lunes, 21 de enero de 2019

Descubrir a Roma, la película que conmociona a México y al mundo

Canal USB

Por Yunier Javier Sifonte Díaz

Cuando Roma aún no termina uno no sabe muy bien si desistir o esperar el final. Contradictoria y polémica, la nueva película de Alfonso Cuarón cala muy despacio en el público y provoca sensaciones encontradas. Con infinidad de premios relevantes e inscrita como la película de Netflix más conocida en los grandes circuitos de cine, esta obra llega para recordar cuánta fuerza tienen esos dramas íntimos que muchas veces ocurren sin que nadie los descubra.

Situada en México a inicios de la década de 1970, Roma cuenta una historia cotidiana: Cleo es una mujer indígena que trabaja como empleada doméstica y se encarga de la organización de la casa y el cuidado de los hijos de un matrimonio acomodado. Mientras cumple en silencio todas esas tareas, pospone su vida personal y sus problemas. Todo parece ir bien hasta que poco a poco aparecen rupturas y frustraciones, unas más visibles que otras.

De piel morena, pequeña de estatura, obediente y sencilla, Cleo solo aspira a servir bien a sus patrones y vivir en paz. Sin embargo, de pronto deberá lidiar contra la depresión más feroz, las traiciones más crueles y en definitiva contra una sociedad que parece estructurada para recluirla en ese esquema. Ella encarna el desafío entre la realización personal, el sentido del deber y la bondad por encima de todas las cosas.

Rodada en un simbólico blanco y negro, con actores no profesionales y en una casa real del barrio mexicano que le da nombre a la cinta, Roma descansa en un naturalismo excepcional y en el aprovechamiento de los pequeños detalles.Un avión recurrente, el agua que limpia o daña, una conversación o escenas de muerte y desesperanza, confluyen para crear más sensaciones que acción, a la postre la esencia primigenia de esta película.

Mientras, tanto la composición de cada encuadre, el uso de una cámara colocada como una ventana entre el espectador y la historia o unos habituales planos secuencia, aportan intensidad visual a la trama y sostienen un argumento capaz de conmover desde la quietud más atroz.

Cleo solo aspira a servir bien a sus patrones y vivir en paz. Foto: Netflix.

Llama la atención la ausencia de música en un filme tan intimista como este.Mientras en otras grandes producciones la melodía juega un rol decisivo para potenciar sentimientos o darle ritmo a la historia, en Roma son los sonidos comunes los que se llevan el protagonismo. Así, de pronto uno escucha el mar, el bullicio de la ciudad o el viento, e intuye lo que se debe sentir en medio de un terremoto, ante un incendio o frente a un mar dispuesto a terminar con la vida.

No obstante, Roma va mucho más allá de detalles técnicos o cuidadas referencias culturales. Con su mirada puesta en el día a día de Cleo —estereotipo del sector más humilde del pueblo mexicano—, este filme estructura un discurso donde encuentran espacio desde los sentimientos más personales hasta las pulsaciones de todo un país. Sin grandes golpes de efecto, habla sobre cómo cada uno de esos elementos se entreteje para formar parte de una existencia cotidiana.

Justo en ese encuentro entre el drama íntimo y la historia colectiva radica una de sus grandes virtudes. Avanzando casi por temas, Roma no pasa por alto asuntos como los derechos de las mujeres indígenas, la maternidad o el divorcio, pero también retrata la manipulación política, las represiones a los movimientos estudiantiles de la época o la presencia de grupos paramilitares en la nación. Y todo ello ocurre sin escenas forzadas o historias cargadas de adornos. Es sencillamente la vida de una familia y así aparece en pantalla.

Preciosista y cuidada en cada detalle, asemeja un ejercicio de autocomplacencia de su director y un reto a quienes prefieren un cine más movido o con mensajes menos ocultos. Aunque por momentos parece que no ocurre nada, casi sin darse cuenta uno encuentra una película donde la ruptura de la familia y el descubrimiento de los verdaderos afectos surgen con progresiva fuerza.

Allí aparece el oculto y más esencial acierto de Roma. Frente a la innegable calma a la hora de narrar, Alfonso Cuarón propone una historia fuerte por lo que intuye y por las sensaciones que deja. Polémica por su forma, pero excepcional por su contenido y sobre todo porque sabe ganar espacios sin imposiciones, esta película tiene el sello del buen cine y del arte en su forma más pura. Es, a fin de cuentas, la historia de los sentimientos y cómo moldean a una mujer, una familia, una época y un país.

Roma también retrata las pulsaciones de una época. Foto: Netflix.

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