viernes, 26 de agosto de 2011

En Libia y en Honduras se cuecen habas



Resistencia Honduras

Por Gustavo Zelaya

Casi nada de lo que está ocurriendo en Libia es nuevo, los viejos oligarcas, ahora con pinta de rebeldes y con ropa nueva, otra vez al poder. Y son celebrados por todos los aliados como en una fiesta en donde se van a estrenar trajes, zapatos, armas, presupuestos, condecoraciones a granel, oropel por todas partes y la gente común, los sirvientes, los desempleados, los que pescan algo, los que viven de la rebusca, los hechos mierda van a comer de lo mismo. Sólo es de mirar ahora lo que pasa desde algunos días atrás en las ciudades principales de Libia: los rebeldes parece que derrocan al dictador, loco, extravagante, incoherente, un cabrón bien hecho depuesto por rebeldes financiados por la OTAN y la bendición militante de Obama.

Dijeron que tenían en sus manos a uno de los hijos de Kadafi y al rato ese heredero aparece paseando por Trípoli ¿Qué sucesos son verdaderos y cuáles son reales en nuestros tristes trópicos? Desde hace meses equipos de inteligencia británicos y franceses estaban operando en Libia preparando los sitios estratégicos para los bombarderos equipados con proyectiles inteligentes, de esos que nunca atinan en blancos militares, pero si dan con mucha precisión en hospitales, edificios de apartamentos y en puertos secundarios, manteniendo a salvo refinerías y pozos petroleros; los que pagan los platos rotos, como siempre, objetivos civiles y cientos de civiles muertos, mutilados por montón.

El problema es complicado porque no se puede creer mucho en rebeldes financiados por la OTAN y respaldados por los yanquis. Más bien, no se puede creer en absoluto en rebeldes de esa calaña. El asunto es bastante claro. El subsuelo libio es un inmenso mar de petróleo, y la separación de Kadafi deja toda una amplia geografía que abarca desde Marruecos hasta Egipto, sin enemigos visibles para Israel, los demás asuntos son simples y superficiales pretextos. Así que supuestas ferocidades de dictadores árabes como el de Siria o el de Egipto siempre han sido conveniencias, coyunturas imperiales que a veces tienen gran utilidad por aquello de las relaciones públicas y de garantizar los negocios de inversionistas en comunicaciones, energía y armas. Se trata, pues, de asegurar la llamada economía de mercado a como de lugar y en ningún momento ha sido resultado de discusiones democráticas del pueblo que lucha por sus derechos y su soberanía.

Si los europeos y los gringos realmente se interesaran en las personas y en sus derechos atropellados, ya ratos hubieran invadido España y Grecia por el atropello contra los que protestan por el desastre económico. Si el asunto fuera los derechos humanos los tendríamos en el Aguan combatiendo a los guardias de seguridad de Miguel Facusse. Mientras tanto en buena parte del mundo árabe y en las grandes ciudades del primer mundo se celebra la posible caída de Kadafi y en nuestro país los estudiantes, esos despijes según ciertos cultos comunicadores, nos siguen dando lecciones de valentía, frescura, alegría, sin pensar para nada en procesos electorales, interesados en la defensa de la educación pública. Otros, autonombrados revolucionarios en sus boletines socialistas o desde las oficinas del humanista gobierno continuador del golpe de Estado, atacan a Juan Barahona o a Manuel Zelaya y los tildan de traidores, burócratas, oportunistas, corruptos que se aferran al sistema electoral burgués olvidando los intereses del pueblo. Se ataca a esos personajes y se cree defender al pueblo y se habla en nombre de él cuando en verdad estamos mencionando una concepción muy particular, creemos defender La Revolución sin siquiera tener respaldo alguno más que un teclado y buena letra.

Hay pocas novedades en el patio: nos aventamos piedras entre nosotros mismos y desde el INA se lleva a cabo la necesaria y profunda transformación del agro, prometida por Lobo y por su aliado César Ham, es decir, desde esa instancia del gobierno del lobo se ejecutan profundas excavaciones en donde se están depositando cuerpos de hondureños asesinados, y para ello cuentan con el respaldo de un despliegue militar publicitado como eficaz antes de saber sus resultados. Desde los tiempos de Micheleti estamos viendo en qué consiste tal eficacia: más asesinatos selectivos y ahora con la conciente contribución del director del INA se conspira contra el movimiento sindical y contra la dirigencia del Bloque Popular, en nombre de la democracia y de la honestidad en el manejo de los asuntos públicos. Nada raro en el ambiente: los funcionarios del humanismo cristiano como Oscar Álvarez y César Ham, de la mano, pacifican regiones rurales en conflicto y nos alertan sobre la presencia de subversivos extranjeros que deben ser eliminados. Es el mejor ejemplo del desarrollo nacional con seguridad para los inversionistas.

Parecido a lo que ocurre en Libia, en donde desde la cabeza imperial y con el soporte militar de la OTAN, derriban dictaduras, bombardean ciudades, asesinan civiles, sacrifican personas, y todo en nombre de la democracia y de las prácticas honestas. Y en el Aguan incendian casas, acribillan dirigentes populares, desalojan pobladores, atemorizan personas, para salvaguardar la propiedad de los grande agroindustriales y, por supuesto, las libertades públicas y la democracia.
Y los demás, organizaciones populares y los individuos ¿seguimos desmovilizados?
23 de agosto de 2011

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