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He aquí algunas definiciones extraídas de El diccionario del diablo, del santo patrón de la sátira y la inteligencia laica, Ambrose Bierce, nacido en Ohio en 1842. En vida conoció la fama, tanto como la enemistad feroz de sus contemporáneos. Murió junto a las tropas de Pancho Villa. Como hace Fernando Savater, cada vez que nos sintamos envilecidos por un acceso de optimismo, leamos un puñado de sus definiciones.
Adivinación, s. Arte de desentrañar lo oculto. Hay tantas clases de adivinación como variedades fructíferas del pelma florido y del bobo precoz.
Admiración, s. Reconocimiento cortés de la semejanza entre otro y uno mismo.
Agitador, s. Estadista que sacude los frutales del vecino... para desalojar a los gusanos.
Aire, s. Sustancia nutritiva con que la generosa Providencia engorda a los pobres.
Alá, s. El Supremo Ser Mahometano por oposición al Supremo Ser Cristiano, judío, etc.
Alianza, s. En política internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un tercero.
Ambidextro, adj. Capaz de robar con igual habilidad un bolsillo derecho que uno izquierdo.
Amistad, s. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.
Aplauso, s. El eco de una tontería. Monedas con que el populacho recompensa a quienes lo hacen reír y lo devoran.
Autoestima, s. Evaluación errónea.
Averno, s. Lago por el cual los antiguos entraban en las regiones infernales. El erudito Marcus Ansello Scrutator sostiene que de ahí deriva el rito cristiano del bautismo por inmersión. Lactancio, sin embargo, ha demostrado que esto es un error.
Baco, s. Cómoda deidad inventada por los antiguos como excusa para emborracharse.
Bautismo, s. Rito sagrado de tal eficacia que aquel que entra en el cielo sin haberlo recibido, será desdichado por toda la eternidad. Se realiza con agua, de dos modos: por inmersión o zambullida, y por aspersión o salpicadura. Si la inmersión es mejor que la aspersión, es algo que los inmergidos y los asperjados deben resolver consultando la Biblia y comparando sus respectivos resfríos.
Belladona, s. En italiano, hermosa mujer; en inglés, veneno mortal. Notable ejemplo de la identidad esencial de ambos idiomas.
Boda, s. Ceremonia por la que dos personas se proponen convertirse en una, una se propone convertirse en nada, y nada se propone volverse soportable.
Calamidad, s. Recordatorio evidente e inconfundible de que las cosas de esta vida no obedecen a nuestra voluntad. Hay dos clases de calamidades: las desgracias propias y la buena suerte ajena.
Caníbal, s. Gastrónomo de la vieja escuela, que conserva los gustos simples y la dieta natural de la época preporcina.
Capital, s. Sede del desgobierno. Lo que provee el fuego, la olla, la cena, la mesa, el cuchillo y el tenedor al anarquista, quien sólo contribuye con la desgracia antes de la comida.
Cartesiano, adj. Relativo a Descartes, famoso filósofo, autor de la célebre sentencia "Cogito, ergo sum", con la que pretende demostrar la realidad de la existencia humana. Esa máxima podría ser perfeccionada en la siguiente forma: "Cogito, cogito, ergo cogito sum" ("Pienso que pienso, luego pienso que existo"), con lo que se estaría más cerca de la verdad que ningún filósofo hasta ahora.
Comercio, s. Especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E.
Complacer, v. t. Poner los cimientos para una superestructura de imposiciones.
Compromiso, s. Arreglo de intereses en conflicto que da a cada adversario la satisfacción de pensar que ha conseguido lo que no debió conseguir, y que no le han despojado de nada salvo lo que en justicia le correspondía.
Conservador, adj. Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros.
Consultar, v.l. Requerir la aprobación de otro para tomar una actitud ya resuelta.
Controversia, s. Batalla en que la saliva o la tinta reemplazan al insultante cañonazo o la desconsiderada bayoneta.
Cristiano, s. El que cree que el Nuevo Testamento es un libro de inspiración divina que responde admirablemente a las necesidades espirituales de su vecino. El que sigue las enseñanzas de Cristo en la medida que no resulten incompatibles con una vida de pecado.
Deuda, s. Ingenioso sustituto de la cadena y el látigo del negrero.
Dictador, s. Mandatario de un país que prefiere la pestilencia del despotismo a la plaga de la anarquía.
