viernes, 7 de mayo de 2010

¿A qué dignidad defender?


Por Víctor Manuel Ramos

Dos artículos me han llamado profundamente la atención: uno, de mi antiguo profesor en la Facultad de Ciencias Médicas, Dr. Carlos A. Medina R, y, el otro de mi compañero en la Academia Hondureña de la Lengua, Nery Alexis Gaitán. En el primero se habla de la dignidad nacional y en el otro de la defensa de nuestra democracia. No coincido con ninguno de los dos porque, indudablemente, las conclusiones, a que en ellos se llega, están totalmente alejadas de la realidad pues, mis amigos, parten de premisas completamente erradas, muy cercanas a sus deseos personales y sus inclinaciones políticas y no a la realidad nacional.

El Dr. Medina se ha creado un fantasma, un cuco con el que quiere quitarnos el sueño: el socialismo. Y, al hacer sus análisis afirma que en las pasadas elecciones los hondureños rechazaron el modelo socialista y pone como evidencia el 1.4% de votos que obtuvo la Ud. Que yo sepa, ningún partido tenía como plataforma electoral el socialismo, por tanto esa afirmación no deja de ser peregrina. Por otra parte, al utilizar solo datos que convienen a su argumentación, mi maestro no dice que las elecciones del 29 de noviembre fueron amañadas, que el Tribunal Electoral infló las cifras y que el ganador quizá no obtuvo ni el 20% de aprobación de los inscritos en el censo electoral, pues la gran mayoría, sobre todo la militancia del partido liberal, se abstuvo de ir a las urnas, en rechazo al golpe de Estado.

Además, no hay ninguna izquierda cavernaria en el seno del Partido Liberal. Lo que hay en ese instituto político, es una organización partida: las bases por un lado y la dirigencia anquilosada por otro. Zelaya no llegó a platear el socialismo, ni hizo acciones cavernarias de las que tenga que arrepentirse o temer la acción de la justicia internacional (porque demostrado está que en Honduras no hay justicia). Quienes se comportaron como verdaderos cavernarios fueron los militares y la policía al mando de Romeo Vásquez y su títere Micheleti, el más grande saqueador del erario nacional junto con Callejas. Ahí están todas las violaciones de los derechos humanos cometidas por estar hordas: desapariciones, asesinatos, represión a las manifestaciones con abuso de la fuerza, cierre de medios de comunicación, asesinato de periodistas, violaciones a mujeres,… Todo esto, mi querido maestro, documentado por la Comisión [interamericana de Derechos Humanos y por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para la Defensa de los Derechos Humanos. Si Ud. quiere más, Honduras no ha sido reconocida internacionalmente, precisamente, debido a esas atrocidades. ¿Qué actos cavernarios puede atribuir a la Resistencia que se ha manifestado pacíficamente por todo el país? Y ¿no serán estas marchas masivas, como las del Primero de mayo, una clara evidencia de que el pueblo hondureño, que es el soberano, quiere cambios auténticos a favor de una democracia que cubra, con sus beneficios, a todos los hondureños?

Ud. sabe perfectamente, Dr. Medina, que Pepe Lobo no ganó las elecciones. Esas fueron ganadas por la abstención y los votos nulos, de tal manera que los pocos que votaron, realmente lo hicieron en defensa de la Constitución pétrea que nos ha enchutado la oligarquía, pero el pueblo, masivamente manifestado en las calles, ha dicho lo contrario, que quiere el cambio, en paz y democracia.

Acepto que la demagogia cae en tierra fértil cuando los ciudadanos nadan en la ignorancia. Pero no solo la demagogia de los socialistas, como Ud. pretende, sino la de la oligarquía que nos ha sometido y que es responsable, no lo dude, de la ignorancia por la cual Ud. reclama. Han engañado a los hondureños por casi dos siglos. Pero el pueblo despertó y de eso son culpables los golpistas. Ese fue su gran error.

Nadie está ofreciendo repartir la riqueza de los ricos entre los pobres. Si me parece que sería justo saber de donde provienen muchas riquezas, pues hay mucha tela que cortar, sobre todo entre aquellos potentados que se han enriquecido a costa de las arcas del Estado y del sudor del pueblo.
Ud. acusa al pueblo de no querer trabajar honradamente pero no analiza que ese sentido de pérdida de la previsión y esa inclinación hacia la delincuencia, que en Honduras no es exclusiva de los pobres pues los delincuentes mayores usan corbata y son funcionarios públicos, proviene, precisamente, de la marginalidad en que ha mantenido el Estado hondureños a la gran mayoría de la población.
Coincido en que hay que educar a la población, pero ese cuento lo oigo desde hace mucho y no veo una verdadera voluntad para cambiar la situación. Y si, como Ud. quiere, hay que esperar a que el pueblo esté educado para hacer los cambios, pues pasarán muchas décadas y nos seguiremos hundiendo en la miseria y la indignidad. Esa miseria que Ud. palpaba diariamente el Hospital Materno Infantil. Entonces, ¿qué dignidad defiende Ud. Dr. Medina?

El trabajo debe ser, no cabe duda, el principal productor de bonanza colectiva, pero la Empresa Privada no da trabajo y no paga justamente y, si Ud. revisa la historia, encontrará que los empresarios hondureños a lo único que se han dedicado es a actuar con felonía: evaden los impuestos, participan en licitaciones fraudulentas, consiguen canonjías a través de sus diputados, se recetan excepciones y leyes de estímulo, se han apoderado fraudulentamente de las ondas de radio y televisión, del sistema telefónico, de la lotería nacional, de la Empresa de energía eléctrica (Solo recuerde la CONADH).

El pueblo quiere cambios ya. Lo ha expresado de múltiples maneras. Lo que Lobo debe hacer es interpretar ese deseo y ser, quizá por vez primera, un verdadero intérprete de las aspiraciones de la mayoría de los hondureños. En otras palabras, devolverle la dignidad al pueblo.

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