jueves, 27 de mayo de 2010
Periodista Cesar Silva: Huí de mi patria por demasiado acoso de los cuerpos represivos
Por Dina Meza
Fue imposible seguir en mi país, no podía dar un paso cuando carros sin placas y vidrios polarizados me daban seguimiento y vigilaban mi casa, no hubo otra opción que salir de Honduras, dijo el periodista Cesar Silva, desde un país del mundo hasta donde tuvo que huir para salvar su vida.
El 25 de mayo de conmemoró en el país el Día del Periodista, en medio de la represión y de un decreto que apunta a la Libertad de Expresión, el 124-2009 que enmascarado en proteger la paz social, coloca una fuerte mordaza para periodistas y medios de comunicación que contradigan los preceptos golpistas.
El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras, COFADEH, solicitó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, más de 20 medidas cautelares para comunicadores sociales en peligro.
Esta organización internacional de derechos humanos otorgó decenas de medidas cautelares y solicitó información al Estado de Honduras sobre abusos contra la Libertad de Expresión.
Silva estaría ejerciendo su profesión en Honduras, pero las cosas se le complicaron desde el golpe de Estado ejecutado el 28 de junio de 2009 contra el presidente Manuel Zelaya Rosales.
Se salvó de milagro
Silva fue secuestrado por hombres armados el 28 de diciembre de 2009 y llevado a una cárcel clandestina, antes fue bajado de un taxi a punta de pistola lo tomaron por la fuerza y posteriormente lo llevaron a una cárcel clandestina, donde lo sometieron por más de 24 horas a intensos interrogatorios para que dijera "dónde tenía las armas y con qué grupos trabajaba".
Las torturas a que fuera sometido en ese momento le provocaron lesiones en su brazo y rodilla derecha, y su vida cambió para siempre, “el andar cambiando a cada momento de lugar y siempre ser encontrado, eso te da la dimensión de que tu vida está al filo de la muerte”, dijo a defensoresenlinea.com.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos le otorgó Medidas Cautelares, el Estado hondureño debe protegerle la vida, sin embargo aunque a finales de abril en una reunión en la Secretaría de Seguridad él consensuó qué tipo de protección quería y que hasta se firmara un acta por parte de esa institución estatal, nunca implementó las medidas, así ocurrió con el periodista Nahum Palacios, su muerte es responsabilidad del Estado por no haberle protegido.
Silva lamentó tener que abandonar su patria para la cual ha luchado en las calles desde que se propinó el golpe de Estado contra el pueblo y el presidente Manuel Zelaya Rosales, “no quiero entregar a mis hijos un país en manos de la oligarquía, quiero una Honduras donde los pobres tengan acceso a la educación, a la salud, a vivir una vida digna, que la gente no se muera de enfermedades curables por la falta de medicinas en los hospitales.
Es difícil estar en el exilio, es cruel dejar a la familia, a las personas cercanas, por eso es necesario que la comunidad internacional no se deje impresionar por cantos de sirena, por un discurso que trata de ocultar el golpe de Estado y que acaricia la impunidad, premia a los violadores de los derechos humanos asignándoles en cargos públicos y quiere sepultar la esperanza del pueblo por la Asamblea Nacional Constituyente.
En agosto de 2009 Silva fue reprimido por policías que la emprendieron contra él cuando tomaba fotografías del secuestro de decenas de personas que fueron torturadas en los bajos del Congreso Nacional y posteriormente fueron subidos a un comando militar y llevados al Escuadrón Cobras, un lugar ilegal de detención.
Un policía se le abalanzó para quitarle la cámara con la que había documentado la detención ilegal, pero Silva luchó para evitar perder la evidencia, la cámara salió volando, mientras varios policías se le echaban encima golpeándole, aunque estaba desarmado con gallardía defendió su derecho. Hoy sus agresores están en las calles sin castigo.Esa solo fue una de tantas veces que arriesgó su vida, su convicción contra el golpe de Estado y una nueva Constitución no le hicieron retirarse por miedo.
Aquí en Honduras dejó a su familia, su esposa tiene que buscar el alimento para el hijo de ambos, un pequeño que llora la partida de su padre y que no se explica el por qué se tuvo que ir de la casa a escondidas.