Diplomacia, s. Arte de mentir en nombre del país.
Economía, s. Compra del barril de whisky que no se necesita por el precio de la vaca que no se tiene.
Educación, s. Lo que revela al sabio y esconde al necio su falta de comprensión.
Ecuanimidad, s. Disposición de soportar ofensas con humilde compostura, mientras se madura un plan de venganza.
Exhortar, v. t. En materia religiosa, poner la conciencia de otro en asador y dorarla hasta que su incomodidad se manifieste en un tono pardo de nuez.
Exiliado, s. El que sirve a su país viviendo en el extranjero, sin ser un embajador.
Éxito, s. El único pecado imperdonable contra nuestros semejantes.
Felicidad, s. Sensación agradable que nace de contemplar la miseria ajena.
Filisteo, s. Aquel cuya mente es producto de su medio, y cuyos pensamientos y sentimientos están dictados por la moda. A veces es culto, a menudo próspero, generalmente limpio y siempre solemne.
Gato, s. Autómata blando e indestructible que nos da la naturaleza para que lo pateemos cuando las cosas andan mal en el círculo doméstico.
Hábeas Corpus, s. Recurso judicial que permite sacar a un hombre de la cárcel cuando lo han encerrado por el delito que no cometió, y no por los que realmente cometió.
Hábitos sacerdotales, s. p. l. Traje abigarrado que usan los payasos de la Corte Celestial.
Hipócrita, s. El que profesando virtudes que no respeta se asegura la ventaja de parecer lo que desprecia.
Historia, s. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios.
Humanidad, s. La raza humana, colectivamente, con exclusión de los poetas antropoides.
Humildad, s. Paciencia inusitada para planear una venganza que valga la pena.
Idiota, s. Miembro de una vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo especial de pensamiento o acción, sino que "satura y regula el todo". Siempre tiene la última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas de la opinión y el gusto, dicta las limitaciones del lenguaje, fija las normas de la conducta.
Imposición, s. Acto de bendecir o consagrar imponiendo las manos: ceremonia común a muchos sistemas eclesiásticos, pero que es realizada con máxima sinceridad por la secta de los Ladrones.
Indefenso, adj. Incapaz de atacar.
Inmigrante, s. Persona inculta que piensa que un país es mejor que otro.
Justicia, s. Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personales.
Korán, s. Libro que los mahometanos, neciamente, creen escrito por inspiración divina, pero que los cristianos consideran una perversa impostura, contraria a las Sagradas Escrituras.
Ladrón, s. Comerciante candoroso. Se cuenta de Voltaire que una noche se alojó, con algunos compañeros de viaje, en una posada del camino. Después de cenar, empezaron a contar historias de ladrones. Cuando le llegó el turno a Voltaire dijo:--Hubo una vez un Recaudador General de Impuestos --y se calló. Como los demás lo alentaron a proseguir, añadió:--Ese es el cuento.
Libertad, s. Uno de los bienes más preciosos de la Imaginación, que permite eludir cinco o seis entre los infinitos métodos de coerción con que se ejerce la autoridad. Condición política de la que cada nación cree tener un virtual monopolio. Independencia. La distinción entre libertad e independencia es más bien vaga, los naturalistas no han encontrado especímenes vivos de ninguna de las dos.
Lógica, s. Arte de pensar y razonar en estricta concordancia con los límites e incapacidades de la incomprensión humana. La base lógica es el silogismo, que consiste en una premisa mayor, una menor y una conclusión, por ejemplo: "Mayor": Sesenta hombres pueden realizar un trabajo sesenta veces más rápido que un solo hombre. ."Menor": Un hombre puede cavar un pozo para un poste en sesenta segundos. "Conclusión": Sesenta hombres pueden cavar un pozo para un poste en un segundo. Esto es lo que puede llamarse el silogismo matemático, con el cual, combinando lógica y matemática, obtenemos una doble certeza y somos dos veces benditos.
Macho, s. Miembro del sexo insignificante. El macho de la especie humana es generalmente conocido (por la mujer) como Simple Hombre. El género tiene dos variedades: buenos proveedores y malos proveedores.
Malthusiano, adj. Relativo a Malthus y sus doctrinas. Malthus creía en la necesidad de limitar artificialmente la población, pero descubrió que eso no podía hacerse hablando. Uno de los exponentes más prácticos del malthusianismo fue Herodes de Judea, aunque todos los militares famosos han participado de esas ideas.
