jueves, 17 de enero de 2019

COFADEH: 36 años de memoria, haciendo historia



Felix Cesario/ poeta, periodista e histórico defensor de Derechos Humanos

A Berta Oliva y mis demás compañeras

 Plaza Los Desaparecidos- tegucigalpa foto: Cesario Padilla

Fue por aquellos “Tiempos del Terror”, bien lo recordamos, cuando  secuestraron y desaparecieron a compañeros y compañeras, con quienes compartí una plática, un puño en alto en una manifestación, la lucha por una Honduras mas digna. Así se me vienen nombres como Tomas Nativí, Fidel Martínez, Roberto Fino, María Ediltrudis Montes, Samuel Pérez, Hilda Rosa Cerrato.

Fue cuando aparecieron como un milagro, las mujeres de las pañoletas blancas, amorosas, amantes amparables del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH). Fueron, son y seguirán siendo como un refugio, como el único regazo en donde los perseguidos encontramos reposo seguro  y tierno.

La  memoria nos recuerda que no fue antes ni después, que estos ángeles de la guarda de las y los desesperados en la huida del pavor, se pararon en seco desde aquel 30 de noviembre de 1982, ante el tufo de los emisarios de la muerte. Los ángeles de los pañuelos blancos nos curaron las heridas del alma, nos equilibraron la psicosis del miedo, es de hombre y de mujeres luchadoras confesar nuestros temerarios miedos- y después nos saciaron nuestras soledades de luchadores y luchadoras para ser colmados de una paz segura y defendidos ante jueces que siempre eran superiores a la justicia y perros fieles a los empresarios de la muerte.

Aquellas mujeres que yo conocí, hace apenas 36 años, son las mismas niñas de hoy a quienes se les ve cada primer viernes de mes imponetes, seguras, amorosas musicables, indignadas siguen diciendo las cosas por su nombre “ni olvido ni Perdón” en la Plaza de la Merced contiguo al palacio del deshonor legislativo y, sin decir palabra estan alli, implacables, esperando al padre, al esposo, a la esposa, a la hermana, al hijo del hijo, que “Por orden superior” secuestraron y desaparecieron y mataron.

La memoria se hace grande, eterna, al recordar a quienes, de alguna manera u otra, con el arfte, con la denuncia de compañeros y compañeras periodistas dignos de esa generación que reporteo entre fusiles y amenazas. Recordará a un Daniel Gonzalez “Jeronímo”, con su guitarra amparándolas con su trova, una Juana Pavón y  de igual manera aún ven y escuchan al poeta de la ternura declamando ese “Secreto de Estado “.

Ellas están allí, bajo el agua, bajo el sol, frente a los sarcasmos de las y los amigos de los asesinos. Ellas indiferentes están allí, estarán allí, esperando la respuesta ¿A dónde carajos se llevaron a nuestros desaparecidos y desaparecidas? Seguiremos aquí implacables, junto a ellas, con la puntualidad impávida ante el tiempo.

Porque permanecen en nuestra memoria seguirá la espera así sea, así será. Bienaventurados sean los que son perseguidos por el terror,  porque en COFADEH serán protegidos y conservarán su pensamiento, aunque se nos vaya la vida.

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