Fue imposible seguir en mi país, no podía dar un paso cuando carros sin placas y vidrios polarizados me daban seguimiento y vigilaban mi casa, no hubo otra opción que salir de Honduras, dijo el periodista Cesar Silva, desde un país del mundo hasta donde tuvo que huir para salvar su vida.
El 25 de mayo de conmemoró en el país el Día del Periodista, en medio de la represión y de un decreto que apunta a la Libertad de Expresión, el 124-2009 que enmascarado en proteger la paz social, coloca una fuerte mordaza para periodistas y medios de comunicación que contradigan los preceptos golpistas.
El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras, COFADEH, solicitó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, más de 20 medidas cautelares para comunicadores sociales en peligro.
Esta organización internacional de derechos humanos otorgó decenas de medidas cautelares y solicitó información al Estado de Honduras sobre abusos contra la Libertad de Expresión.
Silva estaría ejerciendo su profesión en Honduras, pero las cosas se le complicaron desde el golpe de Estado ejecutado el 28 de junio de 2009 contra el presidente Manuel Zelaya Rosales.
Se salvó de milagro
Silva fue secuestrado por hombres armados el 28 de diciembre de 2009 y llevado a una cárcel clandestina, antes fue bajado de un taxi a punta de pistola lo tomaron por la fuerza y posteriormente lo llevaron a una cárcel clandestina, donde lo sometieron por más de 24 horas a intensos interrogatorios para que dijera "dónde tenía las armas y con qué grupos trabajaba".
Las torturas a que fuera sometido en ese momento le provocaron lesiones en su brazo y rodilla derecha, y su vida cambió para siempre, “el andar cambiando a cada momento de lugar y siempre ser encontrado, eso te da la dimensión de que tu vida está al filo de la muerte”, dijo a defensoresenlinea.com.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos le otorgó Medidas Cautelares, el Estado hondureño debe protegerle la vida, sin embargo aunque a finales de abril en una reunión en la Secretaría de Seguridad él consensuó qué tipo de protección quería y que hasta se firmara un acta por parte de esa institución estatal, nunca implementó las medidas, así ocurrió con el periodista Nahum Palacios, su muerte es responsabilidad del Estado por no haberle protegido.
Silva lamentó tener que abandonar su patria para la cual ha luchado en las calles desde que se propinó el golpe de Estado contra el pueblo y el presidente Manuel Zelaya Rosales, “no quiero entregar a mis hijos un país en manos de la oligarquía, quiero una Honduras donde los pobres tengan acceso a la educación, a la salud, a vivir una vida digna, que la gente no se muera de enfermedades curables por la falta de medicinas en los hospitales.
Es difícil estar en el exilio, es cruel dejar a la familia, a las personas cercanas, por eso es necesario que la comunidad internacional no se deje impresionar por cantos de sirena, por un discurso que trata de ocultar el golpe de Estado y que acaricia la impunidad, premia a los violadores de los derechos humanos asignándoles en cargos públicos y quiere sepultar la esperanza del pueblo por la Asamblea Nacional Constituyente.
En agosto de 2009 Silva fue reprimido por policías que la emprendieron contra él cuando tomaba fotografías del secuestro de decenas de personas que fueron torturadas en los bajos del Congreso Nacional y posteriormente fueron subidos a un comando militar y llevados al Escuadrón Cobras, un lugar ilegal de detención.
Un policía se le abalanzó para quitarle la cámara con la que había documentado la detención ilegal, pero Silva luchó para evitar perder la evidencia, la cámara salió volando, mientras varios policías se le echaban encima golpeándole, aunque estaba desarmado con gallardía defendió su derecho. Hoy sus agresores están en las calles sin castigo.Esa solo fue una de tantas veces que arriesgó su vida, su convicción contra el golpe de Estado y una nueva Constitución no le hicieron retirarse por miedo.
Aquí en Honduras dejó a su familia, su esposa tiene que buscar el alimento para el hijo de ambos, un pequeño que llora la partida de su padre y que no se explica el por qué se tuvo que ir de la casa a escondidas.
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