Mendigo, s. El que ha confiado en la ayuda de los amigos.
Metralla, s. Argumento que el futuro prepara en respuesta a las demandas del socialismo americano.
Multitud, s. Muchedumbre. Fuente de sabiduría y virtud políticas. En una república, objeto de adoración del estadista. "En una multitud de consejeros está la sabiduría", dice el proverbio. Si muchos hombres de igual sabiduría individual resultan más sabios que cualquiera de ellos, debe ser que adquieren ese exceso de sabiduría por el simple hecho de reunirse. ¿De dónde viene? Evidentemente, de ninguna parte. Lo mismo valdría decir que una cadena de montañas es más alta que las montañas individuales que la componen. Una multitud es tan sabia como el más sabio de sus miembros, siempre que éste sea obedecido; de lo contrario es tan necia como el más necio entre ellos.
No Combatiente, s. Un cuáquero muerto.
Optimismo, s. Doctrina o creencia de que todo es hermoso, inclusive lo que es feo; todo es bueno, especialmente lo malo; y todo está bien dentro de lo que está mal. Es sostenida con la mayor tenacidad por los más acostumbrados a una suerte adversa. La forma más aceptable de exponerla es con una mueca que simula una sonrisa. Siendo una fe ciega, no percibe la luz de la refutación. Enfermedad intelectual, no cede a ningún tratamiento, salvo la muerte. Es hereditaria, pero afortunadamente no es contagiosa.
Paraíso, s. Lugar donde los malvados cesan de perturbarnos hablando de sus asuntos personales, y los buenos escuchan con atención mientras exponemos los nuestros.
Paz, s. En política internacional, época de engaño entre dos épocas de lucha.
Perorata, s. Explosión de un cohete oratorio. Encandila, mas para un observador de nariz apropiada, su rasgo distintivo es el olor de las distintas clases de pólvora con que ha sido preparada.
Plebiscito, s. Votación popular para establecer la voluntad del amo.
Pobreza, s. Lima para que claven los dientes las ratas de la reforma. El número de planes para abolirla iguala al de reformadores que la padecen más el de filósofos que la ignoran. Sus víctimas se distinguen por la posesión de todas las virtudes, y por su fe en líderes que quieren conducirlas a una prosperidad donde creen que esas virtudes son desconocidas.
Política, s. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado.
Prelado, s. Dignatario eclesiástico dotado de un grado superior de santidad y de un gordo estipendio. Miembro de la aristocracia celestial. Caballero de Dios.
Recluta, s. Persona que se distingue de un civil por su uniforme, y de un soldado, por su modo de caminar.
Referéndum, s. Ley que se somete a voto popular para establecer el consenso de la insensatez pública.
Sacramento, s. Solemne ceremonia religiosa a la que se atribuyen diversos grados de eficacia y significación. Roma tiene siete sacramentos, pero las iglesias protestantes, menos prósperas, sólo pueden permitirse dos, y de inferior santidad. Algunas sectas menores no tienen sacramentos en absoluto: ahorro vil que indudablemente las llevará a la perdición.
Santo, s. Pecador fallecido, revisado y editado. La Duquesa de Orléans refiere que aquel viejo e irreverente calumniador, el mariscal de Villeroi, que en su juventud había conocido a San Francisco de Sales, dijo al oír que lo consideraban un santo: "Estoy encantado de enterarme de que Monsieur de Sales era un Santo. Le gustaba decir groserías y solía trampear a los naipes. Por lo demás, era un perfecto caballero, aunque un tonto".
Trabajo, s. Uno de los procesos por los que A adquiere bienes para B.
Trabar amistad, v. i. Fabricar un ingrato.
Turba, s. En una república, aquellos que ejercen una suprema autoridad morigerada por elecciones fraudulentas. La turba es como el sagrado Simurg, de la fábula árabe: omnipotente, a condición de que no haga nada.
Ungir, v. i. Engrasar a un rey u otro gran funcionario que ya de por sí es bastante resbaloso. Los soberanos son ungidos por los sacerdotes del mismo modo que se engrasa bien a los cerdos para conducir al populacho.
Voto, s. Instrumento y símbolo de la facultad del hombre libre de hacer de si mismo un tonto y de su país una ruina.