añade Fukushima; he llorado infinidad de veces haciendo el programa: no se puede consentir tanta injusticia, tanta barbarie y tanta canallada”.
Hace una década que recaló en la emisora Josefina Juste, historiadora y docente de la Universidad de Madres de la Plaza de Mayo.
Colabora en cuatro programas: “Mujeres libres”, “Mujeres libertarias”, “Acción Directa” y “Mujeres en Movimiento”. Puestos a subrayar una idea, resalta la de compromiso: “La militancia es compromiso con las ideas; es, primero, una elección de vida; y, después, vivir con y de acuerdo con tus ideas. Las ideas hay que aplicarlas en el sindicato, en la calle, en el lugar de trabajo y en todos los ámbitos. Es algo que sale de muy adentro; el compromiso con las ideas, en fin, ha de impregnar toda acción”, concluye. Son estos algunos de los mimbres los que se teje la parrilla y el ideario de Radio Klara, en palabras de Sergi Durà, “esa llama imperfecta, rebelde, libre y justa”. Que podría alumbrar el camino de otros medios de izquierda, hoy más necesarios que nunca.
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