martes, 29 de enero de 2019

Movimiento social hondureño ante el reto de luchar contra el continuismo de JOH



El pueblo hondureño, el movimientos social y popular, tienen en frente un nuevo año y una coyuntura decisiva donde deberán decidir si forman parte de un cambio real y legítimo, o se mantienen como oposición temerosa e improductiva frente a los mandatos del régimen de Juan Orlando Hernández, quien se mantiene en el poder bajo la ilegal reelección presidencial, desde donde ha logrado consolidar la “Neo-dictadura”, advierten varios analistas.

Para amplios sectores del movimiento social que apuestan por un cambio transformador, en el país se han dado varios escenarios de lucha articulada, sin embargo, con el paso del tiempo se han diluido. “Hablando de la historia más reciente, el 2003 surgió en Honduras una nueva organización popular de carácter nacional; la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP), desde donde se desarrollaron fuertes acciones de presión a nivel nacional y se propusieron 12 puntos que exponían las bases para la transformación de una patria con justicia e igualdad”, indicó la dirigente popular Norma Cruz.

La CNRP surgió como respuesta unitaria de resistencia desde las bases y del interior del país al proceso de lucha para lograr cambios reales que benficiaran a las mayorías. Pero el 28 de junio de 2009, fecha que se ejecutó el golpe de Estado contra el presidente José Manuel Zelaya Rosales, se dio paso al surgimiento del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), como una expresión popular amplia con el propósito de oponerse al golpe de Estado y refundar la patria. Sin embargo, después de varios meses de lucha callejera y tras los acuerdos de Cartagena de Indias, el 2010 este movimiento y su lucha se diluyeron y ante la oposición de algunos sectores, se dio marcha a la creación del nuevo partido político; Libertad y Refundación (LibRe).

Luego de varios años de silencio popular, el 2015 cuando se destapó la corrupción del Instituto Hondureño de Seguridad Social, con el saqueo de más de 7 mil millones de lempiras, en el cual parte de este dinero fue a parar a la campaña de Juan Orlando Hernández, nació de manera sorpresiva el Movimiento Indignado o como le llamaron “marchas de antorchas” en las principales ciudades del país. En las constantes protestas se exigía la creación de una Comisión Internacional Contra Impunidad y la Corrupción en Honduras, CICIH, para el castigo de todos los responsables del atraco del seguro, y también tomó fuerza la demanda de la salida del poder del presidente, bajo la consigna “fuera JOH”. Pero después de una recia campaña mediática y del juego del cansancio de las protestas, al final el Gobierno logró diluir la lucha.

Luego el 26 de noviembre de 2017 en las elecciones al “estilo Honduras”, el país pasó nuevamente a la historia al quedar en evidencia a lo que muchos denominan el fraude electoral contra el candidato de la Alianza, Salvador Nasrrala.  Esto provocó una serie de acciones nacionales que se mantuvieron todo el mes diciembre.  La violación a la Constitución que prohíbe la reelección presidencial y el ventajismo notorio del candidato oficial fue para muchos analistas la raíz del fraude y de la indignación generalizada de la población. Sin embargo, después de más de 30 asesinatos contra manifestantes y de más de 22 presos políticos, las protestas bajaron de tono y “bajo un falso y fracasado diálogo nacional, se llevó a la desmovilización nacional que perduro el 2018”, indicó Walter Banegas, de Acción Ciudadana Contra la Dictadura.

“Claro está, en el país la lucha territorial ha logrado notoriedad y se ha hecho en defensa de los bienes comunes. Para el caso en el sector del Guapinol, Tocoa, Colón; Pajuiles, Tela, Atlántida, y otras regiones del país, han mantenido una lucha permanente contra proyectos de minería y de hidroeléctricas que se pretenden instalar en sus comunidades destruyendo el bosque y el agua”, indicó Norma Cruz. Otro aspecto que analistas sociales resaltan es que la lucha de antorchas y de la crisis postelectoral fue liderada por el pueblo no organizado, ante el descredito de algunos sectores del movimiento popular y la carencia de liderazgos serios.

Retos del movimiento popular
“Este nuevo año estamos trabajando para incrementar la lucha que nos lleve a la salida de Juan Orlando Hernández del poder. El reto de este 2019 está en formar las alianzas de los diversos sectores que adversan al actual régimen”, indicó Suyapa Majano, de la Convergencia Contra el Continuismo.

En ese mismo sentido, Walter Banegas, de Acción Ciudadana Contra la Dictadura,  indicó que para sacar a Juan Orlando del poder, sólo puede pensarse a partir de una gran coalición de fuerzas, que incluya  todos los movimientos sociales y la dirigencia de Libre. Sin embargo, esta tarea no es fácil, aunque ya estamos haciendo los acercamientos y en los próximos días estaremos haciendo pública nuestra agenda de lucha.

Mientras los retos se vuelven más fuertes para el movimiento social, y a pesar de todos los escándalos de corrupción y de ligamientos con el narcotráfico, se ha logrado la consolidación del Partido Nacional en el poder, de la mano con la  profundización   militarización del país, con el respaldo del Gobierno de Estados Unidos.

Analistas coinciden que la militarización responde a una estrategia de represión de la protesta social y criminalización de su dirigencia. La apuesta  de Juan Orlando, ha sido la de un gobierno de mano dura, como lo refleja su consigna durante las campañas: “haré lo que tenga que hacer para recuperar la paz y la tranquilidad del país”.

“Los movimientos sociales se encuentran bastante debilitados. Hasta ahora,  los únicos movimientos con gran capacidad de acción, gracias a su organización y disciplina, los pueblos indígenas y las comunidades que defienden el bosque y los ríos.  No es casual, que la brutalidad del régimen vaya dirigida con especial interés a estos dos sectores”, indicó el abogado Víctor Fernández del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ).

A renglón seguido dijo que es urgente que como movimiento social se deje a un lado las agendas propias y se integre a la agenda nacional que en primer lugar se quiere terminar con la dictadura.  “Los más  lógico es que los movimientos sociales busquemos fortalecernos a través de una plataforma de lucha común en el que se integre una propuesta de país que permita incluir los intereses de las grandes mayorías”, indicó.

Por su parte Walter Banegas, indicó que ante la situación de precariedad social e institucional que vive el país, no deben existir divisiones y términos medios en la agenda de lucha. En ese sentido, el pueblo hondureño y el movimiento social, tienen un gran reto en el cual deben decidir si forman parte de un cambio real y legítimo, o se mantienen como oposición temerosa e improductiva frente a los mandatos del régimen de Juan Orlando Hernández.

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